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Las redes sociales

 

Gracias a la gestión que hiciera María Esther, Ignacio Labastida aceptó cenar ese miércoles con ella y con Gabriel Tomás. Ignacio era un hombre de gran simpatía, por lo que Gabriel se sintió pronto a gusto en su compañía.

―Oye, te agradezco que hayas aceptado cenar con nosotros pese a tan corto aviso, pero el lapso para finalizar el trabajo que debemos hacer para El Tiempo se nos está terminando y, de lo que me contó María Esther,  tus conocimientos nos podrían ser de gran ayuda.

―Mira, Gabriel, si María Esther me pide que me lance de cabeza desde un quinto piso, yo lo hago. Yo vivo enamorado de esta mujer, pero la muy cruel siempre me rechaza ―dijo en tono melodramático Ignacio.

―De lo cual me alegro mucho ―respondió Gabriel.

―¿No me digas que tú y ella…?

―Ujúm―, fue la respuesta gutural del Gato.

―Definitivamente―, dijo Ignacio―, tengo que buscar a una bruja, alguien que me cure de esta maldición.

―Pero hasta que eso pase, querido, ¿qué nos cuentas de la campaña de “Cap”? ―dijo entre risas María Esther.

―Miren, muchachos. Si bien yo no trabajo directamente con Capdevila, sino bajo las órdenes de Avilés, creo que la campaña va excelentemente bien por el propio candidato. Alejandro, no sólo que es un hombre muy carismático y que conecta fácilmente con el pueblo sino que, casa adentro, respeta los espacios asignados a su gente; no acepta que se tropiecen los unos con los otros. Yo pienso que eso es fundamental. Tiene a dos asesores de primera: mi jefe, Rodrigo Avilés, que es un genio para la estrategia política y la propaganda, y a un gran organizador como es Oswaldo Rojas. No he trabajado con ella, pero me dicen que Beatriz, su esposa, es también una mujer brillante y que da la impresión de haber estado  toda su vida en la lucha política. Ese mini gabinete es el que maneja todo y, para que les cuento, lo hacen muy, pero que muy bien.

―¿Qué es lo que haces exactamente tú?

―Yo manejo, bajo el mando de Rodrigo Avilés, el tema de las redes sociales, que es un instrumento en el área de la comunicación que cobra cada vez más importancia; conforme pasa el tiempo, tenemos un usuario más acostumbrado y más cómodo con su uso. Se ha regulado el uso de la televisión, prensa escrita y radio, pero no se ha hecho nada con Facebook., Twitter, You Tube y otras redes sociales, por lo que se aprovecha de esta circunstancia de lo lindo. Como le explicaba a María Esther, el trabajo consiste en crear mensajes y foros de discusión en donde, si aparece un forista opuesto al candidato, tú haces aparecer varios a favor del mismo. Lo simpático del juego es que estos foristas pro-candidato no tienen que ser necesariamente reales, pero deberán parecerlo. Ese es tu trabajo. Son los que en la jerga del Internet se llaman troles.

―¿Y cuál es el efecto práctico de esta actividad? ―preguntó Gabriel.

―Bueno, depende de la madurez del usuario. Un usuario maduro no se dejará impresionar por la “guerra sucia” que se haga a  través de las redes; las calumnias, los chismes y las verdades a medias no le van a hacer cambiar de opinión ni modificar su voto. En cambio, al usuario inmaduro claro que le impacta. ¿Y a qué no  sabes quienes son mayoría, si los maduros o los inmaduros?

―Pero es un arma que se usa para el público con acceso a Internet. Y en nuestros países ese público no representa a la mayoría de la población. ¿No es verdad?

―Sí, si te refieres al área rural, así es. Pero no hay que olvidar que el teléfono móvil ha incrementado el espectro  de usuarios de Internet de manera notable. Así es que cada vez el alcance de nuestra labor es mayor. Y el que lo usa comenta con el que no lo usa y así se amplía el espectro.

―¿Y cómo vamos con el uso  de la ética en el manejo político de las redes sociales? ―dijo con un ligero tono de sorna Gabriel. Ante esta pregunta, cualquiera hubiera pasado a la defensiva, pero Ignacio no lo hizo, al contrario, con una sinceridad de espanto contestó:

―¿Ética? ¿Qué es eso? Si te hubiera escuchado mi jefe ya te habría contestado: “Jovencito, la política no es tarea para monjitas de la caridad. Si usted no tiene piel de cocodrilo, ¡dedíquese a otra cosa y no me haga perder el tiempo!”

―¡Vamos!, si será simpático tu jefe.

―Ya te habría también contestado que él no está para ganar el título de “Míster Simpatía”, sino para hacer que Alejandro Capdevila sea el próximo Presidente de la República.

―Bueno, creo que los datos que nos has dado nos han instruido en un tema que nunca se me había planteado. Creo que podremos comer y pasar un rato más agradable si me cuentas cómo era María Esther en el colegio.

―¡¿Qué?!―, fue lo único que se escuchó de parte de María Esther mientras Ignacio soltaba la carcajada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Festín de buitres
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