Tarta de ricotta y miel

La ricotta italiana se parece mucho a nuestro requesón, aunque su textura es más cremosa y tiene un sabor más dulzón. Soy una enamorada de este queso y su uso en los postres desde el día que probé unos cannoli rellenos de ricotta, así que no podía faltar una tarta dedicada a este requesón en mi libro. La textura y el sabor de esta tarta es algo maravilloso, creo que, sin duda, es una de mis favoritas. Irresistible.

 

 

Ingredientes

 

Para la base

• 150 g de galletas Digestive

• 70 g de mantequilla

 

Para el relleno

• 750 g de ricotta

• 150 g de azúcar

• 60 ml de miel

• 4 huevos

 

 

Precalentamos el horno a 160 ºC y engrasamos un molde desmontable de 23 cm de diámetro con espray desmoldante (puedes usar uno más pequeño, quedará más gruesa y tardará un poquito más en hacerse). Pon un papel de horno en la base del molde para facilitar el desmoldado.

En primer lugar, trituramos las galletas hasta que parezcan pan rallado. Las mezclamos con la mantequilla, fundida, y cubrimos con ellas la base. Ponemos en la nevera para que se endurezca.

Mientras tanto batimos a velocidad baja el queso ricotta con el azúcar, hasta que se integren. Incorporamos los huevos, uno a uno, esperando siempre a que se incorpore el anterior antes de añadir el siguiente. Finalmente, vertemos la miel. Es importante usar una miel de buena calidad pero de sabor suave (una miel con aroma de eucalipto, por ejemplo, puede arruinar nuestra tarta). Procura también que sea una miel un tanto fluida (o caliéntala un poco al baño María si se ha endurecido) para que se integre bien en la masa.

Vertemos la mezcla en el molde y horneamos a 160 ºC durante una hora, o hasta que toda la superficie haya cuajado, esté doradita y solo quede el centro un poco húmedo. Dejamos enfriar a temperatura ambiente y después la ponemos como mínimo 2 horas en la nevera. La sacamos de la nevera al menos 30 minutos antes de consumirla, para que vuelva a la temperatura ambiente.

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