***

James lo abrazó desde atrás y mordió el lóbulo de su oreja.
—Acabo de hablar con la señora Taylor. Prácticamente me ha ordenado que te permita organizar el cumpleaños del Presidente.

Blue buscó su mirada a través del espejo. James siempre le quitaba el aliento, esos ojos verdes tan intensos, su hermoso rostro, el tono de su voz que producía mariposas en su estómago. Giró y se puso frente a frente.

—¿Qué le respondiste?

—¿Crees que esa señora aceptaría un no de mi parte? Bueno no tuvo necesidad le dije que lo harías con mucho gusto. ¿Le dije la verdad?

—Sí. Le dijiste la verdad. Me lo había pedido esta tarde en el camping.

—Sí, el camping… el camping, la piñata, la calesita con sorteos, la noche de los disfraces, me enumeró cada una de las cosas maravillosas que se te habían ocurrido para estos cinco días. La mujer me dijo que si algún día decido dejarte ir solo tienes que decírselo y ella te conseguirá tanto trabajo que te harás rico en poco tiempo.

—Ohhh.
—Ohhh.
—¿No se lo dijiste?
—¿Qué cosa?
—Qué ya soy rico.
—¿Rico?
—¡Por supuesto! Te tengo a ti. Eso me hace muy, muy rico.

James lanzó su carcajada. Y luego lo besó. Lo empujó hacia la pared del camarote y saqueó su boca, apretando todo su cuerpo contra el de Blue.

Blue gimió y se adhirió a James. Sus manos buscaron su bragueta pero James las retiró.
—No, señor millonario. Esta vez me toca a mí.

James bajó y se arrodilló frente a él. Abrió la bragueta de su pantalón y dejó su miembro al descubierto. James lamió sus labios y Blue gimió solo con verlo.

12

Nadie puede saltar su turno de corte
Las reglas del juego

Blue pasó las manos por su traje, tocó la corbatita y cuando confió en que todo estaba en orden golpeó la puerta del camarote de Tadeus Colter.

—¡Adelante!
Cuando pasó Tadeus estaba ubicado detrás del pequeño escritorio que se ubicaba en el cuarto. Blue se quedó de pie frente a él.
—Buenas noches señor Colter ¿Tenía algo que decirme?
—En realidad, algo que darle.
—¿Darme?
—Así es.
Tadeus empujó un pequeño papel sobre el escritorio hacia él.
—¡Tómalo! —ordenó displicente.
Blue lo levantó y lo leyó. Un cheque de 150.000 dólares. Sin entender lo miró.
—¿Un cheque? —Como verá la cantidad es realmente buena. Esa cantidad convertiría a cualquier hombre en uno rico.
—¿Necesita que se lo lleve a alguien?
—Es para usted.
—¿Para mí? No entiendo.
—Con eso puede comprarse hasta su propio casino, si le gusta.
—Supongo que sí. ¿Pero por qué me daría esto a mí?
—Creo que la respuesta es evidente: necesito que James recupere su cordura y usted molesta.
—¿Quiere que…
—Ya lo entendió. Mi hijo tiene un futuro político inmenso. Pero debe hacer las cosas bien.
—Y eso significa casarse con la señorita Taylor.
—Es mucho dinero, señor Anglat. Creo que será muy feliz cuando salga de este barco como un hombre rico.
—Últimamente demasiada gente me ha dicho que seré rico.
—Cuando lleguemos a Minneapolis quiero que se baje del barco y nunca jamás vuelva a subir.
—¿Por qué cree que haré eso?
—Por dinero, ¿acaso hay algo más?
Blue sonrió. Puso el cheque sobre el escritorio.
—Creo señor Colter que hay mucho más que el dinero. Pero supongo que usted no lo entendería.
—¿Lo está rechazando?
—Así es. Si me permite tengo muchas cosas que hacer para la cena.
—Va a arrepentirse.
—No. Puedo arrepentirme de muchas cosas en esta vida pero no de esta.

—¿Acaso cree que alguna vez ustedes dos serán algo? Su… relación es asquerosa —hizo un pausa y agregó con asco—, e inmoral.

—Usted nunca lo entendería. No creo que haya amado a nadie. ¿O sí?
—¿Qué te ha hecho pensar que un maldito bastardo negro puede juzgarme?
El ímpetu de su cólera sobresaltó a Blue. No agregó ni una sola palabra más salió del cuarto.

Mientras caminaba hacia la planta baja iba preguntándose si debía contarle o no a James lo que acababa de suceder. Decidió que esa noche no. Esperaría que todos los invitados al evento se hubieran retirado y se lo contaría.

Una hora después fue llamado por el vicepresidente. Dejó rápidamente la cocina y ágilmente subió las escaleras del primer piso camino hacia la terraza donde todo el mundo estaba reunido ahí para la gran fiesta de despedida. Al amanecer ya estarían atracando en el puerto y todos se despedirían.

—Anglat —dijo uno de los nuevos empleados. Se sorprendió, no había visto a nadie y aunque todo el barco estaba bastante iluminado, el sector de donde apareció el hombre permanecía en las sombras.

—¿Sí?

Dos hombres aparecieron como de la nada. Estaban usando un delantal de cocina blanco, ese era el uniforme de los ayudantes de Marcel y Rosie. Acababa de salir de ahí y no los había visto.

—¿Pasa algo? —preguntó regresando hacia ellos.
Algo en la actitud de los hombres lo puso en guardia. Se quedó quieto al instante en que había avanzado.
—Tenemos un mensaje para ti.

Los hombres se separaron y se ubicaron a sus costados. Definitivamente estaban buscando hacerle daño. Blue se ubicó de manera de poder defenderse y apretó sus puños.

—El mensaje dice: «Perdiste tu oportunidad mapache».

Ambos hombres se dirigieron hacia él para tomarlo de sus brazos. Al querer afirmarse lo único que logró fue resbalar. Los hombres avanzaron decididos, lo tomaron de sus axilas y enfilaron directo hacia la balaustrada. Blue supo que su intención era tirarlo al agua.

Las lecciones obligatorias y diarias de defensa personal aparecieron en su cabeza, en vez de intentar huir usó esa misma fuerza para acercarlos a su cuerpo, los hombres estaban tan juntos que chocaron, Blue soltó uno de sus brazos y se afirmó en la misma barandilla del balcón para empujar de una patada a uno de ellos. El otro comprendiendo su intención se lanzó para someterlo por detrás enlazando sus brazos.

—¡Qué demonios!
Blue escuchó perfectamente la voz de Phil cuando ya intentaban levantarlo para arrojarlo al río.
Phil no fue muy diplomático al mismo tiempo que gritaba se arrojó sobre los tres alejándolos de la baranda.
—¡Dermont!

De la nada apareció Dermont y se lanzó también sobre ellos. Habían caído al piso de la nave, Dermont cayó sobre Blue sin entender qué pasaba pero al ver que los hombres intentaban continuar con su misión él mismo se puso de pie y comenzó a luchar. No era muy bueno con sus puños pero era fuerte. Entre los tres intentaron reducir a los dos hombres.

—¿Qué?

James apareció de improviso atraído por los gritos y los golpes, vio a Blue, Phil y Dermont luchando contra dos de los empleados.

—¿Qué está pasando aquí? —gritó.

Detrás de él otros miembros aparecieron y sostuvieron a los atacantes. James pasó sus ojos sobre Blue, solo un pequeño golpe visible en su frente, parecía estar bien.

—¿Qué está pasando?
Volvió a preguntar, esta vez directamente a Blue.
—Creo que querían tirarme al río.
—¿Tirarte?
James sintió la música de inicio del agasajo y ordenó.
—Phil, Dermont, llévenselos y enciérrenlos hasta que lleguemos a Minneapolis. Hablaremos cuando la fiesta termine.
—Sí, señor.
James miró a Blue y se acercó a él, tomó su cara y miró su frente.
—Aunque no lo creas fue Phil con su cabeza —dijo atajándose.
—¿Estás bien? —Lo estoy.
—¿Qué pasó Blue?
—Yo… no lo sé… solo me dijeron que…
—¿Qué te dijeron?
—Un mensaje: eso era todo. Un mensaje.
—¿Qué decía qué?
—Perdiste tu oportunidad… mapache… eso dijo. Eso es todo.
—¿Todo? No, no es todo. ¡Mírame! A los ojos Blue, ahora dime qué significa ese mensaje.
—Yo…
—¿Qué significa?
—Iba de decírtelo después.
—¿Después de qué? ¿Y qué ibas a decirme que no me has dicho?
—Yo... tu p… ¿podemos hablarlo después? La cena ya comenzó y eres el invitado de honor…

—¿Mi qué? ¿Mi padre? ¿El mensaje es de mi padre? —La certeza de que no estaba errado lo hizo exclamar enojado— ¡Hijo de puta! ¡Se atrevió a amenazarte!

Intentó salir hacia las escaleras que subían a la terraza y Blue lo detuvo de la manga.
—Espera, espera, por favor Jim, por favor. Escucha. No vale la pena… no ahora. Él…
—¿Qué te hizo? —Voy a decírtelo todo, pero no ahora.
—Blue…
—Tienes que confiar en mí. Bastante duro le será a tu padre verme en la sala contigo. No pasó nada, estoy bien.
—Podrían haberte matado y de solo pensarlo…

—Estoy aquí, estoy bien y necesito que confíes en mí. Por favor. No hagas nada esta noche, no hagas nada, por favor Jim. Ahí afuera hay personas muy importantes para tus negocios. Hazlo por mí… por favor. Solo haz de cuenta que nada pasó. Nada. Te contaré todo con lujo de detalles y luego dejaré que hagas lo que quieras. No me meteré. Lo prometo.

—Blue…
—Déjalo pasar… hasta mañana.
James lo miró y se acercó hasta él. Bajó su cabeza y lo besó suavemente.
—Hablaremos después, no saldrás tan bien parado de esto Blue. No me gusta que me oculten cosas.

—Señor Colt, el Vicepresidente lo necesita —la voz de uno de los mozos hizo que James lo soltara. Lo hizo darse vuelta y lo empujó por el hombre.

—¡Vamos!

Con algo de temor por el evidente enojo de James, Blue lo acompañó. La terraza estaba decorada con llamativas pantallas chinas se habían dispuesto mesas redondas y todo el mundo comía amablemente en un ambiente completamente musical.

James caminó llevando su mano sobre la espalda de Blue durante todo el recorrido hasta la mesa del Vicepresidente, cuando pasó cerca de uno de los mozos le dijo algo al oído y siguió su camino.
Vincent Taylor se puso de pie y lo saludó con la mano.

James sonrió y se acercó Blue intentó quedarse pero James no se lo permitió. La mesa del Vicepresidente tenía cerca de diez comensales, entre ellos, Amanda, su esposa, su hija Sophie y Tadeus Colter ubicado del otro lado. Taylor por deferencia había dejado un lugar a su derecha para James, cuando él se acercó, un mozo se apresuró a adelantarse y colocó un puesto más en dos segundos.

Blue cerró sus ojos y le dijo.
—Jim…
Se suponía que él no se sentaría a la mesa de nadie, tenía un trabajo que hacer.
—¡Siéntate! —fue su orden.
—Señor Colt casi comemos sin usted —dijo Taylor—, qué bueno que están aquí, esto parece un manjar.
James y observó del otro lado a su padre. Corrió la silla de Blue y esperó que se sentara para luego hacerlo él.
Blue cerró sus ojos un segundo. Esa era toda una declaración de guerra.
Amanda Taylor aplaudió y chilló como una jovencita.
—Blue, he soñado verte en nuestra mesa desde que hemos llegado.

James sonrió y miró primero a su padre y luego a Blue. Luego tomó una copa y se puso de pie. La tocó con una cuchara y el suave tintineo atrajo la atención de todos.

—Quisiera hacer un brindis, por una pareja adorable que se ha sabido ganar el cariño de todos sus amigos aquí presente. Señora, señor… ¡Feliz Aniversario!

Todos brindaron y luego aplaudieron.