Algunos consejos para padrastros y madrastras

 

Para cerrar este capítulo me gustaría compartir dos consejos para padrastros y madrastras de la organización KidsHealth de la Nemours Foundation (una fundación con expertos en medicina y cuidado familiar). Esta organización sostiene que “convertirse en padre o madre por la unión de diferentes familias o por casarse con una persona que ya tiene hijos puede ser una experiencia gratificante y satisfactoria”. Teniendo presente esta concepción positiva sobre nuestro rol reflexionemos a partir de sus consejos y veamos si son aplicables a nuestra realidad familiar.

 

1. Comencemos despacio

 

Este es un gran consejo. Si podemos comprender que para nuestros hijastros el rol inicial de un padrastro o madrastra es el de otro adulto en su vida que se preocupa por él o ella, similar a un familiar o un mentor, no le daremos espacio a la competencia y pondremos nuestros esfuerzos en crear relaciones y conexiones. Uno de mis consejos es que podamos, poco a poco, crear “memoria familiar” con ellos. Esto significa experimentar momentos juntos. Desde vacaciones hasta salidas divertidas y momentos memorables de comidas compartidas. Recordemos que en nuestro “álbum” no tenemos fotos que nos permitan rememorar tiempo significativo juntos. Llenemos ese álbum de memoria, poco a poco, y en el tiempo podremos disfrutar de una memoria familiar que nos permita afirmar que hemos “vivido” en conjunto lindos momentos.

 

“Quizá deseas crear un vínculo más estrecho en forma instantánea y te preguntes qué estás haciendo mal si tu nuevo hijastro no se encariña contigo o con tus hijos tan pronto como quisieras, pero las relaciones necesitan tiempo para crecer. Comienza despacio y trata de no apresurar los acontecimientos. Deja que las cosas se desarrollen de manera natural; los niños advierten rápidamente cuando los adultos fingen o no son sinceros. Con el tiempo puedes desarrollar una relación más profunda y significativa con tus hijastros, que no necesariamente debe parecerse a la que ellos tienen con sus padres biológicos.”

 

2. Tengamos en cuenta los factores que afectan nuestra relación

 

Cada separación o divorcio tiene sus características. Cuando la relación entre adultos termina con un conflicto similar a una guerra de intereses y violencia (emocional, física, etc.), los niños involucrados experimentan efectos negativos. Si, por el contrario, los adultos asumen una postura más conciliadora y velan por la salud integral de sus hijos, estos vivirán el divorcio o la ruptura matrimonial con menos lastre emocional. Esto último también depende de las características personales de cada niño. No todos tus hijastros vivirán la separación de la misma manera. Esto será determinante a la hora de aceptarte como nuevo adulto en su vida, lo cual es de entender, ya que su idealización hacia sus padres (los únicos en los que podía confiar) se ha visto debilitada. Para los niños y los adolescentes es difícil reconstruir esa confianza con sus padres. Imagínate cuánto más respecto de un adulto que no forma parte de su grupo primario.

 

“Los niños que están haciendo un duelo por el fallecimiento de uno de sus padres, o por la separación o el divorcio de sus padres biológicos, pueden necesitar tiempo para sanar antes de que puedan aceptarlo a usted como su nuevo padre o madre. Para aquellos cuyos padres biológicos aún están vivos, el nuevo matrimonio de uno de ellos significa el fin de la esperanza de una reconciliación. Incluso si han pasado varios años desde la separación, los niños (¡y los no tan niños!) muchas veces se aferran a esa esperanza por mucho tiempo. Para un niño, esta realidad puede ocasionar enojo, dolor y confusión.”

 

Dentro de los factores que pueden afectar la transición al rol de padrastro o madrastra me gustaría nombrar algunos más:

 
  La edad de los hijastros. No es lo mismo que tus hijastros sean niños a que sean adolescentes. Este punto es crucial para entender que, muchas veces, el rechazo no tiene que ver contigo sino con la etapa de vida que están atravesando. Si son niños de hasta nueve años podrás ver mayor apego hacia los adultos y posibilidad de conexiones por medio de juegos, salidas, películas que les diviertan, lectura de cuentos, etc. En cambio, si son adolescentes será importante que respetes sus espacios, mostrar interés genuino y, además, será de gran importancia su propio entorno (hermanos, padres, amigos, etc.).
 
  La historia en común. En algunos casos puede suceder que conozcas a los chicos antes de la separación de sus padres. Esto puede afectar en forma negativa, o no, la relación que tengas con ellos. Recuerdo a unos amigos que se casaron después de que él quedara viudo. Su hija conocía a su madrastra porque era amiga de su mamá que había fallecido. Hoy la relación es fantástica gracias a que la precedía una relación anterior sana. Pero también conozco madrastras que, antes de unirse a su pareja, eran la secretaria del padre y por tal motivo fueron, de alguna manera u otra, etiquetadas por sus hijastros como la “culpable” de la destrucción de su familia. En estos casos la historia en común que los precede es negativa y dificultará el vínculo.
 
  Relaciones a largo plazo. Las relaciones sociales son diferentes unas de otras y no puedo asegurar que este consejo funcione en todos los casos. Sin embargo, noto que los hijastros que ven a su papá o a su mamá con una persona por mucho tiempo tienen más predisposición a que esa relación se formalice casándose o comenzando a vivir juntos. Este punto se conecta con el primer consejo (“Comencemos despacio”) y puede despertar en nosotros el deseo de no apresurarnos y de crear “memoria familiar” antes de vivir juntos.
 
  Relaciones con el ex o la ex. En mi experiencia, este ha sido uno de los puntos más críticos y te puedo asegurar que si tienes una sana relación con el ex o la ex (tampoco de amigos, por supuesto), los chicos verán con buenos ojos tu relación con su papá o mamá. Recuerdo que en un principio creía que nunca podríamos conectarnos con el ex de Elisabeth. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo fuimos ganando en confianza, y todo a partir de que ambos queríamos lo mejor para los chicos. Este punto es crucial y para esto te recomiendo que no tomes partido solo por lo que dice tu pareja, sino que escuches a los chicos y qué opinan de su papá o mamá que no vive con ellos.
 
  Tiempo, tiempo y más tiempo. Hay un dicho que afirma que los niños y los adolescentes deletrean la palabra AMOR de la siguiente manera: T-I-E-M-P-O. Para nuestros hijastros esto es una realidad. Seguramente, el abandono sistemático producido por la ruptura de sus padres (ya que es evidente que ven menos al papá o mamá que no vive con ellos y que quien vive con ellos tiene que trabajar el doble) ha producido en los niños este nuevo concepto de amor. El tiempo que pasemos con ellos será parte del crédito en nuestra cuenta relacional. Este tiempo debe ser de calidad, enfocado en ellos, y debe permitir que ambos puedan conocerse por medio de él.
 

Por último, pensemos juntos sobre esta realidad: “Sin importar cuáles sean las circunstancias de tu nueva familia, lo más probable es que en el camino encuentres algunos obstáculos. Pero no te des por vencido en tu intento de que las cosas funcionen; incluso si empiezan con algunos traspiés, aun así pueden mejorar (y probablemente lo harán) a medida que tú y tu nueva familia se conozcan mejor”.