Modelos de familia
Muchos autores han trabajado y profundizado en esta temática.[8] La mayoría está de acuerdo con que existen no menos de seis modelos o dinámicas familiares. A su vez, estas se entremezclan y se renuevan según pasan los años, y las costumbres familiares anteriores son postergadas o potenciadas. En este tiempo se habla de un regreso al modelo de la familia tradicional, lo que implica volver a antiguas formas de relacionarse, a las viejas reglas paternas y a la seguridad, aparente, por cierto, que transmitía ese modelo.
Por otro lado, existen casos en los cuales las personas buscan alejarse del modelo transmitido por sus padres y reformular un modelo familiar renegando totalmente de su crianza. No obstante, es importante establecer una estabilidad, buscando, sobre todo, el desarrollo del potencial que tienen los hijastros o hijastras que forman parte de nuestra nueva familia.
En los siguientes párrafos quisiera explicar los diversos modelos de familia, con el objetivo de reflexionar sobre el modelo que traemos como herencia de nuestra familia de origen y cómo este se inserta en un modelo ya establecido que es el que impera en la nueva familia de la cual vamos a ser parte. Cuando veamos estos modelos podremos observar qué tipo de padrastros o madrastras somos, así como también entender el comportamiento de nuestros hijastros y el rol de nuestra pareja en esta dinámica familiar.
Familia hiperprotectora
• | En este modelo de familia, los adultos buscan que la vida del adolescente o del niño sea fácil. Intentan eliminar todas las dificultades e intervienen haciendo las cosas en su lugar. Por lo general, detrás de un adolescente problemático existe una familia de este tipo. |
• | Las palabras y los gestos de los padres enfatizan la dulzura, el amor y la protección. La asistencia inmediata frente a cualquier pedido del hijo es uno de los lenguajes más eficientes para los padres que son parte de estas familias. |
• | Habitualmente, se expresa preocupación por la salud física, la alimentación, el aspecto estético (cómo se viste), el éxito o el fracaso escolar, sus amigos y el deporte. |
• | Los padres hacen muchas preguntas a sus hijos en relación con dónde van y qué hacen, buscando continuamente posibles dificultades para anticipar y prevenir. |
• | Si el hijo intenta escaparse de este control, los padres se expresan con silencios y “malas caras” que llevan un sentido de culpa. |
• | Las relaciones se dan en dos planos: los padres son superiores, los hijos inferiores. Por lo tanto, si el hijo quiere tomar posición sobre sus actos y decisiones se verá desalentado por sus padres. |
• | Los padres están preocupados por lo que dirán en el exterior sobre su hijo y, por ello, buscan que este sea “aceptable” para la comunidad. |
• | Raramente los padres sean capaces de intervenir con correctivos autoritarios. No son capaces de poner límites. Los premios y los regalos no dependen de lo que haga el adolescente o el niño sino que son entregados por el solo hecho de que son evaluados como extraordinarios en todo lo que hacen y por cómo son. |
• | Los hijos desarrollan su vida en la jaula dorada del privilegio de la que es difícil salir, ya sea por deuda de reconocimiento (los padres juegan con la culpabilización), ya sea por incapacidad a arriesgarse. |
• | Los hijos están cada vez menos obligados a rendir cuentas de sus acciones. No logran asumir riesgos y, menos aún, responsabilidades. |
• | Estas familias forman personas en las que el talento y la capacidad tienden a atrofiarse porque no son puestos a prueba ni se ejercitan. |
• | Como afirman algunos autores, esta familia es un nido donde el amor excesivo produce la disminución vivencial de los hijos. Lo que se traduce en falta de libertad y de autonomía en sus decisiones. |
Familia democrática-permisiva
• | La característica que mejor distingue este modelo es la ausencia de jerarquías. Todos los integrantes de la familia tienen los mismos derechos. |
• | Las cosas se hacen por convencimiento y consenso, y no por imposición. La finalidad principal es la ausencia de conflictos y la armonía. |
• | Este modelo puede ser sano en una pareja, pero cuando los hijos forman parte de la búsqueda de consenso en las reglas puede atrofiarse la armonía. Los hijos ven a sus padres como iguales y, por lo tanto, no tienen a quién obedecer ni conocen límites. |
• | Los padres ceden para evitar el conflicto y los hijos tiranizan a sus padres. |
• | Los hijos buscan guías con autoridad en el exterior de la familia. Generalmente en los amigos. |
• | La tolerancia produce reglas que pueden no ser respetadas. |
• | Los hijos no colaboran en las tareas domésticas, se aburren con facilidad, no tienen responsabilidades y no encuentran en sus padres una brújula para la vida. |
• | Los padres tienden a imitar a sus hijos en su modo de vestir, en sus gustos musicales y deportivos. Se confunden los roles, que desde ya son difusos. |
• | El adolescente disfruta de este modelo y le es fácil adherirse a él. Sin embargo, esto atenta contra su autonomía y culpa a sus padres por ello. Muchas veces, esto se traduce en patologías psicológicas como obsesiones, fobias, trastornos alimenticios, etc. |
Familia sacrificante
• | Uno de los puntos clave de la visión del mundo de este modelo de familia es el sacrificio, considerado como el comportamiento más idóneo para hacerse aceptar por el otro y para mantener estable una relación. El resultado es la falta de satisfacción de los deseos personales y la continuada condescendencia con las necesidades y con los deseos de los demás. |
• | En general, en estas familias existe uno que se sacrifica y otro que disfruta del sacrificio ajeno. Sin embargo, algunos especialistas afirman que esta posición “altruista” puede jugarse para dominar la relación. |
• | Se inicia una competición interna para ver quién se sacrifica más y cada ocasión es un motivo de renuncia a vivir un placer presente con el fin de hacerlo en el futuro. Un futuro que nunca llega. |
• | Una de las partes, que se beneficia del sacrificado, se acostumbra a recibir. |
• | Se critican los comportamientos de aquellos padres que buscan el placer y “descuidan a sus hijos”. Se cree que el dejarse guiar por el placer atraerá la desgracia inevitable. A veces, surge una concepción de origen religioso del placer como transgresión que prevé un castigo. |
• | Normalmente, los hijos intentan que los padres acepten su diferente visión del mundo y de la vida, y les piden que se diviertan más, que salgan, que viajen, pero los padres responden que si los hijos quieren seguir vestidos a la moda, continuar sus estudios, tener su propio coche, etc., ellos tienen que continuar sacrificándose y dejar de hacer muchas cosas. |
• | Las relaciones tienen dos componentes marcados: el que da, que necesita del que toma, y el que recibe, que necesita del que da. Esto hace que este último sienta culpa y se piense en deuda con el dador. |
• | La relación con los hijos se basa a menudo en el altruismo insano por el que los padres dan sin que se les pida; si su sacrificio no es apreciado se lamentan, se enfadan y etiquetan a los hijos de desagradecidos, o bien imponen inquietantes silencios. |
• | Los padres son personas que no saben recibir, están habituados solo a dar. Se quedan asombrados si alguien les dice que aprendan a recibir. Entienden, en ocasiones, que sería justo comenzar a recibir y dar un poco menos; sin embargo, emocionalmente, permanecen inconmovibles en su usual comportamiento. |
• | Surgen algunas reglas implícitas que forman parte del imaginario familiar: hay que sacrificarse por los demás; el placer de dar a los demás es legítimo; orienta todas tus energías al trabajo; los tiempos libres generan culpa; busca hacer algo por el otro. |
• | Los padres raramente participan en eventos sociales, amistades o grupos culturales o políticos; la única excepción es frecuentar grupos religiosos que forman parte de una cultura del sacrificio. |
• | Se pueden ver tres tendencias usuales en los hijos de estas familias: existen casos en los que el hijo hiperprotegido no está acostumbrado a las frustraciones y a los rechazos; otros, en los que encuentra dificultades de inserción, pero con tal de no volver a la atmósfera sofocante de la familia se integra a grupos que no tienen que ver con sus capacidades, sino que mantienen un comportamiento específico (tribus urbanas, grupos sectarios, etc.) que le permite desviarse de su familia sacrificante. Otros hijos de esta clase de familias son los que adoptan el sacrificio como estilo de vida, lo cual se traduce en un esfuerzo por lograr reconocimiento en áreas profesionales, laborales, etc. |
Familia intermitente
En estas familias el modelo cambia continuamente. Este es el modelo de relaciones más frecuente:
• | Los padres pueden pasar de posiciones rígidas a posiciones blandas, de posiciones que revalorizan a los demás a posiciones que descalifican, en sus relaciones con los hijos. |
• | Estas familias se mantienen en el mar de las dudas, observando en forma permanente posiciones que se toman y se dejan. Esto causa confusión en los roles y en las relaciones. Provoca ansiedad a los hijos, y el matrimonio se hunde en las contradicciones. |
• | No hay reglas fijas. Nada es válido y tranquilizador. |
• | Ausencia de puntos de referencia y bases seguras. |
• | Se buscan los resultados constantemente y si se observa un dejo de ineficacia, se cambia el modelo familiar. |
• | Esta confusión provoca en los hijos el efecto del “agua sobre el impermeable”, y los padres comienzan a buscar el modelo apropiado para contrarrestar esta actitud. Muchas veces caen en modelos rigurosos, o negociables, o simplemente, en el que crean eficaz en ese momento. |
• | Las tentativas de corrección aplicadas por los padres llevan a reacciones opuestas por parte del hijo, que serán de nuevo corregidas y producirán nuevas reacciones y nuevas correcciones; se establecerá un círculo vicioso de soluciones fallidas que, si continúan en el tiempo, se organizarán como modelo repetitivo y redundante en las relaciones familiares. |
Familia delegante
• | Esta familia está formada por la unión de la familia de origen de uno de los esposos y el nuevo matrimonio, o pareja, con sus hijos. Pueden elegir vivir juntos en la misma casa o mantener cierta distancia física no habitando bajo el mismo techo; en este último caso, sin embargo, se realiza un intercambio de favores cotidianos (invitaciones a comer, a cenar, cuidar a los niños, ayuda en tareas domésticas, etc.). |
• | El matrimonio no se convierte en la ocasión para desvincularse de los propios padres, sino que se resuelve con la “adopción” de un nuevo hijo o hija, es decir, el cónyuge. |
• | Los hijos se encontrarán con la necesidad de adoptar continuos pactos si quieren organizar y mantener la convivencia. En efecto, por agradecimiento o comodidad, la pareja continuará aceptando el modo de vida de la familia de origen, que difícilmente se cambiará. |
• | En estas familias, la manera que parece más sencilla para mantener el equilibrio y la paz es la de dar el timón a la suegra/madre, tanto para la organización de la casa como para el cuidado de los nietos. |
• | Los viejos padres continuarán relacionándose como en el pasado con el nuevo hijo y pretenderán que el yerno/nuera se adapte a ese estilo. |
• | El hijo/a de los nuevos padres se encuentra con que tiene tres o cuatro padres, cada uno de ellos deseoso de ser el predilecto, que compiten en consentir sus demandas para ver realizadas las propias necesidades educativas (es decir, te complazco para hacerme obedecer). Si se crea esta competición, el niño puede entender que la mejor estrategia es la de buscar cada vez al que le diga que sí. |
• | Por lo común se utilizan gestos, expresiones, tonos de voz y mensajes no verbales que contradicen los verbales. Por ejemplo, la nieta les pide dinero a sus padres y estos no le dan, pero detrás de ellos aparece una abuela o abuelo guiñando un ojo, generando complicidad financiera. Esto también sucede a la inversa, por ejemplo cuando la abuela le recrimina a la adolescente su forma de vestir, mientras que su madre le hace gestos de desaprobación respecto de lo que dice su abuela. |
• | Se piensa que debemos ser una gran familia y que todos debemos pensar en todos. |
• | El riesgo que corren los padres dentro de este modelo es el de perder el hilo directo con las exigencias y la evolución de los hijos, disminuyendo las ocasiones de intercambio, de enfrentamiento y de experiencias comunes. |
• | Los hijos consiguen arreglárselas hábilmente en este pequeño laberinto familiar y encuentran siempre la manera de que acepten sus justificaciones. Raramente sufren las consecuencias negativas de sus acciones porque encuentran con facilidad alguien que está dispuesto a remediarlas. |
• | Surgen problemas en la vida del adolescente, ya que le faltan ejemplos de comportamiento autónomo y no conoce el recorrido de emancipación de sus padres, debido a que, a su vez, estos nunca se han desligado de sus propios padres/suegros. |
• | En estas familias, es raro que alguien asuma en forma decidida el papel de guía de los adolescentes. |
Familia autoritaria
• | Ambos o uno de los padres ejercen poder sobre los hijos. |
• | Este modelo tiene una mayor probabilidad de aparecer en las familias en las cuales el contexto social, laboral o religioso ha sido rígido y la jerarquía es evidente y no cuestionable. |
• | La mujer puede estar en condición de vasallaje o igualarse al marido y ser también ella igualmente rígida. |
• | Los hijos tienen poca voz y deben aceptar los dictámenes de los padres. |
• | Se desalienta a los hijos a tener diversión o seguir modas del momento, y se los alienta en el estudio y en la adquisición de habilidades y competencias con las que pueda obtener éxito y logros personales. |
• | Las diferencias de comportamiento y compromisos domésticos de los dos sexos son evidentes. |
• | La atmósfera familiar es tensa, se busca no hacer enojar al padre, abundan los silencios y se critica a las personas que derrochan. No existen momentos relajados. |
• | La madre se convierte en hábil diplomática para hacer aceptables las conductas del padre. |
• | Si el hijo se rebela, los enfrentamientos pueden llegar a ser violentos. En este caso, es muy importante la posición que asume la madre, porque si se alinea con el hijo los enfrentamientos son, en la mayoría de los casos, aun más intensos, y el padre arremete contra la mujer porque se siente traicionado. El resultado es que el hijo se llena más de rabia en su relación con el padre. |
• | Algunas reglas explícitas son: se obedece y no se discute; los errores acarrean castigos, a veces muy fuertes; los comportamientos inaceptables se evitan o esconden; existen leyes absolutas que hay que obedecer a cualquier costo; el orden y la disciplina son fundamento del orden. |
• | Cuando no se arriba a la resolución de un conflicto se puede llegar a extremos de violencia familiar (emocional, física, financiera, etc.). |
• | Cuando se exaspera el rechazo al modelo familiar por parte del hijo, muchas veces se acaba por asumir posiciones radicales opuestas, que en realidad no son más que el reverso de la misma moneda. |
En mi experiencia particular, yo provenía de una familia autoritaria, con un modelo de padre rígido y con pocas posibilidades de negociación. Al llegar a la familia de mi esposa me encontré con un modelo delegante bien marcado y profundizado por la cohabitación con sus padres y sus hijos. Podrás imaginar qué resultó de todo eso. Un caos inicial importante. Por mi parte, no podía comprender cómo podía tener tanta autoridad la abuela de mis hijastros y cómo mi esposa seguía teniendo el mismo trato con ella que cuando era pequeña. Me di cuenta que había una dependencia económica hacia la familia de mi esposa, por lo que entendí que la dinámica familiar tomara esa forma.
Sin embargo, no me fue fácil y aún hoy me cuesta reconocer que yo traía un modelo del cual quería escapar, que por lo tanto me perseguía y me obligaba a convivir con él. Este modelo autoritario chocó frente a un modelo menos rígido y causó estragos en la vida de mis hijastros, como en la de mi matrimonio. Las discusiones con mi esposa muchas veces estaban centradas en cuestiones de autoridad y en el papel que cumplía su madre, es decir, mi suegra, en nuestra relación. No obstante, muchas veces sacábamos provecho de esto y le dejábamos los chicos en nuestras pequeñas salidas o durante algunos días durante los cuales viajábamos. Los chicos pudieron experimentar este choque, pero como era de esperar, buscaron a las personas que les podían decir que sí. Esto era totalmente entendible, teniendo en cuenta su edad y lo conveniente de la situación.
Como padrastros y madrastras debemos evaluar en qué tipo o modelo de familia hemos sido formados y cómo es la familia en la cual nos estamos insertando. No creo que esto evite el choque inicial, pero sí se pueden evitar algunas heridas profundas y, en ocasiones, la ruptura. Como a todo vínculo, hay que darle tiempo y trabajo para que crezca y se profundice. Pasar tiempo con la esposa o el esposo hablando sobre estos modelos familiares y buscar establecer uno nuevo, que sea acorde a los valores y las preferencias de cada esposa o cónyuge, les permitirá a los niños o adolescentes percibir una atmósfera de consenso, de seguridad y de límites claros.
8 Sobre esta temática recomiendo el libro de Giorgio Nardone, Modelos de familia. Conocer y resolver los problemas entre padres e hijos, Herder, Barcelona, 2003.