Donde se habla de algunas cosas de este mundo...
T
iempo después del asesinato del molinero de Arraona, quemado vivo dentro de su molino, el rey Pedro amnistió a la población de todos los crímenes que hubieran podido cometer en el pasado, incluida la quema de molinos.
A pesar de la palabra dada, al cabo de los años, el 14 de noviembre de 1381, el rey Pedro vendió la villa al infante Martín, que, aun no siendo el hereu, acabaría siendo rey de Cataluña, a raíz de la súbita muerte de su hermano, Juan, cosa que habría puesto muy contenta a la madre de Elisendis, si hubiera vivido para verlo.
El contencioso entre el pavorde y el párroco se alargaría casi una veintena de años, antes de que el obispo de Barcelona aprobara oficialmente el traslado de la parroquia. La iglesia de Sant Salvador perdió su nombre y recibió el de Sant Feliu, justamente el mismo año que el infante Martín vendió la villa a la ciudad de Barcelona.
Por lo demás, dicen que un día, en la ciudad de Alguer, un viejo detuvo a Guillem, que estaba en el mercado charlando con un anciano a quien llamaba tío y a quien todo el mundo conocía como el almogávar.
—Perdonad, señor —le dijo el viejo—, me ha parecido oír que decíais no sé qué de allá del agua. Es una expresión que hace muchos años que no oía.
—Es un modo de hablar. En la villa donde nací llamamos así a las tierras que se encuentran al otro lado del río.
—Así que sois de Sabadell.
—¿Conocéis la villa, abuelo? —preguntó Guillem.
—¡Que si la conozco! —exclamó el viejo con una sonrisa triste—. ¡Si hasta fui su notario!