España y viva la muerte
Fruto de su estancia antes y durante la guerra civil como enviado de un diario ateniense, son estos reportajes periodísticos de alta calidad literaria, como no se podía esperar menos de una de las grandes figuras de la literatura de este siglo. Kasantsakis, impenitente viajero, que recorrió sitios tan lejanos y dispares como Rusia, China, Suiza y España, era un gran conocedor y admirador de nuestro país y de nuestra literatura: mantuvo amistad con Unamuno y Lorca, entre otros, a los que tradujo al griego, y dedicó obras a Colón, el Quijote y el Greco. Con su personal estilo describe para el lector ateniense las ciudades españolas que va visitando (Burgos,Valladolid, Salamanca, Ávila, El Escorial, Toledo, Córdoba, Sevilla, Granada, Caceres, Madrid), acompañadas de comentarios subjetivos muy interesantes que permiten adoptar un punto de vista diferente -el de un extranjero lúcido que conocía bien nuestra tradición cultural y que sentía fuerte simpatía e identificación por el pueblo español- sobre la situación de nuestro país en un momento clave de su historia. Estos libros de viajes, frecuentemente ensombrecidos por la relevancia de otras obras más conocidas como su Zorba o su grandiosa Odisea, son, sin embargo, un documento de excepcional interés, pues recogen las impresiones de un pensador en el sentido más amplio y profundo de la palabra, de un intelectual con vastos conocimientos, adquiridos no sólo por sus lecturas, sino sobre todo por sus viajes y el contacto directo con la realidad, de un observador agudo y preocupado por un mundo que veíasurnirse en el caos y la guerra. Las experiencias de estos viajes, que plasmó en diversos libros que tituló Viajando en gerundio, probablemente para recalcar su intención de continuidad, su valor de proceso en desarrollo constante y no de suceso cerrado y concluido), nos ofrecen otra perspectiva del autor, muy distinta a sus tratados de carácter más filosófico (Ascética, Informe al Greco, etc.), a sus novelas (Vida y milagros de Alexis Sorbas, La Última tentación, Cristo de nuevo crucificado) su Odisea o sus piezas dramáticas, que permiten completar nuestras impresiones de un personaje tan complejo y poliédrico como Nikos Kasantsalcis. El libro recoge, pues, en la primera parte, los reportajes con las impresiones queiba recogiendo a medida que recorría España, y en la segunda sus reflexiones sobre diversos temas y personajes: «Madrid-Barcelona: los dos polos opuestos de España»;«El despertar nacional y las reacciones intelectuales», «Manuel Azaña el misterioso», «Federico García Lorca»; Kasantsakis vivió muy de cerca el drama de la guerra civil que arrasaba a su querida España y lo recogió puntualmente en sus crónicas: «entresijos desconocidos del movimiento nacional», «Entrevista con Franco», «qué sucederá después de la victoria?». Con extraordinaria clarividencia, sabe que la guerra española no es sino los preliminares de un desastre aún mayor. Por desgracia sus negros vaticinios no tardarían en cumplirse: «todo este drama español, lleno de sangre, de incoherencia y dureza es, quizás, el prólogo de una gran catástrofe» (p. 284). Pero no hay que sucumbir a la desesperación: «sentí que vivimos en una época espantosa y que el intelecto peligra. Debemos apresurarnos para ver lo que todavía queda de hermoso en esta tierra. Antes de que lleguen (...) las bombas, los aviones, y lo hagan desaparecer» (p. 269). Aunque se esfuerza en mantener la objetividad, no oculta sus simpatías por el bando republicano, por el gobierno elegido democráticamente por elpueblo: «mi corazón está apesadumbrado: voy a ver Madrid perderse...» (p. 266).