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Delatados por un muerto
En Bogotá, la actividad policial comandada por el Teniente Coronel Jairo Londoño era notoria para el observador informado. Luego de ser investigados tres individuos que se entrevistaron con Diego Ernesto Pizano Vélez, cada uno en un parque distinto de la ciudad, la Policía pudo comprobar que se trataba de sicarios de élite. Tras una silenciosa detención, y posterior interrogatorio, los tres individuos confesaron -a su turno y bajo presión-, que habían sido contratados por “Don José” para determinados “trabajos”, que terminaron detallando. Uno de ellos había sido, precisamente, quien acabó en Quito con la vida de alias “Mortiño”.
Cuando Ramiro le envió las grabaciones, para Jairo el panorama quedó absolutamente claro. Restaba sólo obtener una muestra de la voz de Pizano Vélez y que esta fuera confrontada por un perito con la voz desconocida de la grabación. A los pocos días, sus agentes le presentaron grabaciones de la voz de Pizano tomadas del teléfono y de una conversación casual con uno de ellos en la calle. La pericia resultó, como era de esperarse, positiva. Con todo esto en su poder, se procedió a detener a “Don José y a “Don Manuel”. Los hermanitos Pizano Vélez, a quienes no les temblaba la mano cuando de ordenar la ejecución de alguien se trataba, se rompieron como copa de cristal fino cuando cae al suelo; apenas de ser detenidos y hablaron como loras: sin parar, durante dos días, confesando todos y cada uno de los crímenes que sus sicarios habían cometido. Francisco Pizano Vélez, más conocido como “Don Manuel”, confesó también que luego de que alias “Mortiño” despachó al imprudente de Emir Barro, fue a su vez eliminado porque conocía la identidad de su hermano. Casi le da un infarto al enterarse, por boca de Jairo, que había sido el propio Mortiño, una vez muerto, quien les había delatado.
Jairo estaba listo para pasar toda esta información a Quito, así es que pidió tener una video conferencia con Ramiro y su gente para el día siguiente, por la mañana. La cita quedó, entonces, concertada.