Un espectáculo teatral

La condesa D'Aulnoy, a su paso por Vitoria presenció un espectáculo teatral del que da curiosas noticias:

«El decorado no era muy lucido. El escenario, formado por unas tablas desunidas y mal seguras, se alzaba sobre unos toneles; las ventanas abiertas de par en par, dejaban paso a la luz, pues allí no había ni antorchas ni teas que aumentaran la ilusión del espectáculo. Se representaba La vida de San Antonio, y cuando los cómicos declamaban algo agradable para el público, éste repetía: “¡Vítor, vítor!”. Es la costumbre aquí. El encargado de representar al diablo iba vestido como los demás, y sólo se distinguía de todos por llevar medias coloradas y cuernos en la frente. La comedia tenía tres actos y en los intermedios representaban bailes y sainetes, acompañados aquéllos de arpas y guitarras, salpicados éstos de chistes, algunas veces insubstanciales, del gracioso. Las cómicas danzan con la cabeza cubierta con un sombrerillo y tocan las castañuelas; en la zarabanda corren velozmente; su estilo no se parece ni poco ni mucho al francés; las bailadoras agitan los brazos y pasan con frecuencia la mano por encima del sombrero y delante del rostro, con una gracia muy singular y atractiva. Tocan las castañuelas primorosamente.

»No imaginéis a esas cómicas de que hablo inferiores a las de Madrid. Las que figuran en los espectáculos que para el Rey se celebran son algo más elegantes, pero en su mayoría, aun cuando intervienen en comedias famosas, son algo ridículas. El público también se muestra inconveniente con frecuencia; por ejemplo: cuando San Antonio reza un confiteor (y lo hace varias veces), los espectadores se arrodillan y acompañan los mea culpa con tan fuertes golpes como si trataran de hundirse el pecho».