El Ejercicio del Calendario

Con este ejercicio comenzaremos por desechar la fijación mental y ocular mediante un procedimiento muy parecido al empleado en algunos de los ejercicios con el dominó. Colgar el calendario en una pared al nivel de los ojos mientras estamos sentados; es importante que la hoja esté bien iluminada por la luz solar directa o reflejada, por la luz de día ordinaria o una lámpara fuerte; poner una silla frente a la hoja a una distancia desde la cual puedan verse sin problemas los números impresos en tipos más grandes. Palmear los ojos por un rato e iniciar el ejercicio de la siguiente forma:

Girar la cabeza hacia la izquierda como si estuviéramos mirando por encima del hombro, después volver al punto inicial de un modo suave y no muy rápido hasta que los ojos caigan sobre el número "uno" del calendario mayor. Observar el número, cerrar los ojos y respirar profundamente y sin esfuerzo moviendo la cabeza un poco como cuando se hacen señales afirmativas, para no interrumpir el ritmo del movimiento. Luego de unos segundos, llevar la mirada sobre el hombro derecho, volver a abrir los ojos y, haciendo de nuevo la maniobra anterior, mirar el número "dos". Ciérrelos nuevamente como al principio, gire la cabeza hacia la izquierda, examine ahora el "tres", y así progresivamente. Al llevar la mirada hacia el número correspondiente, dejar que vague en el espacio blanco que está debajo del número impreso. Una superficie en blanco, como es el fondo donde se imprimen las palabras o números, no presenta problemas para la mente interpretadora, y no puede, por lo tanto, ser motivo de esfuerzo. Por esto, cuando la mirada se ubica en los espacios blancos localizados debajo de la línea de números, la mente alcanza su objetivo de relajación, con el resultado de que la atención y los ojos pueden realizar sus veloces desplazamientos en pequeña escala y la fijación central en las mejores condiciones.

Luego de haber revisado todo el mes o buena parte de él, palmear los ojos un momento, y pasar a la siguiente fase del ejercicio. Como esta fase exige un examen más atento que el ejercicio anterior, se querrá muchas veces suspender la respiración. No hay que hacerlo, y durante el tiempo que dure la práctica, hay que mantener la respiración en un grado de amplitud un poco mayor que el ordinario.

Mirar rápidamente el número "uno" del calendario grande, después bajar la mirada al número correspondiente del pequeño impreso en la parte inferior izquierda de la hoja. Observar sólo por un instante, cerrar los ojos durante varios segundos. Abrir los ojos sobre el número "uno" del tipo grande, y bajar la mirada al "uno" del tipo pequeño impreso a la derecha. Nuevamente cerrar los ojos en una forma suave y relajada, manteniendo el ritmo de la respiración. Reabrir los ojos ahora sobre el "dos" grande. Bajar la mirada al "dos" pequeño de la izquierda; cerrar los ojos, respirar, abrirlos sobre el "dos" grande, y después bajar la mirada hacia el "dos" pequeño de la derecha. Volver a cerrar los ojos, respirar y continuar con los otros números de la misma forma hasta observar todo el mes, o sí el ejercicio nos parece agotador, hasta terminar la primera semana o la primera quincena.

Al principio puede ser difícil ver los números pequeños. Si esto pasa, no hay que insistir ni realizar esfuerzos por verlos. En lugar de esto, adoptaremos la técnica señalada para el centelleo. Mirar rápidamente y sin esfuerzo el número pequeño; después, en el breve lapso durante el cual cerramos los ojos, observar si existe alguna imagen mnemónica de él. En esta búsqueda de la difusa imagen del número pequeño nos ayudaremos por el mes claro recuerdo del grande, el cual, dejando de lado su tamaño, es exactamente igual al otro. Sabiendo ya lo que debíamos haber observado, pronto podremos ver -al principio quizás inconscientemente-, como la imagen mnemónica de algo confusamente sentido, después, conscientemente y con mayor claridad, en el momento de la sensación.

Después de un periodo de palmeado, pasaremos a la fase siguiente del ejercicio. Con los ojos cerrados, pensar en cualquier número entre "uno" y "treinta y uno". Si elegimos el número "diecisiete", abriremos los ojos, y lo más rápidamente posible, ubicaremos al "diecisiete", primero en el tipo grande y después en el calendario pequeño de la izquierda. Cerrar los ojos y respirar profundamente. Después volver a abrirlos, encontrar el "diecisiete" grande, y bajar la mirada hacia el correspondiente número pequeño del calendario de la derecha.

Cerrar otra vez los ojos, respirar, pensar otro número y repetir el procedimiento. Después de diez o doce ejercicios se podrá pasar a la otra fase.

En esta etapa volveremos a los desplazamientos en pequeña escala, los cuales ya sabemos cómo practicar sistemáticamente con un movimiento rítmico corto en objetos como las letras y los números. Dirigir la mirada al "uno" grande; prestar atención primero a la parte superior del número, luego a la base; después, otra vez desplazar los ojos y la mente hacia la parte superior y después hacia la parte inferior, y así sucesivamente dos o tres veces. Una vez terminado el ejercicio, cerrar los ojos sin esfuerzo y respirar profunda y suavemente. Reabrir los ojos y repetir el procedimiento con el "dos" grande. Cuando se ha hecho lo mismo con los primeros quince números, llevar la mirada hacia los calendarios de tipo pequeño, acercando la silla un poco si fuera necesario. El método se cambiará algunas veces haciendo horizontal el desplazamiento, de un lado al otro del número en vez de seguir la dirección vertical.

Además, para no limitarse sólo a los números, elegir también letras; por ejemplo, lun., mar., juev,, etc. Hacer las oscilaciones en pequeña escala desde la parte superior a la inferior de esas letras, de un lado a otro, y en algunas circunstancias, desde un ángulo al otro diagonalmente. Las letras y los números son los elementos más familiares de nuestro mundo material y, quizá, los que deseamos ver más claramente. Por esto, se prefiere adquirir la costumbre del desplazamiento en pequeña escala cuando observamos estos objetos. La rutina consciente del desplazamiento oscilatorio señalado acabará por producir un automatismo benéfico. Siempre que veamos una letra o número, buscaremos inconsciente y automáticamente practicar el desplazamiento en pequeña escala que lleva a los ojos y a la mente a realizar nuestra sensación, nuestra percepción y la consecuencia final de sensación y percepción: nuestra visión. En el capítulo dedicado a la parte mental de la visión, mostraremos métodos en que esta técnica del desplazamiento oscilatorio en pequeña escala se combina con técnicas para el desarrollo de la memoria y de la imaginación, dándoles así mayor valor. Pero aún en la forma simple en que ha sido descrito, este mecanismo es muy eficaz. Mientras se hacen estos ejercicios con el calendario, el individuo suele sorprenderse por la forma en que mejora su visión al utilizar el desplazamiento oscilatorio en pequeña escala. El número o letra que aparecía confuso al observarse por primera vez, se va apreciando más claramente al desplazar la atención desde el vértice a la base o desde un lado al otro. La misma técnica puede llevarse a las actividades normales de la vida diaria. Cuando estamos ante números o letras que no se distinguen claramente, practicaremos el desplazamiento en pequeña escala, y aparecerán más brillantes y definidos.

Esta forma especial de desplazamiento, es simplemente la mirada analítica con un ritmo constante. El movimiento rítmico implica siempre una relajación, hasta cuando sólo se repite en contadas ocasiones, y a ello se debe que el desplazamiento oscilatorio en pequeña escala sea tan efectivo para mejorar la visión.

Desafortunadamente, no puede usarse este tipo de desplazamiento en todos los objetos, ya que sólo cuando se trata de objetos pequeños perfectamente limitados y familiares, como los números y las letras, es fácil realizar el desplazamiento oscilatorio. Pero cuando el objeto es grande, difuso o se halla en movimiento, el ejercicio no puede realizarse por la simple razón de que no existen características conocidas, definidas o límites claros entre los que se pueda repetir el desplazamiento, o si existen, esas características y límites evidentes, la zona abarcada por los ojos, al desplazarse de una parte a otra, será muy pequeña en relación con la magnitud total del objeto, por lo que un conocimiento más profundo de esa parte no provocará necesariamente un mejor conocimiento del todo. Moraleja: en caso de objetos grandes, indeterminados y no identificados, la mejor técnica para su estudio será la mirada analítica rápida sin ritmo repetido. La efectividad de esta mirada analítica puede aumentarse contando las principales características del objeto. Cuando tiene muchos rasgos característicos, no debemos intentar saber exactamente la cantidad. Lo importante no es saber el total preciso, sino que la atención se de cuenta que existen y deben ser apreciadas numerosas características. Es necesario observar sólo las primeras tres o cuatro, y examinar sin demasiada profundidad el resto, para tener una perspectiva del total, sin prestar excesivo cuidado en que nuestra suposición sea o no correcta. Nuestro objetivo es ver lo más claro posible, y lo lograremos si la pretensión de contar las características estimula a los ojos y a la atención para realizar desplazamientos veloces en pequeña escala, obligando la sucesiva fijación central.

Ahora, si aprendimos los medios por los que la fijación central puede hacerse corriente y automática, daremos el último paso en esta larga lista de ejercicios para llegar a ser totalmente conscientes de que vemos mejor sólo una pequeña porción de lo que estamos observando. Muchas personas que se someten a estos ejercicios no necesitarán dar este paso, pues ya han alcanzado este conocimiento. Es difícil examinar analíticamente los objetos o practicar el desplazamiento oscilatorio en pequeña escala sin descubrir cómo se produce la fijación central.

Aquellos que todavía no hayan visto el fenómeno, pueden sin esfuerzo, dar el paso siguiente para convencerse de él. Poner los dedos índices de ambas manos, a 60 centímetros de los ojos, separados entre sí por 40 centímetros. Observar primero el índice derecho; se apreciará más claramente que el izquierdo, que aparece en el borde extremo del campo de la visión. Después, girar la cabeza y observar el dedo izquierdo, que entonces se verá mejor que el derecho. Después, se irán acercando los dedos. Dirigir la mirada cuando estén a 30 centímetros, luego a 15, luego a 8, luego a 3, y por último al tocarse. En todos los casos, el dedo observado por los ojos y atendido por la mente, se verá con mayor claridad que el otro.

Realizar lo mismo con una letra, por ejemplo una "E" impresa en tipo grande. Ver primero a la línea superior de la "E", y se observará que aparece más clara y más negra que las otras dos líneas. Después desplazar la atención hacia la línea inferior, se apreciará que ahora es la más clara de las tres. Comprobarlo después con la de en medio.

Escoger luego una "E" más pequeña y repetir el ejercicio. Se descubrirá si los ojos y la mente han perdido el hábito incorrecto de fijar la mirada, que hasta en la letra más pequeña se nota la diferencia entre la línea que está siendo observada y las otras. Con el tiempo, será posible observar diferencias entre las distintas partes de letras muy pequeñas. Mientras más perfecta sea la visión, más pequeña será la zona que puede ser vista con máxima claridad.

Para asegurar el hecho de la fijación central, podemos invertir el proceso señalado, y hacer todo lo posible para observar simultáneamente todas las líneas de una letra grande, o todos los rasgos de un rostro con igual claridad. El resultado será una casi inmediata sensación de cansancio y una disminución de la visión. No debemos querer hacer lo que es física y psicológicamente imposible. Esto es lo que buscan hacer las personas con visión defectuosa y que examinan ansiosamente todo lo que les rodea. Una vez que nos convencemos de estos hechos, y que ha quedado comprendido que la buena visión sólo es posible cuando los ojos y la mente hacen incontables actos sucesivos de fijación central, dejaremos la costumbre de fijar la mirada y de realizar esfuerzos en el intento de ver.

La visión no es mejor esforzándose; es mejor cuando se sabe cómo colocar la mente y los ojos en un estado de tranquilidad alerta de relajación dinámica.