LA GACELA Y EL ZORRO

FATIMA

Esta era una gacela que tenía siete crías y cada vez que salía a buscar comida para ellas, les decía:

—No abráis la puerta a nadie, que podría venir el zorro y comeros.

Y una de ellas respondía siempre:

—No, mamá. No vamos a abrir a nadie.

La madre salía por comida y al volver les decía:

—Abrid la puerta, hijas mías, soy mamá y os traigo agua y comida.

Un día, como siempre, salió a buscar comida, y al poco tempo de haber salido, llegó el zorro y empezó a llamar a la puerta. Y el zorro dijo:

—Abridme la puerta. Soy mamá y os traigo mucha comida.

Una de las crías se puso detrás de la puerta y dijo:

—Sabemos que no eres nuestra madre. Nuestra madre no habla así. Sabemos que eres el zorro. Nuestra madre se acaba de ir.

El zorro no dijo nada y siguió su camino. Al día siguiente, el zorro vigiló a la gacela y se aprendió todo lo que decía la madre al llegar a casa para que sus hijas le abrieran la puerta. Y al otro, nada más salir la gacela de su casa para ir en busca de comida, el zorro se presentó en la casa y dijo:

—Abrid la puerta, hijas mías, soy mamá y os traigo agua y comida.

Una de las crías abrió la puerta, entró el zorro y se las comió a todas menos a una que estaba sorda y se había quedado dormida detrás de la puerta. Llegó la madre y se puso furiosa al ver que la única que quedaba era la sorda. Empezó a preguntar:

—¿Dónde están tus hermanas?, ¿dónde están tus hermanas?

Pero la cría no se enteraba de nada de lo que estaba diciendo su madre. Aunque por gestos, y llorando, le pudo explicar que el zorro se había comido a todas sus hermanas. Inmediatamente después, fue a buscar al herrero y le dijo:

—Por favor, herrero, necesito que me pongas unos cuernos de hierro. El zorro se ha comido a todas mis hijas y quiero pelear con él.

Y el herrero le contestó:

—Sí, te haré los cuernos de hierro, pero con una condición: que me traigas un racimo de uvas.

Así que la gacela fue a buscar a los vendimiadores y les dijo:

—Por favor, vendimiadores, necesito que me deis un racimo de uvas para dárselo al herrero para que me haga unos cuernos de hierro. El zorro se ha comido a todas mis hijas y quiero pelear con él.

Y los vendimiadores le contestaron:

—Sí, te daremos el racimo de uvas, pero con una condición: que nos traigas agua.

Archivo Central de Melilla

Así que la gacela fue a buscar una fuente y le dijo:

—Fuente, fuente, necesito que me des agua para dársela a los vendimiadores para que me den un racimo de uvas para dárselo al herrero para que me haga unos cuernos de hierro. El zorro se ha comido a todas mis hijas y quiero pelear con él.

Y la fuente le contestó:

—Sí, te daré agua, pero con una condición: que me traigas a unos músicos para que canten cerca del agua.

Así que la gacela fue a buscar a los músicos y les dijo:

—Músicos, músicos, por favor, necesito que vayáis a la fuente y le pongáis música al agua para que la fuente me dé agua para dársela a los vendimiadores para que me den un racimo de uvas para dárselo al herrero para que me haga unos cuernos de hierro. El zorro se ha comido a todas mis hijas y quiero pelear con él.

Y los músicos respondieron:

—Sí, le pondremos música al agua, pero con una condición: que vayas a buscar a un pastor y le pidas una oveja.

Así que la gacela fue a buscar al pastor y le dijo:

—Pastor, pastor, necesito que me des una oveja para dársela a los músicos para que vayan a la fuente y le pongan música al agua para que la fuente me dé agua para dársela a los vendimiadores para que me den un racimo de uvas para dárselo al herrero para que me haga unos cuernos de hierro. El zorro se ha comido a todas mis hijas y quiero pelear con él.

Y el pastor le contestó:

—Sí, te daré una oveja pero con una condición: que vayas a buscar a un cocinero para que me dé algo de comer.

Así que la gacela fue a buscar al cocinero y le dijo:

—Cocinero, cocinero, necesito que me des algo de comer para dárselo al pastor para que me dé una oveja para dársela a los músicos para que vayan a la fuente y le pongan música al agua para que la fuente me dé agua para dársela a los vendimiadores para que me den un racimo de uvas para dárselo al herrero para que me haga unos cuernos de hierro. El zorro se ha comido a todas mis hijas y quiero pelear con él.

Y el cocinero le contestó:

—Sí, te daré algo de comer, pero con una condición: que vayas a buscar a los segadores para pedirles trigo.

Así que la gacela fue a buscar a los segadores y les dijo:

—Segadores, segadores, necesito que me deis trigo para dárselo al cocinero para que me dé algo de comer, para dárselo al pastor para que me dé una oveja para dársela a los músicos para que vayan a la fuente y le pongan música al agua para que la fuente me dé agua para dársela a los vendimiadores para que me den un racimo de uvas para dárselo al herrero para que me haga unos cuernos de hierro. El zorro se ha comido a todas mis hijas y quiero pelear con él.

Y los segadores le contestaron:

—Sí, te daremos trigo, pero con una condición: que vayas a buscar a <señalando> aquella mujer para que te dé leche agria.

Así que la gacela fue a buscar a la mujer y le dijo:

—Señora, señora, por favor, necesito que me dé un poquito de leche agria para dársela a los segadores para que me den trigo para dárselo al cocinero para que me dé algo de comer, para dárselo al pastor para que me dé una oveja para dársela a los músicos para que vayan a la fuente y le pongan música al agua para que la fuente me dé agua para dársela a los vendimiadores para que me den un racimo de uvas para dárselo al herrero para que me haga unos cuernos de hierro. El zorro se ha comido a todas mis hijas y quiero pelear con él.

Y la mujer le contestó:

—Sí, querida hija, te daré leche agria para que se la des a los segadores.

Y la gacela cogió la leche agria y se la dio a los segadores, que le dieron trigo; y dio el trigo al cocinero, que le dio algo de comer; y dio la comida al pastor, que le dio una oveja; y dio la oveja a los músicos, que le dieron música para la fuente; y la fuente le dio agua, que dio a los vendimiadores; y los vendimiadores le dieron un racimo de uvas, que dio al herrero, que le hizo los cuernos de hierro. Entonces la gacela fue a la casa del zorro y le dijo:

—Zorro, ven a pelear conmigo.

Y el zorro le contestó:

—Déjame o te comeré igual que a tus hijas. No me molestes. Estoy limpiando el trigo.

Y al rato, la gacela volvió a decirle:

—Zorro, ven a pelear conmigo.

Y el zorro le contestó:

—Déjame, que estoy comiendo. No me molestes.

Al rato la gacela le dijo otra vez:

—Zorro, ven a pelear conmigo.

Y el zorro le contestó <con voz cansina>:

—Bueeeeno, vaaaale, vamos a pelear.

La gacela, rápidamente, se acercó al zorro y le clavó los cuernos en la tripa, y le sacó los intestinos.

Y después de andar por aquí y por allí, me puse el calzado y se me rompió.

Alhucemas, 2 de mayo de 2002