EPÍLOGO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿Dónde has estado? —preguntó intrigada Isabel—. Has de saber que John está comenzando a enojarse y amenaza con servirnos la comida fría.

Stephen depositó un cálido beso sobre los labios de su esposa. «Su esposa». ¡Qué extraña pero agradable le resultaba aquella expresión!

—Pues no hagamos que Big John se enfurezca y pasemos al comedor —dijo tomándola del brazo para guiarla—. Allí te contaré qué ha sido lo que me ha demorado.

 

 

La sopa estaba deliciosa y caliente, a pesar de las amenazas del antiguo cocinero del barco pirata.

—¿Vas a contarme de una vez lo que te ha retenido en la ciudad? —quiso saber Isabel tras probar el sabroso caldo.

—La verdad es que no sé ni por dónde comenzar —replicó pensativo.

—Por el principio estaría bien —puntualizó ella.

—De acuerdo. Recordarás que esta mañana salí de casa con la intención de visitar a nuestro administrador.

Isabel asintió en silencio y Stephen continuó.

—Bueno, pues parece que lo hice en el momento oportuno. Rodríguez se disponía a mandarme un aviso para que me reuniera con él en su despacho.

Isabel frunció el ceño.

—¿Hay algún problema? —preguntó extrañada.

Harrys negó con la cabeza.

—El abogado de mi madre le ha enviado, a petición de ésta, un curioso documento.

Hizo una pausa para tomar un poco más de sopa.

—¡Por todos los demonios! Continúa y no me tengas sobre ascuas —protestó la joven.

Con una sonrisa traviesa en los labios, Harrys prosiguió su relato.

—Era una copia del testamento de Tisdale.

Ahora Isabel sí se mostró sorprendida.

—El testamento de...

—Sí. Extraño, ¿verdad? Pero no tanto si tenemos en cuenta que Robert Tisdale no tenía parientes, ni a nadie a quien legar su imperio.

—Pero sigo sin entender...

—Mi madre.

—¿Qué?

—Ella es la heredera de Tisdale.

Isabel casi se atraganta, a pesar de que no había vuelto a tocar la sopa.

—Pero eso no tiene sentido —exclamó.

—Sí, desde su punto de vista. Su plan era deshacerse de mí, así que imagino que su mente enferma pensó que ésa sería una manera de compensar a mi madre por mi muerte. Eso y el amor u obsesión que sentía por ella. Al no tener herederos legales —se encogió de hombros—, no dudó en dejarle todo a la mujer de su vida.

—Y ¿qué piensa hacer tu madre? —no salía de su asombro.

—No quiere saber nada del asunto, por eso su abogado se lo ha enviado al mío.

—Para que tú decidas.

—Exacto —asintió.

—¿Y bien? —esperó ansiosa la respuesta de su esposo.

—La he comprado —soltó sin rodeos.

—¿Qué has hecho qué? —exclamó totalmente desencajada.

—Lo que has oído. Le he comprado la compañía a mi madre. Llevaba tiempo pensando en invertir en algún negocio y qué mejor oportunidad que ésta. La compañía de Tisdale es grande y próspera: era una oportunidad que no podía dejar escapar.

—Pero la compañía de Tisdale... —el tono dudoso y su expresión recelosa divirtieron a Harrys.

—Es el final perfecto y espero que ese viejo chiflado se esté retorciendo en su tumba al saber que todo lo que algún día fue suyo, ahora me pertenece. Una justa venganza por todos los agravios que nuestra familia ha sufrido a manos de ese hombre.

—Puede ser... —repuso no demasiado convencida.

—He pensado que May podría ocuparse de la oficina en Londres.

—¿Se lo has comentado ya? —quiso saber ella. Sabía del deseo que el hombre sentía por regresar a su patria, aunque realmente no tenía a nadie allí. Por ese motivo aún no se había decidido a abandonarlos y continuaba formando parte de sus vidas.

—Aún no, pero estoy seguro de que le encantará la propuesta.

—Sí, supongo que eso le dará la excusa que necesita para regresar a Inglaterra. Lo echaré de menos —dijo haciendo un leve mohín.

—Yo también, pero estoy seguro de que él será más feliz allí y siempre tenemos la opción de ir a visitarlo —comentó, alejando de sí el plato vacío.

—¡Eso sería estupendo! —exclamó emocionada por la idea—. Y de paso visitaríamos a tu madre.

—Suena estupendo —estuvo de acuerdo—. Pero ahora, termínate la sopa antes de que Big decida servirnos la carne completamente fría —añadió, dedicándole una de sus encantadoras y arrebatadoras sonrisas a su esposa.

 

* * *