Técnicas prácticas
La confianza en la inofensividad de la luz, debe llevarse a la práctica por un proceso de acostumbramiento gradual. Si se guiñan los ojos ante la luz solar, habrá que comenzar por habituarlos a esa luz mientras están cerrados. Sentémonos cómodamente, en una actitud de abandono, frente al sol, y cerremos los ojos mientras se dejan libres los pensamientos. Para evitar fijar internamente la mirada y la posibilidad de una exposición a la luz muy prolongada en un solo sector de la retina, hay que mover suavemente la cabeza, pero con rapidez, de un lado a otro.
Basta con una ligera oscilación de algunos centímetros, siempre que se mantenga constantemente.
Para algunas personas, el sol sobre los ojos les produce molestias, inclusive cuando los párpados están cerrados. Si es así, es conveniente comenzar dirigiendo los ojos hacia el cielo, y no directamente hacia el sol. Cuando soportamos la luz del cielo, podemos dirigir los ojos hacia el sol durante breves espacios de tiempo. Cuando se siente alguna molestia, debemos detener la operación, realizar el palmeado durante un momento y volver a empezar. Los párpados, cerrados pueden ser expuestos al sol varios minutos cada vez (con pequeños intervalos para el palmeado, si se siente la necesidad) y la operación puede repetirse varias veces en el curso del día.
Después de un tiempo, muchas personas observarán que pueden recibir la luz del sol en sus ojos abiertos sin ninguna molestia. El procedimiento más satisfactorio es el siguiente:
Tapar un ojo con la palma de la mano y, poniendo especial cuidado en oscilar la cabeza de un lado a otro, hacer que el ojo descubierto pase tres o cuatro veces sobre el sol, parpadeando rápidamente y con facilidad.
Después, hacerlo con el otro ojo de igual manera. Hacer lo mismo durante un minuto aproximadamente; luego palmear hasta que se borren las imágenes secundarias.
Al destapar los ojos, se observará que la visión ha mejorado notablemente, y se sentirán los órganos relajados, experimentándose una agradable sensación de calor.
Cuando los ojos son asoleados alternativamente del modo señalado, la luz parece menos molesta que cuando ambos se asolean al mismo tiempo. Como la iluminación surge como más intensa, el asoleado simultáneo en ambos ojos puede provocar la obstrucción involuntaria, que hay que vencer con esfuerzo, y que a su vez, produce tensión. Este esfuerzo puede impedir que se alcance la total relajación que comúnmente sigue a la operación descrita. De cualquier manera, quien quiera asolear los dos ojos simultáneamente puede hacerlo moderadamente sin temor a ningún peligro. Se ha observado que el asoleado simultáneo se acompaña al comienzo de una gran descarga de lágrimas, seguida por imágenes secundarias más brillantes y duraderas que cuando se realiza la operación alternativamente. Las lágrimas actúan como lubricante, y las imágenes secundarias desaparecen de inmediato con el palmeado. Sin embargo, se recomienda que debe preferirse el método de asolear cada ojo por separado.