CAPÍTULO OCHO


Trudy se sentó frente al secreter en su recámara, sosteniendo una carta de Evie en su mano. Ambas acordaron que Evie le escribiera a la dirección de la casa de Trudy, en vez de a la agencia, solo por si acaso la Sra. Seymour estaba enojada con ella.

Trudy recordó el día en que Evie se fue. Ella no había visto la reacción de la Sra. Seymour, porque la mujer permaneció encerrada en su oficina. Pero la matrona le contó a la cocinera, y de ahí, las noticias circularon y se esparcieron a todos los habitantes de la casa.

Dos horas antes del té, Trudy tocó a la puerta del estudio de la Sra. Seymour, y le permitió entrar. Si la mujer estaba molesta, ella no lo demostró. Salvo que la Sra. Seymour era una severa defensora de su causa. Una esposa de la armada, quien soportó las penurias y peligros del Oeste, no sería derribada por la inesperada partida de un sirviente.

Para el alivio de Trudy, la Sra. Seymour aceptó su oferta para ayudar a servir el té y no le había preguntado nada acerca de Evie. Si bien Trudy no le mentiría a la matrona, ella no estaba ansiosa por revelarle que ella había sabido los planes de Evie. La reunión de té había ido bien, con solo un comentario despreciativo por parte de Prudence acerca del rol de “sirvienta” de Trudy.

Todos los días desde entonces, Trudy esperó una carta de Evie, aún y que ella habría sabido que era demasiado pronto para que llegara una carta. Ahora que ella finalmente sostenía en sus manos la carta de su amiga, tenía miedo de abrir el sobre. ¿Y si Evie era infeliz?

Incapaz de esperar más, cuidadosamente, cortó el sobre con un abrecartas, sacando una sola hoja del mismo, y comenzó a leer.


Mi muy querida Trudy,

Como te prometí, te estoy escribiendo en la semana de mi llegada. De hecho, te estoy escribiendo en el día de mi llegada porque estoy demasiado agitada para leer o descansar. Mi amado Chance Holcomb se encontró con mi diligencia el día de hoy. Lo admitiré, estaba llena de ansiedad antes de conocernos. Luego, cuando él envolvió sus manos alrededor de mi cintura, poniendo mis pies en la tierra, sentí mi corazón cayendo en el de él.

Solo en caso de que te lo estés preguntando, mi Chance es endemoniadamente atractivo, justo como yo lo imaginaba. Sus ojos hacen que mis entrañas hagan cosas raras y divertidas. Aunque nosotros solamente hemos compartido un puñado de palabras entre nosotros, me siento segura y amada, aún y que es demasiado pronto para saber cuáles son sus verdaderos sentimientos.

A mi llegada, él me saludó con la frase más romántica, lo cual hizo que mi rostro se sonrojara. También él ha reservado una habitación para así yo poder bañarme inmediatamente antes de que cenemos esta noche, en el hotel. Estoy ansiosa de ir a su rancho y ver la hermosa casa especialmente terminada para mi llegada.

Llegué a salvo, si bien, cansada y sucia. Como le gusta decir a la Sra. Seymour, debemos aceptar la vida como nos es dada. Yo espero que la situación no haya sido tan mala, después de que me fui. Por favor dales mi amor y devoción a todas las chicas, pero especialmente a Heather, Kathryn, Darcy y Angelina, porque al parecer ellas comparten el mismo espíritu de aventura que compartimos tú y yo.

Ansiosamente esperaré una carta de contestación tuya.

Mi cariño y oraciones para ti, siempre,

Evie Davenport, pronto a ser Evie Holcomb


Al terminar la carta de Evie, Trudy experimentó una gran sensación de alivio. Gracias a Dios, su amiga había llegado a salvo y estaba encantada con su futuro esposo. Espero ser igual de afortunada con el Sr. Flanigan.

Ella releyó la carta, entonces se dio cuenta que Evie no le había dado muchos detalles. ¡Quería saberlo todo! Trudy alcanzó algo de papelería. Ella tendría que bromear con su amiga y regañarla.

* * *

Todo el camino a casa, Seth llevó la carta de Trudy metida dentro del bolsillo de su chaleco para cuidarla. Estaba ansioso por leer lo que ella había escrito, y temeroso, todo al mismo tiempo. La correspondencia de ellos, hacía la idea de casarse con una extraña, demasiado real.

Una vez que él se hubo ocupado de Saint, Seth se apresuró dentro de la casa. Metió algo de madera dentro de la estufa, avivó los carbones amontonados, y luego colgó su abrigo, bufanda y sombrero en el perchero de cornamentas. Estirando una silla de la mesa, se sentó para leer la carta de Trudy. Él leyó a través de la única página, rápidamente, luego de nuevo, más despacio, permitiendo que el significado de la misma se filtrara en él. Algunas líneas le llamaban la atención.

Llegaré a Sweetwater Springs el 14.

Seth no estaba seguro de estar listo para que ella cayera en su vida tan pronto.

No se preocupe por muebles nuevos. Yo estoy enviando algunos míos.

Seth trató de imaginarse qué tantas cosas Trudy intentaba traer con ella, y cómo él acarrearía todo, desde el tren hasta su casa. ¿Cabría todo en su carreta? ¿Necesitaría él ayuda para cargar y descargar? ¿Todas sus posesiones llegarían junto con ella? ¿Antes? ¿Después?

Él gruñó frustrado. Para cuando él escribiera todas estas preguntas en una carta y ésta llegara a St. Louis, ella estaría en el tren en camino a Sweetwater Springs.

Seth entrelazó sus dedos detrás de su cabeza y se recargó en el respaldo de la silla, reflexionando seriamente. Si él tuviera que acarrear muebles atravesando la tierra de McCurdy, el hombre bien podría hacer una escena desagradable. No sería el tipo de bienvenida de buen vecino que él quería para su novia. El solo pensamiento de que ocurriera un incidente fue suficiente para que sintiera terror recorriendo todo su cuerpo.

El momento había llegado. Él necesitaba construir un puente sobre el arroyo en su propia tierra. Cortar algunos árboles y arrancar los tocones para hacer un camino. Solamente colocar algunos tablones con algún soporte por debajo sería suficiente por ahora. Gracias a Dios ahí solo había setos de álamos a lo largo del agua. Todavía tendría que conducir una milla más cuando fuera al pueblo, pero eso era mejor que las cinco millas necesarias para llegar hasta el vado.

Sin embargo, sería más seguro. Si la Sra. Flanigan…su pensamiento se encontró con el título… si ella quería cabalgar o conducir al pueblo por sí misma, él no quería que ella cayera en un conflicto con McCurdy. ¿Quién sabía lo que esa alimaña pudiera decirle a ella? Podría mencionarle la cantidad de tiempo que Seth pasó en la taberna… la pelea… Lucy Belle.

Seth levantó su sombrero del perchero y se lo empujó sobre su cabeza. Acomodando su abrigo bajo su brazo, caminó por la puerta hacia afuera. Él tenía que limpiar un camino y tenía que construir un puente.

* * *

Trudy se sentó en el estudio de su padre. Él se había ido de la casa más temprano, así que ella tendría privacidad para leer la carta de Evie. Paz y privacidad, ella enmendó. Todas las otras habitaciones en la casa estaban prácticamente despojadas de muebles, o ya llenos con las cosas de Minerva. Solo en el santuario de su padre todo había permanecido intacto, y Trudy podía pretender… o al menos tratar de pretender, que ella no se marcharía mañana a Montana.

Ansiosamente, ella comenzó a leer las palabras de Evie.


Mi muy querida Trudy,

Te agradezco tanto que me hayas escrito tan pronto. Recibí tu carta ayer, me la entregó Chance, quien había ido al pueblo. Fue mi primer día sola en el rancho, y debo decirte que me dio un poco de miedo. La tierra es tan vasta, abierta, tan diferente de St. Louis, donde hay una persona en cada esquina. Mi corazón se entristeció un poco cuando lo vi alejarse cabalgando, desapareciendo sobre el horizonte como una pequeña y diminuta mancha. Pero sobreviví. Ahora, recordando, tuve un día muy tranquilo. Productivo. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para ser la esposa que Chance merece.

Tengo que contarte que me reí tontamente cuando leí tu primera carta. Puedo escuchar tu voz en tus palabras escritas, tan claras como si estuvieras sentada a mi lado. Voy a tratar de hacer lo que me pides y darte más detalles de mi nuevo esposo y mi nuevo hogar.

Chance es alto, al menos seis pies-dos pulgadas. Su cabello café claro tiene el hábito de caer sobre sus ojos, y así cuando él no trae sombrero, él está constantemente empujándolo hacia atrás. Me muero de ganas de que llegue el día en que me sienta suficientemente en confianza para hacer eso yo misma. Sus ojos verdes son tan sinceros que me encuentro a mí misma queriendo contarle todo, y tú sabes tan bien como yo, que eso es algo que nunca podré hacer. Eso me pone tan triste, y me lamento por comenzar mi vida con una mentira. Tiemblo por el día en el que él se entere cómo fue que obtuve sus cartas. Él es amable, y trata de aliviar mi nerviosismo. (¡Pareciera que estoy nerviosa casi todo el tiempo!) Su voz, profunda como el océano que nunca he visto, me puede hacer sonreír y anticipar cómo será recostarme con él cuando la larga espera-de-un-mes, en la estipulación de la Sra. Seymour, termine. Él es honorable y solo ha pedido un beso o dos.

Mi casa, ahora terminada, es encantadora. Por supuesto, es el completo opuesto de la casa estilo Victoriano de las Novias del Oeste Por-Correo, pero aun así, ¡es el lugar más hermoso que he conocido porque es nuestro! Es una casa de la pradera hecha de tablones y listones de madera. Tengo una estufa de verdad, que todavía no sé bien cómo usar. Envidio todas tus chucherías y cajas con adornos para la casa y comodidades. A mi pobre Chance le tocó la parte más fea del trato.

Ahora te tengo que dejar, y terminar, este, este… estofado, que he estado tratando de preparar para que así haya algo para que Chance coma. Desearía que estuvieras aquí, Trudy, ¡y me dijeras cómo cocinar! En mi próxima carta te escribiré acerca de los nuevos amigos que he hecho.

Para ahora, tu padre ya se ha casado, y quizás tú pronto estarás de camino hacia Sweetwater Springs. No puedo esperar para escuchar acerca de tu emocionante vida nueva. Como tú, yo quiero que me cuentes todos los gloriosos detalles.

Aunque, no tuve tiempo para decirte en mi primera carta, después de la boda, yo puse tu pañuelo dentro del sobre de la carta que te estoy escribiendo. Quiero que sepas, que me encantó tanto el pañuelo, y sentí tu presencia cuando lo llevé durante nuestra boda. Te lo envié de regreso con todo el cariño en mi corazón y espero lo has recibido. Esperaré sosteniendo la respiración hasta tu siguiente carta.

Te quiero,

Evie Holcomb.


¡La parte más fea del trato, en efecto! En su próxima carta, Trudy advertiría a su amiga y le haría saber que el Sr. Holcomb había adquirido una maravillosa desposada en Evie. Todas las posesiones en el mundo no compensarían una disposición agria o egoísta. ¡Tan solo piensa en el hombre que va a terminar casándose con Prudence Crawford! Ella habría tenido que recordarle a Evie eso.

Quizás Evie había salvado a Chance de casarse con Prudence. Trudy rio con ese pensamiento, aún y que ella sabía que la Sra. Seymour no habría emparejado a la mujer con un ranchero. Tendré que escribirle y sugerirle eso a Evie. La hará sentirse mejor. También hizo una nota mental para decirle a su amiga que enviara las cartas a Sweetwater Springs en vez de a St. Louis.

Trudy releyó la carta, haciendo pausas para saborear los detalles e imaginar a Evie en su nueva vida. Ella no podía evitar envidiar a su amiga, quien había encontrado un esposo amoroso y la felicidad. Trudy quería esas cosas para sí misma.

Pero con el riesgo que estoy tomando, ¿quién sabe si yo seré igual de bendecida?

Trudy: Una novela del cielo de Montana
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