NINON DE LENCLOS, CATEDRÁTICA DE AMOR (II)
El marqués de Sévigné era uno de los asiduos contertulios de los salones de Ninon de l'Enclos y se había enamorado perdidamente de una viuda que no le hacía caso. Pidió consejo a Ninon escribiéndole una larga carta y solicitando consejo. Se conservan las respuestas de Ninon, pero desconozco, si es que se han publicado, las cartas del marqués de Sévigné. De todos modos, con las cartas de la encantadora mujer se pueden seguir paso a paso las andanzas amorosas del marqués. En una de las primeras epístolas, Ninon declara que si tiene las apariencias de mujer es hombre en el corazón y en el alma, lo cual le permite ponerse simultáneamente en el lugar del amante y de la cortejada.
«Amar es cumplir con la naturaleza, es satisfacer una necesidad, pero, si es posible, haced de manera que en vos el amor no llegue hasta la pasión. A vuestra edad, no pudiendo comprometeros seriamente, no se tiene necesidad de encontrar un amigo en una mujer, no se debe buscar más que una amable amante».
Que conste que el marqués de Sévigné andaba entonces por los veinticinco años.
«Los hombres no tenéis necesidad de nuestras virtudes, sino de nuestras debilidades. ¿Queréis que os diga lo que hace peligroso al amor? Es la idea sublime que de él nos formamos, pero, en honor a la verdad, el amor considerado como pasión no es más que un instinto ciego que es necesario apreciar en lo que vale, un apetito que os inclina hacia un objeto más que hacia otro, sin que se pueda dar razón del porqué. […] Si fuese la razón o el entusiasmo quienes dirigiesen los asuntos del corazón, el amor sería insípido o frenético».
Ninon creía que la fuerza de la mujer está en sus defectos. Su siglo era eminentemente machista y ella, que dijo una vez que no pudiendo ser una mujer honesta sería un hombre cabal, juzgaba a las mujeres desde un punto de vista masculino, sin que por ello perdiese un átomo de su feminidad.
«Una mujer estimable en todos sus puntos os sujeta demasiado, os humilla demasiado para que la améis mucho tiempo. Obligado a estimarla y al mismo tiempo admirarla muchas veces, no podéis evitar que un día dejéis de amarla. Demasiadas virtudes son un reproche demasiado fuerte, una crítica demasiado importuna de vuestras intenciones que al fin herirán vuestro orgullo, y adiós al amor cuando se le martiriza. Los hombres en amor aspiran a la distracción, y creo ser una autoridad en esta cuestión, ya que he obrado siempre así. No hay sentimiento más frío y que dure menos que la admiración.
»Desgraciada mujer la que se muestra siempre igual en su carácter: la uniformidad debilita y disgusta. Es siempre la misma estatua, es tan buena, tan dulce que quita a los hombres hasta la libertad de discutir y pelearse, y esta libertad muchas veces es un gran placer. Nunca el amor es más fuerte que cuando se le cree próximo a romperse en una discusión. El amor vive entre tempestades, sin ellas languidece y muere».
El marqués de Sévigné se quejaba de la frialdad de su amada, que le reprochaba su desmesurado entusiasmo. Ninon le advierte:
«Siempre he pensado que quien se sabe contener dentro de unos justos límites está mediocremente enamorado».
La amada del marqués de Sévigné debe ausentarse durante un tiempo de París. Ninon comenta:
«La ausencia es un remedio al cual ninguna pasión, por viva que sea, puede resistir; insensiblemente se debilita hasta apagarse del todo».
El marqués protesta, cree en el proverbio que dice que el amor con la ausencia crece más, pero Ninon le desengaña: mira las pasiones y los afectos desde el punto de vista masculino, que para ella es sinónimo de egoísta:
«No quiero destruir vuestra pasión, hacerlo sería matarla y no debemos suicidarnos. A las pasiones no se las debe eliminar sino encaminarlas».
¿Qué opinión tiene Ninon de las mujeres? Las ve desde el punto masculino de su época:
«¿Cuál es el papel de las mujeres? No es otro que el de gustar, y sólo los encantos de su aspecto, las gracias de su persona, en una palabra todas las cualidades amables y brillantes, son las únicas posibilidades de lograrlo. Todas las mujeres las poseen en grado sumo. Inútil es que las tratéis de frívolas; no lo son, puesto que su destino es el de haceros feliz. Hay gran diferencia entre disfrutar simplemente de la felicidad o saborear el placer de este disfrute. La posición de todo lo necesario no contenta al hombre; es lo superfluo lo que le hace sentirse rico y satisfecho. No olvidéis que las grandes virtudes son como las monedas de oro, de las cuales se hace menos uso que de las de cobre».
La correspondencia de Ninon de l'Enclos ocupa doscientas veintisiete páginas en la edición de Garnier. Constituyen un verdadero breviario de amor para uso de amantes apasionados que ponen la pasión por encima del amor. El caso es que, siguiendo los consejos de Ninon, el marqués conquistó a su viuda y, según parece, el romance, dicho sea en lenguaje de hoy, duró poco.
Ninon de Lénclos, catedrática de amor, lo era únicamente de la superficial pasión. No sintió nunca un verdadero amor, sino sólo el que procede de los sentidos y no del alma. Ser un buen amante es una cosa, ser un verdadero enamorado es otra.