CAJÓN DE SASTRE

El tributo de las cien doncellas. Una patraña histórica conocida es la de que, con el objeto de asegurar Mauregato, que reinaba hacia el año 786, la tranquilidad de su reino y que no fuese atacado por los moros, prometió a éstos enviarles cada año cincuenta doncellas nobles y cincuenta plebeyas para sus harenes. Se dice también que Alfonso II el Casto rechazó pagar tal tributo que ya para entonces la leyenda cifraba en trescientas doncellas en vez de ciento, y se añade que el año 844 Abderramán, rey moro de Córdoba, reclamó nuevamente a Ramiro I el cumplimiento del tributo negándose este último en pagarlo, iniciando con ello una guerra que terminó con el triunfo de los cristianos en la batalla de Clavijo, gracias a la ayuda del apóstol Santiago, que se apareció en aquella ocasión montado en un caballo blanco.

Como puede suponerse, todo ello no es más que fruto de la imaginación, ya que el primero que habla de este pretendido tributo es el arzobispo don Rodrigo, cuatrocientos años después del tiempo en que se le supone. Fue una de tantas fábulas inventadas en aquellos tiempos para conservar y fomentar la aversión y el odio a los musulmanes.

Se dice también que Mauregato no hizo más que permitir el matrimonio entre mujeres cristianas con musulmanes y de aquí podría venir la leyenda del fantástico tributo. Además, uno se pregunta ¿de dónde iban a sacar tantas doncellas?

¿POR QUÉ SE DICE QUE UNA COSA ESTA CERRADA HERMÉTICAMENTE? Hermes Trimegisto fue un personaje, tal vez fabuloso, que, según algunos, los egipcios consideraban como el padre de todas las ciencias, el legislador y bienhechor de Egipto. Se le suponía que había vivido veinte siglos antes de Jesucristo y se le atribuyeron multitud de obras relativas a la religión, las ciencias ocultas y las no ocultas. Aún hoy en día se publican tales obras. Por ser su doctrina muy difícil de entender se llamó hermética toda filosofía obtusa y reservada a unos pocos iniciados. También se llamó ciencia hermética a la alquimia, encaminada a encontrar la transmutación de los metales y al hallazgo de la panacea o medicina universal. Entonces se llamó sello hermético al que tapaba una vasija de modo que nada pudiese entrar o salir de ella, lo que solía verificarse ablandando o fundiendo el cuello de la botella o vaso y doblando o retorciendo la pasta del vidrio, metal o lo que fuese con unas tenazas o pinzas. A este sistema se le llamaba cerrar herméticamente. Hermes es también el nombre griego de Mercurio.

De dónde viene el nombre ateneo. Una de las más importantes divinidades de la religión griega es Atenea, que en la mitología latina se llamó Minerva. Diosa de la inteligencia, protege la paz y las obras femeninas que los griegos llamaban obras de Atenea. También protegía la fecundidad del matrimonio, los partos y la educación de los niños; asimismo es diosa de la agricultura y de la industria. En el Ática se le atribuía el origen del cultivo del olivo y era también la diosa de las bellas artes y de la artesanía, tanto ejercitada por mujeres como por hombres. Se adjudicaban a Atenea la lucidez y el ingenio, la prudencia, la astucia, la profundidad del intelecto y era considerada natural protectora de los filósofos y científicos. De aquí que se dé el nombre de Ateneo a los centros culturales privados o públicos, así como a algunas universidades. Pero también se dice que el nombre de Ateneo deriva del erudito Ateneo de Naucrates, que vivió entre el 180 y el 220 de nuestra era. Es autor de una obra titulada Deipnosofistai o banquete de los sofistas, obra importante porque en ella se nos presentan fragmentos de obras literarias, filosóficas y científicas de la antigüedad griega y latina hoy perdidas. La obra describe un banquete que ofrece el rico romano Laurentius a varios amigos y durante el cual se habla de todo, desde filosofía y leyes hasta gastronomía. Tal vez por ello pudiera llamarse Ateneo a una reunión de carácter más o menos intelectual en la que se discute de todo lo humano y lo divino.

Los ateneos tienen su origen en el siglo XIX. En el siglo XVII los escritores o intelectuales en general eran considerados poco más que como criados de los grandes. Recuérdese a este respecto las humillantes dedicatorias que personajes como Cervantes, Lope de Vega o Calderón ponen al frente de sus obras. El siglo XVIII fue el siglo de las academias, que, a imitación de la francesa, creada en el siglo anterior por Richelieu, pulularon por todo Europa. En ellas los intelectuales que conseguían entrar eran tratados en pie de igualdad por los nobles y personalidades importantes. En el siglo XIX la accesión de la burguesía al poder democratizó las sociedades culturales y se crearon los Ateneos, que cada vez van perdiendo, los que subsisten, su carácter selectivo para convertirse en refugio de estudiantes y jubilados. Sólo escapan a esta regla algunos ateneos que por su riqueza bibliográfica ofrecen al estudioso archivos y bibliotecas de gran valor.

El año 135 el emperador Adriano concibió la creación de un edificio público destinado a reuniones poéticas, jurídicas o similares, al que dio el nombre de Ateneo. Fue erigido frente al Capitolio, donde ahora está la Iglesia de Ara Caeli, pero con la caída del imperio romano desapareció este primitivo Ateneo para no reaparecer hasta muchos siglos después.

¿Por qué el heredero del trono de España se llama príncipe de Asturias? El erudito Joaquín Bastús explica el hecho de la siguiente forma en un libro publicado en 1862. «Acordóse por primera vez dar el título de príncipe de Asturias, una de las provincias de España más adictas y decididas por sus monarcas, a los primogénitos, inmediatos sucesores de los reyes, en las negociaciones secretas entabladas en Bayona entre el rey de Castilla don Juan I y el duque de Lancaster —Alencastre— cuando se trataba de casar al infante don Enrique con doña Catalina, hija del duque y de doña Constanza de Castilla; y esto se propuso por el inglés Alencastre a imitación de lo que pasaba ya en Inglaterra, en donde el primogénito del rey llevaba ya, como lleva ahora, el título de príncipe de Gales.

»Este acuerdo de que se titulase príncipe de Asturias el infante don Enrique, y sucesivamente los demás primogénitos, presuntivos herederos del trono de Castilla, fue confirmado luego en las Cortes que celebró su padre don Juan I en la villa de Briviesca a principios del año 1388.

»El primer infante de España, por consiguiente, que llevó el dictado de príncipe de Asturias fue el referido don Enrique, proclamado a la corta edad de nueve años, quien reinó más adelante con el nombre de Enrique III.

»Hasta entonces todos los hijos e hijas de los reyes de España solían llamarse indistintamente infantes e infantas; desde esta época en que el primogénito tomó el título de príncipe de Asturias, sólo los demás hijos e hijas conservaron el de infantes.

»Sin embargo, este titulo de honor que ahora se da a los hijos e hijas de los reyes de España y Portugal, aunque dicen que data ya del reinado de Bermudo III en el siglo XI, creemos con algún fundamento que no pasó a ser propio y exclusivo de los hijos del rey hasta después del casamiento de Leonor de Inglaterra con don Fernando II de Castilla por los años 1170, que lo dio oficialmente a su hijo Sancho.

»La ceremonia de conferir la investidura de príncipe de Asturias al infante don Enrique se practicó del modo siguiente:

»El rey, su padre, ante un numeroso concurso, hizo sentar a su hijo en un trono magnífico, vistióle un manto real de púrpura y cubrió luego su cabeza con el sombrero. Colocó en seguida en la mano del príncipe una vara de oro, y dándole paz en el rostro; es decir, un ósculo en la cara, le saludó delante de toda la corte con el dictado de príncipe de Asturias.

»Don Fernán Álvarez de Oropesa, que por su oficio debía en la jura de don Enrique tener el estoque real desnudo, cedió esta prerrogativa, por disposición del rey para más honrar al príncipe, a Fernán Yáñez de Saavedra, camarero que era del mismo don Enrique.

»Ya hemos dicho que el príncipe heredero en Inglaterra lleva el título de príncipe de Gales, y esto desde el año 1282, en que fue incorporado a la corona dicho principado.

»En Francia, durante el antiguo régimen, el hijo primogénito del rey llevaba el título de Delfín, costumbre que pasó a ser constante desde 1440, cuando Carlos VII donó la provincia del Delfinado a su hijo primogénito.

»El príncipe heredero en Portugal suele llevar el título de duque de Oporto; el de los Países Bajos, el de príncipe de Orange; el de Nápoles, duque de Calabria, etc.».

El príncipe de Asturias ostenta o debe ostentar los títulos de príncipe de Gerona, erigido primeramente como ducado en 1351 por Pedro III de Cataluña y IV de Aragón en favor de su hijo primogénito, Juan, después Juan I, y elevado a principado en 1416 en favor del primogénito Alfonso, título que fue usado por los herederos del trono de España hasta el advenimiento de los Borbones.

También le corresponde el título de conde de Montblanc, creado en 1387 por Juan I en favor de su hermano Martín, luego Martín I. Este título dejó de ser usado al llegar los Borbones a España.

Y por último tiene derecho al principado de Viana, creado en 1423 por Carlos III de Navarra en favor del heredero de la Corona, su nieto Carlos de Aragón, hijo primogénito de su hija la infanta Blanca.