Palabras.

Antes se me daban bien las palabras.

Antes se me daban bien muchas cosas.

Venli trató de armonizar al Ritmo de la Arrogancia mientras recorría los salones de Urithiru. Pero no dejaba de encontrar el Ritmo de la Ansiedad. Era difícil armonizar a una emoción que no sentía, y hacerlo le parecía una mentira peor que las que acostumbraba a contar. No una mentira a otros, ni a sí misma. Una mentira a Roshar.

Timbre latió tranquilizadora. Eran tiempos peligrosos, que requerían elecciones peligrosas.

—Eso se parece muchísimo a las cosas que me decía Ulim —susurró Venli.

Timbre latió de nuevo. La pequeña spren opinaba que Venli no debía cargar con la culpa de lo que había hecho, de que el vacíospren había manipulado su mente, sus emociones, sus objetivos.

Pero por muy sabia que fuese, Timbre se equivocaba en eso. Ulim había amplificado las ambiciones de Venli, su arrogancia, pero era ella quien le había entregado las herramientas con las que trabajar. Una parte de ella todavía sentía algunas de aquellas cosas. Aun peor: Ulim había salido de su gema corazón de vez en cuando durante aquellos tiempos, y aun así Venli había cumplido los planes, sin estar sometida a su influencia.

Quizá no tuviera toda la culpa de lo ocurrido. Pero había tomado parte voluntaria en ello. Tendría que hacer lo que pudiera para compensarlo. Así que mantuvo la cabeza alta y caminó como si fuese la dueña de la torre, seguida por Rlain, que cargaba con la enorme caja como si obedeciera sus órdenes. Era necesario que todos la vieran tratándolo como a un siervo. Con un poco de suerte, así sofocarían algunos rumores que corrían sobre ellos dos.

Rlain se acercó más a Venli cuando llegaron a una zona menos poblada de Urithiru.

—La torre sí que da una sensación más oscura, Venli —dijo Rlain al Ritmo de la Ansiedad, lo que no ayudó en nada al ánimo de Venli—. Desde la…

—Calla —lo interrumpió ella. Sabía lo que Rlain había estado a punto de decir: desde la pelea en el mercado.

A esas alturas la torre entera ya sabía que Kaladin Bendito por la Tormenta, Corredor del Viento y campeón, luchaba. Que sus poderes seguían funcionando. Los Fusionados se habían aplicado en difundir una historia distinta: que Kaladin había fingido sus poderes Radiantes con fabriales, que había muerto durante un cruel ataque a inocentes civiles cantores en el mercado.

Venli encontraba inverosímil la historia, y eso que solo conocía a Bendito por la Tormenta por su reputación. Dudaba que la propaganda fuese a engañar a muchos humanos. Si la responsable del mensaje hubiera sido Rabeniel, el relato habría sido más sutil. Por desgracia, la Dama de los Deseos pasaba casi todo el tiempo dedicada a sus investigaciones y había permitido que el Perseguidor se pusiera al mando.

Las tropas personales del Perseguidor dominaban la torre. Ya se había producido media docena de incidentes de cantores apaleando a humanos hasta casi matarlos. Aquel lugar era un caldero a punto de hervir, esperando ese poquito de combustible adicional que lo hiciera rebosar. Venli tenía que estar preparada para sacar de allí a los suyos cuando eso ocurriera. Con un poco de suerte, el cajón que cargaba Rlain ayudaría con eso.

Cabeza alta. Canturrear a Arrogancia. Caminar despacio pero con aplomo.

Cuando llegaron a la enfermería de los Radiantes, los nervios de Venli estaban tan crispados que podría haber tocado un ritmo rasgándolos. Después de que entrara Rlain, cerró la puerta que habían hecho instalar hacía poco a unos trabajadores humanos y por fin armonizó a Alegría.

En el interior, el cirujano humano y su esposa atendían a los Radiantes comatosos. Lo hacían mucho mejor que el personal de Venli: el cirujano sabía cómo minimizar la formación de llagas en los cuerpos humanos y cómo detectar las señales de deshidratación.

Cuando entraron Venli y Rlain, Hesina, la esposa del cirujano, corrió hacia ellos.

—¿Los traes? —preguntó a Rlain, ayudándolo con la enorme caja.

—Qué va, esto es mi colada —dijo él a Diversión—. He pensado que, como Venli es tan poderosa e importante, a lo mejor conseguía que alguien la hiciera por mí.

¿Estaba bromeando? ¿En esos momentos? ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Si los descubrían, significaría la ejecución de todos ellos… o algo peor.

La mujer humana se echó a reír. Llevaron la caja hasta el fondo de la sala, lejos de la puerta. El hijo de Hesina dejó los cordones de zapatos con los que había estado jugando y se acercó con paso inestable. Rlain le revolvió el pelo y luego abrió el cajón. Sacó los papeles que había puesto encima para despistar, revelando los estuches de planos.

Hesina soltó aire en una aproximación humana al Ritmo del Asombro.

—Cuando Kal y yo nos separamos —explicó Rlain—, después de que la reina se rindiera, me di cuenta de que podía ir donde quisiera en la torre. Mezclé un poco de ceniza negra con agua para taparme el tatuaje, disimulándolo con mi pauta. Los humanos estabais recluidos, así que mientras diese la impresión de estar ocupado en algo importante, los cantores me dejaban en paz.

»Entonces me dije: “¿Qué es lo mejor que puedo hacer para socavar la ocupación?”. Supuse que tenía un día como mucho antes de que los cantores se organizaran y la gente empezase a preguntarme quién era. Pensé en sabotear los pozos, pero pensé que eso perjudicaría a demasiados inocentes. Me conformé con esto.

Pasó la mano por encima de los tubos que llenaban la gran caja. Hesina sacó uno y desenrolló el plano que contenía. Representaba la trigésima sexta planta de la torre, cartografiada hasta el más mínimo detalle.

—Por lo que tengo entendido —dijo Rlain—, en los puestos de guardia y los despachos de los maestros de sirvientes solo hay planos de los pisos bajos. Los planos de los niveles superiores se guardaban en dos sitios: en la cámara de información de la reina y en la sala de mapas. Pasé por la sala de mapas y la encontré incendiada, supongo que por orden de la reina. La cámara estaba en la planta baja, donde no podrían haber llegado sus tropas, así que imaginé que era posible que estuviera intacta.

Rlain hizo un encogimiento de hombros humano.

—Es increíble lo fácil que fue entrar —prosiguió a Resolución—. Habían matado o expulsado a los guardias humanos, pero los cantores aún no sabían lo valioso que era ese lugar. Pasé caminando sin más por un punto de control, metí todo lo que pude en un saco y me fui de allí. Les dije que pertenecía a un equipo que estaba recogiendo toda forma de escritura humana.

—Fuiste valiente —dijo Lirin el cirujano, que había llegado y estaba cruzándose de brazos—. Pero no sé lo útiles que van a ser, Rlain. No creo que haya mucho que les interese en los pisos superiores.

—Podría ayudar a Kaladin a seguir escondido —respondió Rlain.

—Tal vez —dijo Lirin—. Pero temo que hayas hecho un gran esfuerzo y corrido un gran peligro para lograr lo que podría suponer solo un leve inconveniente para la ocupación.

Ese hombre era un pragmático, actitud que Venli aprobaba. Ella, en cambio, estaba interesada en otros asuntos.

—El complejo de túneles —dijo—. ¿Hay algún plano de los túneles que discurren bajo la torre?

Rlain hurgó un momento entre los estuches y sacó un mapa.

—Aquí está. ¿Para qué lo quieres?

Venli lo aceptó con reverencia.

—Es una de las escasas rutas de huida, Rlain. Yo vine por esos túneles y son todo un laberinto. Rabeniel conocía el camino, pero dudo que yo pudiera sacarnos por mi cuenta. En cambio, con esto…

—¿El enemigo no derrumbó esos túneles? —preguntó Lirin.

—Sí —respondió Venli—, pero quizá tenga una forma de resolverlo.

—Aunque la tengas —dijo Lirin—, tendríamos que cruzar la zona más protegida de la torre, el lugar donde los Fusionados están investigando los fabriales de Urithiru.

Sí, pero ¿Venli podría usar sus poderes para crear un túnel en la piedra? ¿Un túnel que rodeara al taller de Rabeniel y el escudo y llegara hasta las cavernas de abajo?

Quizá. Pero Venli seguía teniendo un problema más grave. Antes de que pudieran huir, tenía que asegurarse de que los Fusionados no los perseguirían. Escapar de la torre para morir a manos de un Celestial en las montañas no serviría de nada.

—Rlain —dijo Hesina—, los planos son una maravilla. Has hecho más de lo que nadie podría esperar de ti.

—A lo mejor esto no habría sido todo, si no la hubiera fastidiado —dijo Rlain a Reconciliación—. Me pararon en el pasillo y me pidieron el nombre del Fusionado a cuyas órdenes estaba. Tendría que haberme hecho el tonto en vez de darles un nombre que había oído antes. Resulta que esa Fusionada no tiene personal. Es una de los perdidos.

—Podrías haberte encerrado en una celda cuando la torre cayó —dijo Lirin—, y fingir que eras un prisionero. Así, los Fusionados te habrían liberado y nadie sospecharía nada.

—Todos los humanos de la torre saben quién soy, Lirin —repuso Rlain—. El parshendi «domesticado» de tu hijo. Si hubiera hecho esa jugada, al final los cantores me habrían descubierto y habría terminado en una celda de verdad. —Volvió a encogerse de hombros—. Pero terminé en una de todos modos.

Lirin y Hesina empezaron a mirar los planos del cajón mientras Rlain charlaba con ellos. Parecía que le caían bien aquellos humanos, y se lo veía más cómodo con ellos que con Venli. Pero era más que eso. La forma en que usaba gestos humanos para exagerar sus emociones, la forma en que los ritmos eran solo un acento sutil para sus palabras, más que su fuerza impulsora, resultaba un poco… penosa.

Lirin regresó a su trabajo cuidando de los humanos inconscientes. Venli se acercó a él paseando, armonizada a Curiosidad.

—No te gusta lo que están haciendo —dijo, señalando con la cabeza hacia los otros dos.

—Estoy indeciso —respondió Lirin—. El instinto me dice que robar unos pocos planos no hará daño a los invasores. Pero tal vez, si entregáramos los planos diciendo que los hemos encontrado en una sala olvidada, es muy posible que nos ganara buena voluntad entre los Fusionados. Quizá demostraría que Hesina y yo no somos unos alborotadores y podríamos dejar de escondernos.

—No es estar escondidos lo que os protege —dijo Venli—, sino el favor de la dama Leshwi. De no ser por él, el Perseguidor os mataría, hicierais lo que hicierais para demostrar vuestra valía. El Perseguidor sería capaz de matar a otros Fusionados, si creyera que eso le permitiría cumplir su tradición. Y los demás lo aplaudirían.

Lirin gruñó —una versión humana de Mofa, pensó Venli— mientras se arrodillaba junto a una Radiante y le levantaba los párpados para mirarle los ojos.

—Es bueno saber que vuestro gobierno también tiene sus idioteces.

—De verdad no pretendes resistirte —dijo Venli a Asombro—. De verdad quieres vivir con la torre invadida.

—Yo me resisto controlando mi propia situación —replicó Lirin—. Y colaborando con quienes ostentan el poder, en vez de darles motivos para hacernos daño a mí y a los míos. Es una lección que aprendí con mucho dolor. Tráeme un poco de agua.

Venli estaba ya a medio camino cuando se dio cuenta de que estaba obedeciendo a Lirin, a pesar de haber dicho al cirujano, y varias veces, que tenía que mostrarle más respeto. Qué hombre tan extraño. Tenía una actitud dominante y al mando, pero la utilizaba para reforzar su propia sumisión.

Timbre palpitó mientras Venli regresaba con el agua. Tenía que practicar más con sus poderes, sobre todo si iba a tener que abrir un túnel a lo largo de varios metros de roca para llegar a una salida. Venli cogió el plano de los túneles y se lo dio a Jial, una mujeren leal a ella. Jial lo dobló y se lo guardó en el bolsillo mientras alguien llamaba a la puerta.

Venli lanzó una mirada a Rlain y Hesina, pero parecían haberlo oído también, porque cubrieron el cajón de los planos. En opinión de Venli seguía pareciendo sospechoso, pero fue a la puerta de todos modos. Los Fusionados no habrían llamado.

Por tanto, abrió la puerta y dejó entrar a un grupo de humanos que llevaban jarros de agua colgados de varas que cargaban a hombros. Seis trabajadores, los mismos de siempre. Lo cual era bueno porque, aunque Venli tenía permiso de Rabeniel para llevar allí a un cirujano humano que cuidara de los Radiantes caídos, había mentido al decirle que había ido a la clínica del mercado para reclutarlo.

Tarde o temprano alguien terminaría reconociendo a Lirin y Hesina, pero era mejor limitar su exposición a tan poca gente como fuese posible. Los aguadores vaciaron su carga en los grandes abrevaderos que había en la estancia y se pusieron a ayudar a dar de beber a los pacientes, como cada día. Era necesario un trabajo casi continuo para mantener alimentadas con caldo y agua a tantas personas inconscientes.

Venli comprobó el tiempo con el Ritmo de la Paz. Pronto tendría que ir con Rabeniel para hacerle de traductora: había unos libros en thayleño que la Dama de los Deseos quería que Venli le leyera.

«Le trae todo sin cuidado excepto su investigación —pensó Venli—. ¿Qué podría ser tan importante?»

—Eh, tú —dijo Lirin—. ¿Qué es eso que llevas en la cabeza?

Venli se volvió para encontrar al cirujano enfrentado a uno de los aguadores. Lirin apartó el pelo de la frente del hombre y señaló. Venli canturreó a Irritación. El cirujano solía ser un hombre tranquilo, pero de vez en cuando algo lo enfurecía. Venli se acercó deprisa para calmar la situación y vio que el aguador, un hombre de corta estatura con demasiado pelo en el cuerpo, se había pintado la frente con algún tipo de tinta.

—¿Qué es eso? —preguntó Venli.

—Nada, brillante —dijo el hombre, soltándose de Lirin—. Solo un pequeño recordatorio.

El hombre siguió adelante, pero otra aguadora llevaba una marca similar en la frente.

—Es un glifo shash —dijo Lirin. En el momento en que Venli supo que era escritura, sus poderes la interpretaron.

—¿«Peligroso»? ¿Por qué creen que son peligrosos?

—No lo creen —respondió Lirin, mostrando sus emociones alteradas en el rostro—. Son unos necios. El cirujano se volvió, pero Venli lo cogió por el brazo y canturreó a Ansia. Cosa que, por supuesto, él no comprendió. Así que preguntó:

—¿Qué significa?

—Es la marca que lleva… Kaladin Bendito por la Tormenta en la frente. Ah…

—Kaladin les da esperanza.

—Esa esperanza hará que los maten —dijo Lirin, bajando la voz—. Esa no es la manera de luchar, no con la brutalidad que están empezando a aplicar los regios en la torre. Mi hijo podría haberse hecho matar resistiéndose a ellos. Los Heraldos quieran que no sea cierto, pero en todo caso su ejemplo seguro que traerá problemas. A algunos de estos se les podría ocurrir la espantosa idea de seguir su ejemplo, y eso provocará una masacre sin remedio.

—Puede —dijo Venli, soltándolo. Timbre latió a un ritmo que Venli no identificaba, pero resonó en su mente. ¿Cuál era? Juraría que nunca lo había oído antes—. O puede que solo necesiten algo para poder seguir adelante, cirujano. Un símbolo en el que confiar cuando no puedan confiar en sus propios corazones.

El cirujano negó con la cabeza, dio la espalda a los aguadores y se concentró en sus pacientes.

El ritmo de la guerra. El Archivo de las Tormentas IV
portada.htm
portadilla.htm
corporativa.htm
guarda1.htm
guarda2.htm
0001_0000.htm
Introduccion_y_agradeci_0002_0000.htm
Libro_cuarto_El_Ritmo_de_la_Guerra_0003_0000.htm
Mapa_de_Roshar_0003_0001.htm
0003_0002.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Urithiru_0003_0003.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_El_atrio_0003_0004.htm
Prologo_Fingir_0003_0005.htm
Primera_parte_Cargas_0004_0000.htm
Capitulo_1_0004_0001.htm
Capitulo_2_0004_0002.htm
0004_0003.htm
Capitulo_3_0004_0004.htm
Capitulo_4_0004_0005.htm
Capitulo_5_0004_0006.htm
Cuaderno_de_Navani_El_metodo_arnista_0004_0007.htm
Capitulo_6_0004_0008.htm
Capitulo_7_0004_0009.htm
Capitulo_8_0004_0010.htm
Capitulo_9_0004_0011.htm
Capitulo_10_0004_0012.htm
Portafolio_Moda_cantora_contemporanea_0004_0013.htm
Capitulo_11_0004_0014.htm
Capitulo_12_0004_0015.htm
Capitulo_13_0004_0016.htm
Capitulo_14_0004_0017.htm
Capitulo_15_0004_0018.htm
Capitulo_16_0004_0019.htm
Capitulo_17_0004_0020.htm
Capitulo_18_0004_0021.htm
Capitulo_19_0004_0022.htm
Interludios_0005_0000.htm
II_0005_0001.htm
I2_0005_0002.htm
I3_0005_0003.htm
Segunda_parte_Nuestra_llamada_0006_0000.htm
0006_0001.htm
Capitulo_20_0006_0002.htm
Capitulo_21_0006_0003.htm
Cuaderno_de_bocetas_de_Shallan_Brumaspren_0006_0004.htm
Capitulo_22_0006_0005.htm
Capitulo_23_0006_0006.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Cripticos_0006_0007.htm
Capitulo_24_0006_0008.htm
Capitulo_25_0006_0009.htm
Capitulo_26_0006_0010.htm
Capitulo_27_0006_0011.htm
Capitulo_28_0006_0012.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Cenizaspren_0006_0013.htm
Capitulo_29_0006_0014.htm
Capitulo_30_0006_0015.htm
Capitulo_31_0006_0016.htm
Capitulo_32_0006_0017.htm
Capitulo_33_0006_0018.htm
Capitulo_34_0006_0019.htm
Capitulo_35_0006_0020.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Honorspren_0006_0021.htm
Capitulo_36_0006_0022.htm
Capitulo_37_0006_0023.htm
Capitulo_38_0006_0024.htm
Capitulo_39_0006_0025.htm
Capitulo_40_0006_0026.htm
Cuaderno_de_Navani_La_sala_de_la_columna_de_cristal_0006_0027.htm
Capitulo_41_0006_0028.htm
Capitulo_42_0006_0029.htm
Capitulo_43_0006_0030.htm
Interludios_0007_0000.htm
I4_0007_0001.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Cultivacispren_0007_0002.htm
I5_0007_0003.htm
I6_0007_0004.htm
Tercera_parte_Canciones_de_hogar_0008_0000.htm
Capitulo_44_0008_0001.htm
Capitulo_45_0008_0002.htm
Capitulo_46_0008_0003.htm
Mapa_de_Makabak_oriental_0008_0004.htm
Capitulo_47_0008_0005.htm
Capitulo_48_0008_0006.htm
Capitulo_49_0008_0007.htm
Capitulo_50_0008_0008.htm
Capitulo_51_0008_0009.htm
Capitulo_52_0008_0010.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Alcanzadores_0008_0011.htm
Capitulo_53_0008_0012.htm
Capitulo_54_0008_0013.htm
Capitulo_55_0008_0014.htm
Capitulo_56_0008_0015.htm
Capitulo_57_0008_0016.htm
Capitulo_58_0008_0017.htm
Capitulo_59_0008_0018.htm
Capitulo_60_0008_0019.htm
Portafolio_Moda_de_la_forma_emisaria_0008_0020.htm
Capitulo_61_0008_0021.htm
Capitulo_62_0008_0022.htm
Capitulo_63_0008_0023.htm
Capitulo_64_0008_0024.htm
Capitulo_65_0008_0025.htm
Capitulo_66_0008_0026.htm
Capitulo_67_0008_0027.htm
Capitulo_68_0008_0028.htm
Capitulo_69_0008_0029.htm
Capitulo_70_0008_0030.htm
Capitulo_71_0008_0031.htm
Capitulo_72_0008_0032.htm
Interludios_0009_0000.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Altospren_0009_0001.htm
I7_0009_0002.htm
I8_0009_0003.htm
I9_0009_0004.htm
Cuarta_parte_Un_conocimiento_0010_0000.htm
Glifos_alezi_Segunda_parte_0010_0001.htm
Capitulo_73_0010_0002.htm
Capitulo_74_0010_0003.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Cumbrespren_0010_0004.htm
Capitulo_75_0010_0005.htm
Capitulo_76_0010_0006.htm
Capitulo_77_0010_0007.htm
Cuaderno_de_bocetos_de_Shallan_Tintaspren_0010_0008.htm
Capitulo_78_0010_0009.htm
Capitulo_79_0010_0010.htm
Capitulo_80_0010_0011.htm
Capitulo_81_0010_0012.htm
Capitulo_82_0010_0013.htm
Capitulo_83_0010_0014.htm
Cuaderno_de_Navani_Daga_0010_0015.htm
Capitulo_84_0010_0016.htm
Capitulo_85_0010_0017.htm
Capitulo_86_0010_0018.htm
Capitulo_87_0010_0019.htm
Capitulo_88_0010_0020.htm
Capitulo_89_0010_0021.htm
Capitulo_90_0010_0022.htm
Capitulo_91_0010_0023.htm
Capitulo_92_0010_0024.htm
Capitulo_93_0010_0025.htm
Capitulo_94_0010_0026.htm
Capitulo_95_0010_0027.htm
Capitulo_96_0010_0028.htm
Cuaderno_de_Navani_Experimentos_0010_0029.htm
Capitulo_97_0010_0030.htm
Interludio_0011_0000.htm
I10_0011_0001.htm
I11_0011_0002.htm
I12_0011_0003.htm
Quinta_parte_Conocer_un_hogar_de_canciones_llamado_nuestra_carga_0012_0000.htm
Capitulo_98_0012_0001.htm
Capitulo_99_0012_0002.htm
Capitulo_100_0012_0003.htm
Capitulo_101_0012_0004.htm
Capitulo_102_0012_0005.htm
Capitulo_103_0012_0006.htm
Capitulo_104_0012_0007.htm
Capitulo_105_0012_0008.htm
Capitulo_106_0012_0009.htm
Capitulo_107_0012_0010.htm
Capitulo_108_0012_0011.htm
Capitulo_109_0012_0012.htm
Capitulo_110_0012_0013.htm
Capitulo_111_0012_0014.htm
Capitulo_112_0012_0015.htm
Capitulo_113_0012_0016.htm
Capitulo_114_0012_0017.htm
Capitulo_115_0012_0018.htm
Capitulo_116_0012_0019.htm
Capitulo_117_0012_0020.htm
Epilogo_Trucos_sucios_0012_0021.htm
Notal_final_0013_0000.htm
Ars_Arcanum_0013_0001.htm
0014_0000.htm
0015_0000.htm
0016_0000.htm
Sobre_este_libro_0018_0000.htm
Sobre_Brandom_Sanderson_0019_0000.htm
Creditos_0020_0000.htm
0021_0000.htm
ncl_indice.htm