18

—¡Doctor, la señora North está mal!

—¿Qué? Tranquila Margot, respira, no grites y dime… ¿qué pasa con la señora North?

—Estábamos cocinando, y de repente cayó al suelo. No he logrado reanimarla.

—Voy.

El doctor Gabriel Royal, Gabro para los amigos, hacía mucho tiempo que había dejado la atención de pacientes para dedicarse a la investigación, pero no podía negar que ser doctor era su vida, la adrenalina de no saber con qué se encontraba lo había llevado a utilizar un día a la semana para cuidar de pacientes indocumentados que no podían pagar ningún tipo de salud. Su maletín de emergencias estaba siempre en el mismo lugar y siempre en estado. Lo tomó y salió corriendo. De su casa a la de Dereck solo había un poco más de cien metros de distancia. En menos de dos minutos ya había ingresado a la casa y corrido hacia la cocina. Margot y su esposo habían acomodado a Deanna North de costado, sobre el mismo suelo. Ambos al verlo se hicieron a un lado y lo observaron nerviosos mientras él habría su maletín y sacaba su estetoscopio.

—¿Qué pasó?

—No lo sé. Estábamos bien, charlando y de repente ella gritó “No” y cayó al piso.

—¿No?¿Solo eso? ¿Comió o bebió algo?

—No. Estaba perfecta, riendo. Solo se sostuvo con fuerza el silbato en su pecho, gritó y cayó al suelo. ¿Qué la pasa?

—No lo sé. Llama a la ambulancia Teddy.

El hombre obedeció de inmediato.

El pulso era errático y demasiado lento, su presión arterial era alta, no se veían heridas y ella tendía a adoptar una posición fetal, respiraba con mucha dificultad como si el aire le faltara. Intentó moverla y a pesar de que ni siquiera protestó el rictus de dolor en su cara le dijo que estaba sufriendo. Movió sus párpados y no respondió ante la luz.

—¡Demonios!

—¿Qué pasa Gabriel?

—No lo sé Margot. ¿Dices que no ha comido nada?

—El desayuno, café, naranja y galletas. Nada más.

—¿Toma medicamentos?

—No lo sé…

—La ambulancia demorará unos minutos ha habido un choque en cadena con herida en la interestatal.

—¡Demonios! Busca mi camioneta Teddy. ¡Rápido! La llevaremos nosotros. Margot, trae una manta, su temperatura está bajando.

Deanna North no se veía bien.

Margot observaba a Gabro conversar con otros tres médicos a través de la puerta que separaba el sector dedicado a terapia intensiva. Después de pasar por la sala de guardia la habían ingresado directamente a Terapia. Teddy estaba sentado más atrás. Ella tenía un pañuelo húmedo de tanto llorar. Por órdenes de Gabriel había revisado las pertenencias privadas de Deanna, y en ellas no había ni un solo medicamento. La fuerte presencia a su lado la hizo girar su cabeza.

—¡Señor Castell!

—¿Alguna noticia?

—Nada más que lo que ya sabemos. No saben qué le pasa.

Reno golpeó la puerta de cristal y todos giraron para ver quién era. Reno hizo una seña y Gabro respondió con una cabeceada. Continuó su charla unos segundos y salió. Reno se había mantenido inmóvil esperando.

—¿Qué pasa?

—El avión de Dereck ha desaparecido.

—¿Qué?

—Perdieron comunicación con él y no llegó a destino.

—¡Demonios!

Enojado giró mirando hacia el interior de la sala de terapia y de pronto su rostro se ensombreció.

—¿Será que …?

—¿Será qué? —aguijoneó Reno ante su silencio.

—¿Cuándo se perdió la comunicación?

—Hace cerca de tres horas.

—La misma hora en que Deanna North cayó inconsciente.

—¿Estás pensando que hay alguna relación?

—No lo sé. ¿Recuerdas lo que nos contó Wolff Carter?

—Sí. Entonces ¿Dereck… está…?

—No lo sé. Ella está inconsciente.

—Ya se inició la búsqueda de Dereck… North y Dominic venían con él.

—Lo sé. Reno… tienes que entrar y preguntarle.

—¿Yo? Es inútil si ella no está consciente.

—Si Dereck está vivo ella puede ayudarnos.

—¿Te estás escuchando? Ella está en terapia.

—Y nadie sabe qué le pasa. Reno, tú tienes un don…

—Una cosa es que pueda convencer a la gente de decir cosas que no quiere, pero otra muy diferente es interrogar a una mujer inconsciente que ni siquiera sabe lo que ha pasado con su marido.

—Solo inténtalo. El que nunca lo hayas hecho no significa que no se pueda. ¿Qué puedes perder? Pero si tengo razón…

—Creo que estás sobredimensionado las cosas que puedo hacer.

—Tal vez Reno, pero es demasiada casualidad, ella cayó al suelo a la misma hora que el vuelo se perdió. Están unidos, lo sé. Por favor…

—Soy un buen rastreador podría viajar a la zona donde perdieron la comunicación.

—Solo inténtalo. Si no obtienes nada… adiós teoría.

—…

—Reno…

—Lo haré.

—Ven, debes vestirte. Escucha…

Le dijo mientras ambos ingresaban al vestuario de terapia.

—Creo que ambos, Dereck y Deanna están conectados, debe haber alguna manera en que ella pueda decirte dónde está Dereck. Dónde cayó y si está bien…

—Lo está.

—Bien, lo está. Escucha Reno, esto no solo es importante por Dereck, si él está bien, ella mejorará.

—¿Estás seguro?

—No, no lo estoy. De hecho ya no sé qué pensar. Pero me estoy aferrando a esa idea. Mientras más rápido se ubique a Dereck, más rápido ella mejorará.

Reno Castell trabajaba como investigador del FBI especializado en secuestros y asesinos seriales. Como todos los de Gallia, mantenía dentro de sí, tres weres pero tenía un talento que lo diferenciaba: un tono de voz que hipnotizaba cuando quería. Esa habilidad le había dado una gran ventaja en su trabajo. Nadie podía resistirse a su voz. Pero era realmente consciente de que jamás lo había aplicado a alguien conectado a una serie de máquinas y sin pronóstico alguno de su estado.

Conoció a Deanna North el día en que se casó con Oliver, le pareció una verdadera tontería, ella era demasiado joven. Y si bien a nadie lo confió pensó que se casaba por dinero. Oliver lo tenía y con creces. Jamás vio su nombre en los medios periodísticos asociada a algún escándalo; catorce años después le había demostrado que era una dama.

Ella dormitaba en posición fetal, de pronto comprendió que en realidad había adoptado la forma en que reposa un lobo herido.

¿Será?

Se tocó el barbijo y por un segundo se planteó si su voz sería la misma a través de él. Se acercó hasta la cama. Tenía conectores hacia los aparatos que la rodeaban. Alguien había recogido su larga cabellera y su piel parecía realmente translúcida. El único sonido de la habitación eran los monitores y sus chips. Tomó una silla y se acercó a ella lo más que pudo, casi sobre su oído y buscando el tono exacto le dijo:

—Deanna, soy Reno. Necesito hacerte unas preguntas y debes intentar responderme. ¿Me escuchas?

Ella no contestó, ni hizo movimiento alguno.

—Deanna, necesito tu ayuda. Oliver necesita tu ayuda. Ha tenido un accidente y debemos encontrarlo.

No hubo respuesta.

—Oliver y Dominic viajaban con Dereck. Tienes que ayudar a Dereck. Y la única manera de poder ayudarlo es decirme dónde está.

El cuerpo de Deanna se movió apenas pero lo suficiente como para saber que ella sí lo oía.

—Deanna, sé que no te sientes bien, pero debes decirme dónde está Dereck. ¿Lo sabes? ¿Lo sabes Deanna? Dímelo.

Deanna movió los labios y Reno se acercó hasta ellos.

—Dereck…

—Sí, Deanna, Dereck… ¿sabes dónde está?

—He…rido.

—Sí, está herido. Deanna busca a Dereck, dile que abra sus ojos, dile que te muestre dónde está. ¿Puedes hacerlo? Busca a Dereck.

—No.

—Tienes que hacerlo, si quieres vivir, si quieres que Dereck viva tienes que hacerlo.

—Due…le.

—Déjala Reno. Está sufriendo —dijo Gabriel a su lado.

Reno lo miró.

—Espera —y volvió a hablarle a Deanna—. Lo sé Deanna, sé que duele. Aleja el dolor Deanna. Aléjalo de ti. Dile al dolor que se retire. Tienes que salvar a Dereck. Ya no duele… concéntrate en mi voz… ya no hay dolor… repítelo Deanna.

—No… hay... dolor…

El cuerpo de Deanna se aflojó. Reno tomó una de sus manos y la sostuvo contra las suyas.

—Deanna, Piensa en Dereck. Piensa en él y dile que abra los ojos y te muestre dónde está. Tú puedes Deanna, tienes que hacerlo. Por ti y por él. Dile que te muestre dónde está.

Deanna siguió con los ojos cerrados un par de segundos luego los abrió. Parecían negros.

—¿Qué estás viendo Deanna? ¿Qué ves?

—Agua… lago Orback... montaña… arriba. Arriba montaña.

—Duerme Deanna, duerme ahora. Lo hiciste muy bien. Descansa.

Deanna cerró los ojos y volvió a adoptar la posición fetal.

—Ella estará bien Gabro, ambos.

Reno salió rápidamente de la habitación. Gabriel miró a Deanna dormir. Ya no se veía el rictus de dolor en su entrecejo. Miró los aparatos y si bien su pulso aún no era normal, sus latidos habían encontrado un ritmo más rápido. Sí, ambos estarían bien. Solo tenían que encontrar a Dereck.