El miedo a la luz: un hecho común

Recientemente se ha desarrollado la creencia nociva e infundada, de que la luz es mala para los ojos. Se cree de pronto que un órgano que durante millones de años se ha adaptado ala luz solar de cualquier intensidad, se ha vuelto incapaz de tolerar la luz diurna sin la intervención atenuadora de los anteojos oscuros, o la luz artificial, salvo cuando se difunde a través de vidrios deslustrados o se refleja desde el techo. Esta teoría de que el órgano encargado de percibir la luz no es adecuado para recibirla, se ha puesto de moda en los últimos tiempos. Antes de la guerra de 1914 era, si no mal recuerdo, muy raro ver a alguien que llevara gafas negras. Cuando era niño, observaba a estos hombres y mujeres portar tales gafas, con esa mezcla de simpatía y macabra curiosidad que los niños se reservan para aquellos que sufren alguna deformación física poco común. En la actualidad todo ha cambiado. El uso de lentes para el sol no sólo es corriente, sino también muy recomendable. Así lo parece confirmar el que las muchachas en traje de baño mostradas en las tapas de las revistas de verano, usen invariablemente anteojos oscuros. Éstos ya dejaron de ser un símbolo de invalidez, convirtiéndose en sinónimo de juventud, elegancia y sex appeal.

Esta locura tiene su origen en ciertos círculos médicos donde, desde hace una generación, se desarrolló un enorme terror hacia las radiaciones ultravioletas de la luz solar, y ese terror ha sido difundido por los fabricantes y vendedores de cristales coloreados y de pantallas de celuloide. Su propaganda ha surtido efecto. En el mundo occidental, millones de individuos ahora usan anteojos oscuros, no sólo en la playa o al conducir sus automóviles, sino también en la oscuridad o en los pasillos penumbrosos de las oficinas públicas. Sobra señalar que cuanto más se usan, más se debilitan los ojos y mayor es la necesidad de "protegerlos" de la luz. Es posible adquirir el vicio de las gafas negras, como es posible adquirir el vicio del tabaco o del alcohol.

Este vicio tiene su origina en el miedo a la luz, algo que parece justificado por la molestia que muchos individuos experimentan cuando exponen sus ojos a una luz intensa. Entonces, se debe conocer el porqué de este temor y esta molestia. Los animales viven muy contentos sin estos anteojos, y lo mismo pasó con nuestros antepasados más lejanos. De igual manera, en las sociedades más modernas, hasta que se anunciaron persuasivamente las virtudes de las gafas oscuras, millones de gentes enfrentaron la luz solar sin anteojos y no por ello sufrieron graves consecuencias. Existen muchas razones para creer que, fisiológicamente, los ojos están construidos de manera que pueden tolerar iluminaciones muy intensas. Entonces, ¿por qué tantos individuos en el mundo de hoy experimentan molestias cuando se exponen a una luz de una intensidad relativamente baja?