RAHMA Y YAHYA[16]
MAHJOUBA
Esto era Rahma, una chica que tenía siete hermanos. Un día, la obligaron a casarse con un hombre al que no quería. Ella, como ya tenía su novio, cuando llegó el día de la boda, mandó a su esclava a contarle todo al novio. Así que la esclava se montó a caballo y salió, pero no sabía dónde vivía exactamente, así que empezó a preguntar a las montañas:
—Oh, montañas, oh personas, ¿habéis visto a Yahya?
Y las montañas le respondieron:
—No, no le hemos visto.
Y siguió galopando y preguntando:
—Oh, montañas, oh personas, ¿habéis visto a Yahya?
Hasta que las montañas le respondieron:
—Sí, vive en palacio.
Y ella siguió galopando y preguntando:
—Oh, montañas, oh personas, ¿habéis visto a Yahya?
Y las montañas contestaron:
—Sí, aquel es su palacio, míralo allí.
Y así encontró a Yahya y le dijo:
—¡Rahma te necesita! ¡Tienes que ir a rescatarla! La piensan casar con un hombre al que no quiere y hoy es la boda.
Yahya montó a caballo, se echó a galopar en busca de Rahma y por el camino se encontró con un grupo de mujeres que iban a por agua. Y les preguntó:
—Aguadoras, aguadoras, ¿sabéis dónde está Rahma?
—No —respondieron las mujeres.
Yahya se acercó al pozo y preguntó a otras mujeres que estaban sacando agua:
—Aguadoras, aguadoras, ¿sabéis dónde está Rahma?
—Sí, hoy celebra su boda, por eso estamos cogiendo este agua.
Cuando Yahya vio que ya estaba cerca de [la casa de] Rahma, se quitó la ropa y se disfrazó de mujer. Entró directamente a la casa y dijo en voz alta:
—Vengo a la boda de la hija de mi hermano. Soy su tía, ¡cómo se os ha podido olvidar invitarme!
Así que Yahya se sentó junto a Rahma y le dijo:
—Rahma, antes de que te marches te voy a dar un paseo en mi caballo.
Entonces se montaron en el caballo y se fueron de paseo. Y cuando Yahya vio que ya se habían alejado de la casa, echó a galopar muy, muy rápido. Los hermanos de Rahma y todos los invitados se dieron cuenta y salieron en su persecución. Yahya miró atrás, vio que los estaban persiguiendo, y le dijo a Rahma:
—¿Qué hacemos?
Y Rahma le contestó:
—Yahya, sigue galopando.
Y cuando estaban a punto de alcanzarlos, Rahma gritó:
—¡Yahya, tienes que hacer algo!
Y Yahya descabalgó y los mató a todos. Y después, los dos siguieron galopando, y así llegaron a palacio.
Pero Rahma quedó muy triste. Cada vez que se ponía a moler grano, decía:
—¡Ay, madre, ay, padre! ¡Ha matado a mis siete hermanos y a todos los invitados de mi boda!
Y Yahya respondía:
—Muele, muele. Que tú habitas en un piso de arriba y vives como una princesa.
Un buen día, Yahya se levantó muy temprano y le dijo a su mujer:
—Me voy de viaje.
Su mujer le dijo:
—¿Adónde?
Y él contestó:
—Voy a comprarte seda. Vas a vestir seda. Vas a caminar sobre seda. Te voy a forrar todas las habitaciones de seda. Y vas a dormir envuelta en seda.
Mientras el marido seguía de viaje, un día, la esclava fue a buscar agua. Y en el pozo se encontró al pretendiente que se iba a haber casado con Rahma. Él le preguntó si sabía dónde vivía Yahya.
Y ella le contestó:
—Sí, soy su esclava.
—Pues me tienes que llevar cerca de él.
—No puedo llevarte cerca de Rahma, es la mujer del rey. Y Yahya es mi señor.
Y él dijo:
—Es muy fácil. Te voy a llenar esta jarra de agua y dejaré en el fondo una moneda. Llévala a casa. Y cuando Rahma te pida agua, le dices que no puedes ir porque estás muy cansada. Así se levantará ella, irá a por el agua, verá la moneda en el fondo y te preguntará que qué agua es esa. Entonces tú le cuentas que para saberlo tiene que venir al pozo donde has cogido el agua.
Y eso es lo que pasó. Rahma fue hasta el pozo, y su pretendiente le cortó la cabeza, luego cortó el cuerpo en varios pedazos y los tito al fondo del pozo.
Y cuando volvió el marido [del viaje] y empezó a llamar por todo el palacio a su mujer, nadie contestaba. Entonces fue a buscar a la esclava y le preguntó por su mujer. Pero la esclava no se atrevió a decirle la verdad.
Y Yahya le dijo a la esclava:
—O me lo dices, o te corto la cabeza.
La esclava entonces le contestó:
—Vaya al pozo y sabrá lo que ha pasado.
Yahya fue hasta el pozo, se asomó y vio a su mujer en el fondo. Entonces se montó a caballo, empezó a galopar en busca de la casa del pretendiente. Y cuando se vio cerca de ella, se disfrazó de mendigo. Y justo cuando pasó por delante, la madre, que estaba haciendo pan, lo vio de lejos. Y quiso darle un trozo de pan, así que llamó a su hijo:
—Hijo, dale un poco de pan a este mendigo.
—No madre, que estoy muy cansado.
—¿Cansado?, ¿por qué estás cansado?
—Porque he matado a Rahma, madre.
Y Yahya fue corriendo derecho a donde estaba él, sacó el alfanje y le cortó la cabeza.
Y después de andar por aquí y por allí, me puse el calzado y se me rompió.
Alhucemas, 6 de agosto de 2002