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El proceso constitutivo

de las guerrillas

De los enemigos de la República, el peor es el Gobierno británico y la política franco–inglesa de no intervención.

MANUEL AZAÑA, 1937

ESTE PASO CUANTITATIVO EN LA resistencia antifranquista surgió en el contexto de la lucha antifascista europea y como transposición a España de los esquemas de resistencia en Francia, donde los exiliados españoles tuvieron un protagonismo extraordinario. Desde el momento en que los nazis lanzaron la agresión a la URSS el primer día del verano de 1941, prendió como una llama la política frentista o de unidad antifascista, en perfecta orquestación con la Internacional Comunista, después de la incongruencia del pacto germano–soviético. En cuanto a España se refiere, aquella política de unidad en Europa, principalmente en Francia, y entre los exiliados españoles, fructificó en dos concreciones muy conocidas: una de tipo político (la Unión Nacional Española, UNE o UN, con un amplio abanico que pretendía abrirse a monárquicos y católicos antifranquistas, cosa un tanto descabellada) y otra vertiente de tipo militar (la resistencia armada, guerrilla o maquis). Por tanto, se puede decir que la guerrilla era el brazo armado de Unión Nacional. Es cierto que en las guerrillas lucharon muchos socialistas y anarquistas, pero sus organizaciones no optaron oficialmente por la vía armada. Sólo el PCE apoyó decididamente esta vía, enardecido, seguramente, por los éxitos de la resistencia francesa.

La UNE surgió en Francia —no era sólo un invento de Jesús Monzón, sino la nueva política de la IC— en el verano de 1941 (el primero de agosto empezó la publicación de su órgano Reconquista de España), aunque su plasmación oficial no ocurrió hasta el llamado «Congreso de Grenoble», en las afueras de Montauban, el siete de noviembre de 1942, cuando ya se habían creado en Francia 108 comités de UN[242]. Para entonces, ya se había concretado el objetivo militar: en abril de 1942 se recreó en Francia el XIV Cuerpo de Guerrilleros (rebautizado en mayo de 1944 como Agrupación de Guerrilleros Españoles, AGE). En septiembre de 1943, Jesús Monzón se introdujo en el avispero de la España franquista, y enseguida constituyó en Madrid la Junta Suprema de Unión Nacional (JSUN), y en octubre publicó, un tanto retórico, el «Primer comunicado de la Delegación del Interior», donde se afirmaba sin ambages: «Los guerrilleros tienen que iniciar ya sus actividades ofensivas»[243].

El proyecto guerrillero ofreció también dos vertientes casi simultáneas: el fogonazo inicial (la operación del Valle de Aran y las infiltraciones colaterales) y, al mismo tiempo, la organización guerrillera en los montes, con la reconversión militar de los huidos. En cuanto a la célebre operación del Valle de Aran, el hecho histórico se halla un tanto desvirtuado por los tópicos. No fue una debacle ni un fiasco ni una matanza (no más de una veintena de muertos en la operación) ni la iniciativa se puede calificar de descabellada, si se tiene en cuenta el contexto histórico de 1944, en el cual grupos de maquis por toda Europa estaban resultando victoriosos en la lucha antifascista, y si estaban poniendo a Hitler en un brete, también se podía alentar esperanza similar con relación a Franco. La lucha guerrillera no era incoherente en aquel contexto. El maquis triunfó en Europa y fracasó en España. La coherencia o no es inherente al hecho mismo, independientemente de sus resultados. Que el poder de Franco era inamovible, eso lo sabemos hoy, pero no en 1944.

Tras la liberación de París en agosto de 1944, batalla en la que participó de lleno el maquis español, con su Agrupación de Guerrilleros (AGE), la mirada de todos los luchadores españoles estaba puesta en España. Todas las unidades se desplazaban instintivamente hacia los Pirineos. En Toulouse cundía la euforia, y más parecía una ciudad española que francesa. La Pirenaica difundía arengas y proclamas, y todos querían volver a abrazar a sus familiares dejados en España en 1939. En septiembre, Monzón envió a Francia la orden de invasión. El delegado del PCE para tal misión fue Ramiro López Pérez «Mariano» (que Aguado Sánchez confunde con el mismo Monzón). Se celebraron reuniones preparatorias, con el respaldo de Carmen de Pedro, Azcárate, Manuel Gimeno, Luis Fernández «General Luis», Juan Blázquez «General César», Ramiro y algún otro, pero con reticencias de Vicente López Tovar, precisamente el designado como jefe militar de la operación. El 21 de septiembre, en el cuartel general de la AGE en Montrejeau, el «General Luis» firmó la orden de operaciones, que envió a López Tovar, para que este, al mando de la 204 División, se dispusiera al ataque[244].

Según el periódico Lucha[245], órgano de la 204 División, la operación se hacía en nombre de la Junta Suprema de Unión Nacional, con el lema: «Tenemos que derribar a Franco, antes que caiga Hitler». Un editorial plasmaba la arenga a «Todos los españoles» para defender la «Libertad de España», acabando en vivas a la JSUN, a la Agrupación de Guerrilleros «Reconquista de España», y con el grito de «¡Muera Franco y su Falange!». El repetido tópico de la «insurrección nacional» no aparece en estos prolegómenos, por lo que debió ser retórica adyacente. El objetivo fundamental era la liberación, no de España entera, sino del Valle de Aran, como una cabeza de puente donde se pretendía establecer el Gobierno Provisional democrático o «Gobierno de Unión Nacional», según las memorias inéditas de López Tovar[246]. Se inició la operación, con un día de retraso, el 19 de octubre de 1944, a las seis de la mañana. Por otros puntos del Pirineo se realizaron otras infiltraciones, como maniobra de apoyo y distracción. Desde septiembre ya se hacían infiltraciones, y luego durante varios meses más.

La invasión del Valle (3500–4000 hombres) celebró algunos éxitos iniciales, ocuparon varias poblaciones, rindieron algunos cuarteles de la Guardia Civil, se hicieron con unos 300 prisioneros, pero no llegaron a atacar Viella, la capital del Valle, porque López Tovar no quiso. La consideraba una ratonera. Hubo días de punto muerto, hasta que el 26 de octubre los franquistas incrementan movimientos de tropas. Escribe Tovar: «Vistas las noticias de mis oficiales de Información, que me comunican la aproximación de Artillería y tropas por la carretera de Llavorsí, y otras de refuerzo en dirección al túnel, procedentes seguramente de Huesca, me preparo a evacuar el Valle y darles la sorpresa de que, cuando lleguen a la frontera, no encuentren a nadie». Los días 26 y 27 de octubre, Tovar empezó a repartir consignas de estar preparados para la evacuación, orden que concretó el día 28 a medio día, fijada para las 12 de la noche.

Y no fue hasta el día 28 al anochecer cuando apareció por allí Santiago Carrillo, en realidad «a ver lo que pasaba», aunque reticente con la operación por ser obra de su competidor Monzón. Al llegar ante López Tovar se limitó a preguntarle «cómo estaba la situación». Tovar la pintó lo más negativa posible, porque tenía dada la orden de retirada, y Carrillo añadió que «cuánto tiempo necesitaba para evacuar», a lo que respondió Tovar (según sus memorias inéditas): «Si estás de acuerdo, yo me ocupo de ello». Por tanto, el papel de Carrillo en aquel hecho histórico dista mucho del protagonismo y misión salvadora que se le ha atribuido. Se limitó a aprobar hechos consumados, siendo López Tovar el autor de la orden de retirada, y no Carrillo.

Como parte de bajas de aquella célebre operación, se puede concretar que dentro del Valle hubo 25 muertos, y otros tantos en los alrededores, en total unos 60. En el Valle del Roncal, unos 30 muertos. En todo el Pirineo, unos 200. Heridos evacuados a Francia, 30. El balance de prisioneros, 800, pero en todo el Pirineo y en los cuatro últimos meses del año. Algunos de ellos acabaron fusilados en Zaragoza. Finalmente, otros 200 consiguieron infiltrarse en el interior de España[247].

A partir de los sucesos del Valle de Aran, el papel directivo de la guerrilla fue pasando de Jesús Monzón a Santiago Carrillo, pero antes de ello, Monzón ya tenía en posición de firmes y a toque de clarín los montes de España. El proceso constituyente de las guerrillas fue simultáneo a las infiltraciones pirenaicas, y los mismos infiltrados tuvieron un papel organizador decisivo, imprimiendo a los huidos autóctonos los nuevos aires y métodos europeos de la resistencia antifascista.

Con todo, hubo madrugadores en la organización guerrillera y se adelantaron en León, Asturias y en algún lugar más. En cuanto a León, hemos de regresar a 1942. La presencia en estos lugares de un grupo de huidos asturianos socialistas, políticamente muy cualificados, como Marcelino Fernández Villanueva «El Gafas», sirvió como detonante para la organización guerrillera. Apoyaban la idea: Abel Ares y los hermanos Severino y Victorino Nieto, en El Bierzo; Manuel Girón, Marcelino de la Parra, Enrique Oviedo, en La Cabrera; los hermanos Rodríguez López y otros, en la Tierra del Bolo (Orense). Así, en abril de 1942, en los montes de Ferradillo (Ponferrada), se celebró la asamblea constitutiva de la Federación de Guerrillas de León–Galicia, con 24 asistentes (11 socialistas, cuatro anarquistas, cuatro comunistas y cinco indeterminados), entre ellos: «Ánimas», «Pitaciegas», «Liebre», «Tameirón», los hermanos Moran, los hermanos Ríos, etc. Marcelino «El Gafas» fue el jefe, con Mario Moran y Parra como ayudantes[248]. El puesto de mando estaba en el ático de un bar de Santalla–Priaranza del Bierzo, pero en 1943 se trasladaron a un campamento en los valles de Casayo. En abril de este año, la Federación celebró su primer congreso cerca de Ferradillo. Y a mediados de 1943 recibieron la visita del primer emisario de Unión Nacional: el ovetense José M.ª Urquiola Iglesias «Chema», comunista. Fue presentado en otro congreso de la Federación en el mes de junio, y le exigieron pruebas documentales sobre la composición de UNE. Las presentó en septiembre, en otra asamblea en los célebres montes de Ferradillo, con lo cual la Federación se sumó, de momento, a UNE. También en 1943, la Federación intentó anexionarse a los huidos socialistas de Asturias, lo cual nunca se concretó (como asegura Nicanor Rozada). Surgió la discordia por la ubicación de la sede del EM, que los asturianos entendían que debía ser en Asturias, ante lo cual se frustró la anexión, y los socialistas asturianos crearon su propia organización guerrillera, en una asamblea en Soto de Ribera, el 15 de agosto de 1943, con el nombre de Comité de Milicias Antifascistas (CMA), siendo sus cabezas visibles: Arístides Llaneza Jove, Baldomero Fernández Ladreda «Feria» (comunista), Benjamín Fernández «Tito» y el «Comandante Flórez». Se organizaban en nombre de UNE, cuyo comité provincial había puesto en marcha Antonio García Buendía «Madriles». Pero pronto se deshizo el CMA. Los comunistas crearon en 1944 un Comité Regional, que desmanteló la policía. Enseguida se dio forma a un Comité Provincial (con «Tito» o «Garlopas» como secretario general, más «Feria», Manolo «Caxigal» y Constante Zapico «Bóger»), y dependiendo de él, una Comisión Político–Militar, con «Feria» como responsable, si bien «Bóger» era el líder guerrillero más representativo. La guerrilla socialista (con José Mata, Llaneza, etc.) articuló en 1945 su Comité del Monte. En 1947 tomaron la dirección de la FSA, cuyo comité lo asumió la guerrilla. En octubre de 1948 consiguieron salir a Francia en una gran expedición.

En cuanto a la Federación leonesa, socialista, acabaría sufriendo el choque entre la UNE y la ANFD. En el congreso de octubre de 1944 tomaron el nombre de I Cuerpo de la Federación Nacional de Guerrillas, a propuesta del delegado de la UNE, haciéndose eco de los nuevos vientos comunistas de crear un Ejército Guerrillero de carácter nacional[249].

En el sur de España también existió una agitación guerrillera madrugadora, en las costas de Málaga. Desde noviembre 1942, tras el desembarco de los aliados en el norte de África, los exiliados españoles eran instruidos por los norteamericanos en Oran y en el campamento norteamericano de Oujda. A lo largo de 1943 tenía lugar un continuo ir y venir a las costas de Málaga en lanchas, con misiones informativas y preparatorias, donde se destacó Joaquín Centurión Centurión, malagueño exiliado en Argel. En el otoño de 1943 se había reorganizado el PCE en la provincia de Málaga. Otro núcleo comunista se organizó en Melilla. Pero en febrero de 1944 se produjo una gran caída de comunistas malagueños, con 90 detenidos y varios fusilamientos, después de pasar por la Brigada Político–Social de Madrid. Parece que fue Carrillo, en agosto de 1944, el que acabó con este «compadreo» (tan rentable para el futuro) entre norteamericanos y antifranquistas españoles[250]. A finales de noviembre 1944 desembarcó en Río de la Miel (Málaga) el célebre Ramón Vías (exiliado madrileño, de Vallecas) con su grupo (según Aguado, una docena; otras fuentes, varias decenas). Su objetivo: crear la Agrupación Guerrillera de Málaga o Sexto Batallón, cosa que se llevó a cabo en las semanas siguientes, conectando los grupos de huidos con los recién infiltrados. Un año después, en septiembre de 1945, Ramón Vías fue detenido en las Cuevas de Zarate (Alcaucín) y lo llevaron a la prisión de Málaga. Tomó el mando de la guerrilla Alfredo Cabello Gómez–Acebo, otro cuadro del PCE, que acababa de desembarcar en el mismo mes de septiembre. Ramón Vías escapó de la cárcel enseguida, pero lo volvieron a capturar el 15 de noviembre de 1945. Fue entonces cuando lo sometieron a terribles torturas, según su célebre informe a la opinión nacional e internacional, con fecha 15 de diciembre. El primero de mayo de 1946 se evadió por segunda vez, en unión de 24 más, que pasaron todos a los montes; pero el 25 de mayo los represores acabaron con Ramón Vías y tres más, a los que mataron en una casa de La Florida, Málaga.

En junio de 1946 apareció «Roberto» en la Costa del Sol (José Muñoz Lozano, nacido en Ciudad Real en 1914, vecino de Madrid y dependiente de comercio antes de la guerra). Sería el futuro hombre fuerte, al que de momento Gómez–Acebo nombró delegado político–militar en Málaga. Pero Gómez–Acebo fue capturado a finales de 1946 (fusilado el cinco de marzo de 1948) y el camino quedó despejado para «Roberto», que se hizo enseguida con el control absoluto de Málaga y Granada, creando en 1947 la Agrupación Guerrillera Granada–Málaga (o «Agrupación Roberto»), uniendo en ella los Batallones 6.º y 7.º (luego se añadió un 8.º Batallón en Las Alpujarras).

En Granada las cosas fueron también muy deprisa. Ya hemos citado cómo desde 1942 el anarquista «Comandante Villa», escondido en la capital, adoctrinaba a los hermanos Quero en la guerrilla urbana (con refugios en el Sacromonte y Albaicín). Y a los huidos comunistas los intentaba organizar desde 1941 Francisco Rodríguez «El Sevilla», también oculto en la capital, y tuvo entre sus discípulos a Francisco «El Yatero». Pero el organigrama guerrillero de Granada no se concretó hasta comienzos de 1946, cuando llegaron desde Francia los cuadros directivos imprescindibles: «Tarbes» (José Meréndiz Víctores) y Ramiro Fuentes Ochoa, que fundaron la Agrupación Guerrillera de Granada. Se hicieron con una extensa organización del Llano, incluso en El Albaicín, donde una redada en abril de 1946 acabó con 60 colaboradores en la cárcel.

Pero la Agrupación granadina inicial tuvo muy mala suerte. El 13 de enero de 1947, en la Estación de Fiñana (Almería) fue detenido «Tarbes», se ofreció como confidente a la Guardia Civil y lo devolvieron al monte, pero sus compañeros descubrieron la traición y lo ajusticiaron (18 de marzo de 1947)[251]. El 17 de enero del mismo año fue detenido Fuentes Ochoa en Granada. «Sevilla» huyó a Málaga. Y a finales de 1947, «El Yatero» escapó a Francia, con lo que sus hombres pasaron a la ya creada «Agrupación Roberto».

A lo largo de 1947, «Roberto» fue concretando su proyecto de una Agrupación fuerte y disciplinada. Impuso una disciplina férrea en las partidas, sin reparar en «ajusticiamientos», de los que ejecutó más de 20, mediante el método del estrangulamiento, utilizando cordeles de hierbas al cuello y sujetando al reo entre cuatro, mientras dos tiraban de los cordeles. Pronto empezó «Roberto» a cosechar victorias, como la del 29 de marzo de 1948, en Sierra de Cázulas, donde liquidaron a un pelotón de Infantería: un cabo y siete soldados muertos, más cinco heridos. Numerosos «encuentros» de 1949 terminaban con victorias de la guerrilla y muertos entre los guardias, Ejército o regulares. Otra de las claves de su éxito fue no dar atracos, sino limitarse a secuestros de gente adinerada. En 1948 llegaron a tener ingresos anuales de más de un millón de pesetas. En algunos secuestros o golpes económicos consiguieron cantidades astronómicas (para la época), como medio millón cerca de Granada (en mayo de 1949), obra de «Pepe el Catalán», y otro medio millón en Antequera (en octubre de 1949), obra de «Felipe». La organización del Llano se multiplicó y las altas de guerrilleros no cesaron. En 1947 tuvo 23 altas en Málaga y 73 en Granada. En 1948 pasaron por la Agrupación 160 hombres, y en 1949, 200[252].

Para terminar la cordillera Penibética, falta aludir a la guerrilla de Cádiz y Serranía de Ronda. En esta última, ya hemos citado la figura sobresaliente:

«Manolo el Rubio», que en la fecha temprana de 1943 ya creó su Agrupación de Guerrilleros «Stalingrado». En 1945 se fusionaron con la anarquista Agrupación del Campo de Gibraltar, dirigida por nuestro ya conocido «Bernabé», dando lugar a la nueva Agrupación de Guerrilleros «Fermín Galán», con «Bernabé» como jefe. Estas fechas proceden del propio testimonio de «Manolo el Rubio»[253]; sin embargo, Aguado Sánchez sitúa la fusión en febrero de 1949, fecha retrasadísima e improbable. La fusión debió ocurrir en la que Aguado cita como asamblea constitutiva de un comité de la UNE, el 17 de agosto de 1945, entre Castellar y Jimena de la Frontera[254]. En octubre de 1945 se les sumaron algunos activistas llegados a Tarifa desde Tánger, dos de ellos de Santander, portadores de una emisora. También recibieron refuerzos de algunos de los evadidos con Ramón Vías, el primero de mayo de 1946. En 1947 «Bernabé» tenía buenos contactos con el Comité Regional de la CNT de Sevilla, a través del comarcal de Jerez, y cuando la constitución de la Agrupación «Fermín Galán», hubo un delegado del Regional de Sevilla (Manuel Abollado «Orejitas»). La Agrupación fue numerosa y se apuntó algunos éxitos. En diciembre de 1949, en la finca Regino (Arcos de la Frontera) consiguieron el mayor golpe económico de toda la guerrilla de Andalucía: 700 000 pts. Pero en 1949 la Agrupación cayó en picado.

La gran ilusión de Jesús Monzón estaba puesta en la creación del Ejército Guerrillero del Centro, según Sixto Agudo[255]. Debía ser el apoyo militar de la JSUN. Mientras tanto, en la primavera de 1944 el Buró del PCE envió a Casto García Rozas a España, como primer intento de sustituir a Monzón (es decir, la dirección de la Delegación del CC del PCE en el Interior), pero Monzón «le dio trabajo» enseguida y lo mandó a formar las guerrillas en el Norte. En junio de 1944 llegó Agustín Zoroa con idéntica misión, y Monzón también «le dio trabajo», encargándolo de la secretaría militar de la Delegación y ocuparse de las guerrillas en toda España. Se tardó un año (desde otoño de 1943 a otoño de 1944) en poner en marcha el Ejército Guerrillero del Centro. Monzón no encontraba los líderes apropiados, porque prefería los autóctonos, los luchadores del interior. Por fin los encontró en dos evasiones carcelarias: Jesús Bayón y Ramón Guerreiro, evadidos de Carabanchel en la primavera de 1944, y Luis Espinosa, Calixto Pérez Doñoro, Dionisio Tellado y Cecilio Martín Borja, evadidos de Alcalá de Henares en septiembre. Sixto Agudo (cuyo testimonio seguimos), cómplice en la misma evasión de Alcalá, fue trasladado a Sevilla unos días antes. A él y a Luís Espinosa se les tenía preparada la misión de organizar Andalucía occidental, pero el marcaje de la dictadura les impidió actuar.

Cuadros directivos enviados de fuera, Monzón sólo utilizó dos para la zona Centro: «Fermín» y «Fedor». En cuanto al primero, José Isasa Olaizola (de San Sebastián, 32 años) había llegado desde Argentina en otoño de 1943, con José Pons, Fernando Bueno y Antonio Moreno[256]. Se le encargó la jefatura del Ejército Guerrillero del Centro, con puesto de mando en Madrid. El primer objetivo fue la I.ª Agrupación (Cáceres y parte de Toledo), con Jesús Bayón «Carlos», como jefe militar, y Dionisio Tellado Vázquez «Ángel» o «Mario de Rosa», como jefe del EM, con tres divisiones: la 12 (al mando de «El Francés»), la 13 (al mando de «Chaquetalarga» o «Carrillo») y la 14 (al mando de Jesús «Lamido» o «Quincoces»). Luego se creó una 11.ª División, al mando de «Colinas» o «Petroski» (sobrino de «Quincoces»), la cual acabó convirtiéndose en Agrupación de Credos. Se constituyó la I.ª Agrupación en una asamblea, parece que en el término de Mijares (Ávila), el cinco de noviembre de 1944. Durante 1945 I.ª Agrupación vivió un año de esplendor y acciones espectaculares, pero en 1946 cayó en picado y quedó extinguida en los primeros meses de 1947.

El 14 de noviembre de 1944 se constituyó en otra asamblea, al sur de Puerto de San Vicente, entre Castilblanco y Alia, la Agrupación Guerrillera de Toledo, al mando de José Manzanero Marín[257], teniendo como jefe del EM a Honorio Molina Merino «Comandante Honorio», seguido de «Manolín» (Manuel Méndez Jaramago), Reyes Salcedo, Manuel Camacho «Recoba», Casimiro Chaves «Chavito», etc. Esta Agrupación efímera, de la que apenas se tienen datos, se disolvió al cabo de un año, hacia finales de 1945, a pesar de haber tenido una entrevista con el propio Agustín Zoroa, cerca de Los Yébenes (Toledo) en otoño del mismo año. Los restos de la Agrupación quedaron al mando del «Comandante Honorio», que en 1946 se pasó a Ciudad Real. Otros se ocultaron, a la espera de mejor ocasión. Manzanero y «Recoba» se ocultaron en la Villa de Don Fadrique, y hubieron de cambiar de escondite varias veces. «Recoba» acabó volviendo a la sierra, donde pereció. Manzanero consiguió pasar a Francia en 1949. «Chavito» pasó a ocultarse en un pueblecito de Guadalajara, Bocígalo de la Sierra, donde había estado durante la guerra como teniente y había dejado buenas amistades, entre ellas la del cura, el cual lo protegió y le facilitó documentación falsa, con la que luego se camufló en Madrid y sobrevivió[258].

En Ciudad Real, la organización guerrillera resultó complicadísima. En principio, quedó constituida la 2.ª Agrupación (finales de 1944 o comienzos de 1945) con Ramón Guerreiro Gómez «Julio», como jefe, y su hermano Manuel («Antonio») como ayudante, más Calixto Pérez Doñoro «Vicente», cuya actividad apenas consta después y queda muy diluida. Pero cuando se llegó al congreso de Almadenejos (finales de junio o comienzos de julio 1945, en presencia del propio «Fermín» y de «Paco el Catalán», venidos desde Madrid) y se quiso poner a las partidas socialistas y anarquistas del Sur de la provincia bajo la obediencia de la UNE, estalló la rebelión, desautorizaron a los jefes, dijeron pertenecer a la ANFD y nombraron una dirección cismática en el Valle de Alcudia, presidida brevemente por «Lavija» (Eusebio Liborio, de Guareña, CNT) y luego por «Veneno» (Norberto Castillejos, de Santa Eufemia, CNT). «Julio» siguió mandando lo que podía, y se crearon las Divisiones: 21 (jefe «Palomo»), 22 («Manco de Agudo») y 23 («Pedro el Cruel»). En esta última, una guerrilla estuvo mandada por «Veneno» (Francisco Blancas). A él, a «Parachuta» y a «Rene» se los trajo «Julio» de Cáceres en el verano de 1945. En la primavera de 1946 se llegó a una reunificación, en una nueva asamblea en Almadenejos (finales de marzo), y con otro refuerzo enviado de Madrid por el PCE: Luis Ortiz de la Torre (de Astillero, Santander, ex estudiante de ingeniería, condecorado en la batalla del Ebro y en la resistencia francesa, hijo de un arquitecto y escritor santanderino republicano)[259]. Se consiguió una unidad inestable, manteniendo a «Veneno» (Norberto) como jefe, mientras «Julio» quedaba con una función indeterminada, y Ortiz de la Torre colocaba su puesto de mando como «instructor» en Puertollano. Pero al llegar el verano de 1946 todo se desbarató, los socialistas y anarquistas decidieron abandonar la lucha armada (algunos como «Veneno» se quedaron, pero al margen de organización) y los comunistas se quedaron por otro lado, con «Palomo» como jefe (socialista) y «Julio» como ayudante, si bien este tenía el mando efectivo. Como hombre fuerte emergente quedó «El Gafas» o «Torrente» (Francisco Expósito Prieto, de Andújar), jefe de la 21.ª División.

En el corazón de La Mancha surgió la primero 6.ª y luego 5.ª Agrupación, con centro de actuación en Albacete (Villarrobledo) y ramificaciones hacia Cuenca (Pedroñeras) y Ciudad Real (Socuéllamos). Una Agrupación tan interesante como desconocida, debido sobre todo a las confusiones a que nos han inducido todos los datos equivocados de la Guardia Civil y los de Aguado Sánchez, albacea del Cuerpo. Deshecho el maleficio, en estas líneas se publica, por fin, quién fue el organizador de esta Agrupación: Pedro Rodríguez González «Fedor» o «Carlos». El uso de este segundo apodo llevó a la Guardia Civil y a Aguado a confundirlo con Jesús Bayón «Carlos», el de Cáceres–Toledo, pero últimamente, el testimonio del ex guerrillero albacetense Antonio Esteban Garvi [260] nos ha sacado a todos del error. «Fedor» volvió a España en 1945 a través de los Pirineos, acompañado entre otros por «Lister» (Antonio Moreno Manzano) y «Piti» (José Díaz Estévez). «Fedor», nacido en Madrid, 26 años entonces, era hijo de un catedrático de Latín, que había ejercido en Cáceres y en Villarrobledo. Cuando la dirección de Madrid (debía ser Agustín Zoroa, porque «Fermín» estuvo de baja seis meses) supo que en Villarrobledo había un grupo comunista dispuesto a sumarse a las guerrillas, encabezado por Alfonso Ortiz Calero «Vicente» y José Sahuquillo «Tarzán» (escondidos hasta entonces como topos en sus domicilios), envió a «Fedor» a Villarrobledo (con «Lister» y «Piti», además de «Tato», «Cruz» y «Antonio el Madrileño»), para constituir la 6.ª Agrupación, cosa que se hizo en la primera asamblea, el 25 de septiembre de 1945, quedando «Vicente» como jefe. A finales del otoño se celebró, en presencia de «Fedor», otra asamblea en el monte Córdoba (Villarrobledo), confirmándose a «Vicente» en la jefatura; «Lister», jefe de organización; y jefes de guerrillas: «Chichango», «Fernando», «Tato» y «Pleitista». En enero de 1946, se celebró una nueva asamblea organizativa en la huerta del Chulo Castañares (El Provencio), en presencia de «Fedor». Luego, este regresó a Madrid definitivamente. A primeros de abril le encomendaron otra misión en Cáceres, y el 20 de abril fue capturado en Zarza de Granadilla, procesado y condenado a 30 años, sin que se descubrieran nunca sus actividades en Albacete. «Fedor», hombre reservado y astuto, se estableció luego en Tenerife, donde falleció en 1981.

En mayo de 1946, la dirección de Madrid («Fermín» otra vez) envió a un nuevo cuadro, ahora como jefe, a la 6.ª Agrupación: Cecilio Martín Borja «Pepe», que llegó a Socuéllamos en tren, acompañado de su novia (Manuela Ángel Rodríguez), el 14 de mayo de 1946, siendo recibido por guerrilleros y enlaces, de los muchos con que contaban en esa localidad. El 25 de mayo, en un cerco y tiroteo en el cortijo La Médica (Socuéllamos), «Pepe» estuvo a punto de ser capturado. Entre los documentos que perdieron estaba el sello de la 6.ª Agrupación. Por esta razón, según testimonio de Esteban Garvi, «Pepe» decidió adoptar el nuevo nombre de 5.ª Agrupación. En el primer pleno en el monte Cinco Navajos (cerca de Ruidera y de Alhambra, Ciudad Real), a finales de junio 1946, «Pepe» quedó como jefe de la desde entonces 5.ª Agrupación, relevando a «Vicente». La actividad de estas guerrillas manchegas fue extraordinaria, siempre en contacto con un sólido comité provincial del PCE en Albacete capital. En 1947, este comité empezó a ser descubierto por la policía. En marzo, uno de sus miembros, Andrés María Picazo, tuvo que saltar a la sierra. Otro componente, Pedro Chacón, fue detenido a finales de abril. Los otros dos, Juan Moya y Antonio Esteban Garvi, huyeron a Valencia, al amparo del Comité Regional. Luego, volvieron a Albacete para unirse a la guerrilla, a la que encontraron en una casa de Villahermosa de la Fuente y allí los recibió «Pepe». En el segundo pleno de Cinco Navajos (julio de 1947), Antonio Esteban fue nombrado delegado político de la 3.ª guerrilla (jefe, «Fernando»; instructor, Antonio Moreno «Lister»)[261]. Otras dos guerrillas las mandaban: «Gitano» y «Pocarropa». Pero los golpes represivos recibidos en 1947 darían al traste con esta sólida Agrupación.

En Córdoba, la resistencia se organizó con el nombre de 3.ª Agrupación, abarcando todo el norte del Guadalquivir, más el sur de Badajoz (La Granja de Torrehermosa) y toda la sierra de Sevilla (Alanís, Gudalcanal, Cazalla, Constantina, etc.). Se organizó desde Madrid y perteneciente al Ejército Guerrillero del Centro. Como jefe fue designado Dionisio Tellado «Ángel» o «Mario de Rosa», decisión que tomaron «Fermín» y «Paco el Catalán» en el congreso de Almadenejos (Ciudad Real), a finales de junio de 1945, donde se hallaban los tres. «Mario de Rosa» aterrizó en Córdoba el seis de septiembre. Lo llevaron a la base del coto de La Porrada (Villaviciosa) y allí comenzaron los preparativos organizativos, que debieron fructificar a finales de 1945. Su hombre fuerte en Córdoba fue Julián Caballero Vacas, ex alcalde comunista del Frente Popular en Villanueva de Córdoba, su hermano Bartolomé, María Josefa «La Mojea» (ex concejal y dirigente antifascista), Manuel Hidalgo Medina «Bellota» o «Jerónimo Almenta» (jefe de la 31.ª División) y Claudio Romera (jefe de la 32.ª División). En esta predominaba la orientación socialista, y en la 31 se mezclaban comunistas y anarquistas, con buen entendimiento. En 1946 tuvieron la base en Las Dalias (entre Villaviciosa y Fuenteovejuna) y a finales de 1947 se puso el puesto de mando en Los Baldíos (Fuente del Arco, Badajoz). Desde el otoño de 1946, caído «Fermín» en Madrid, «Mario de Rosa» se desligó del Ejército Guerrillero del Centro y se adscribió al de Andalucía, de una manera muy teórica, con muy esporádicos contactos con Sevilla, donde ejercía Ricardo Beneyto una extraña y débil jefatura. La 3.ª Agrupación de Córdoba no tuvo absolutamente nada que ver con la granadina de «Roberto», como recientemente da a entender Secundino Serrano[262].

En cuanto al Centro se refiere, falta citar por último una peculiar organización guerrillera, de una docena de hombres, que empezó a actuar, tempranamente, a comienzos de 1944, en torno al monte Mirlo (Ávila), de la mano de Adolfo Lucas Reguilón «Severo Eubel de la Paz», un maestro de Villa del Prado (Madrid), al que por actividad comunista buscaba la policía en la capital y decidió huir al monte con su esposa. Denominó a su pequeña guerrilla «Zona M de Unión Nacional», que todos, hasta la Guardia Civil, confunden con la Agrupación de Gredos. Reguilón, aunque comunista, era fantasioso y quijotesco, y organizó su guerrilla a su manera, al margen de las directrices del PCE, lo que provocó problemas, hasta que «Paco el Catalán» ordenó liquidarlo, sin conseguirlo. Reguilón abandonó la sierra en 1947, se refugió en Galicia, lo detuvieron en 1956, pero sobrevivió.

En el norte de España, el PCE entró en acción a partir de las infiltraciones de los Pirineos, pero en León y Orense seguía funcionando la ya veterana Federación de Guerrillas León–Galicia, de mayoría socialista. En su congreso de octubre de 1944, en sus habituales montes de Casayo, se estructuró en varias Agrupaciones, de cuatro guerrillas cada una y con cuatro «Compañías del SIR» (servicio de información republicano, es decir, los enlaces o guerrilla del llano). La I.ª Agrupación la mandó César Ríos (con Abelardo Macías «El Liebre», Edelmiro Alonso García, Miguel Cueña «El Artillero» y Evaristo González Pérez «Rocesvinto», al frente de las cuatro guerrillas). Tras el 3.º Congreso de la Federación, a comienzos de marzo de 1945, pasó un comunista al EM (Francisco Elvira) y se creó la II Agrupación, al mando de Mario Moran (con José Vega Seoane «Ánimas», Eduardo Pérez «Tameirón», Guillermo Moran, Arcadio Ríos y Julián Acebo «El Guardiña», al frente de las guerrillas). Fue una Agrupación con creciente presencia comunista. También a comienzos de 1945 se formó la III Agrupación, con Manuel Castro Tellado como jefe, con Antonio Fernández Crespo «Fuenteoliva» y Abelardo Gutiérrez Alba como subjefes[263]. Luego vendría la ruptura con la UNE y el declive de la Federación, inicialmente tan vigorosa.

En La Coruña se apresuró la actividad comunista con la creación del Ejército Guerrillero de Galicia y su concreción inicial —comienzos de 1945— en la IV Agrupación, siendo su jefe (de ambos organismos) Marcelino Rodríguez «Marrofer», ayudado en su secretariado por los del comité comarcal de Lugo (Ramón Vivero y José Temblas). En realidad, el primero que en 1944 llegó a Galicia para crear el Cuerpo de Guerrilleros de Galicia fue Manuel Castro, teniente coronel en la resistencia francesa. Reunió a Manuel Ponte, Remuiñán, Souto y otros, en nombre de la JSUN; pero en 1945, al no ser aceptado Manuel Castro por todas las partidas, se dio el mando a «Marrofer»[264]. Una de las primeras medidas de la IV Agrupación fue un «acto de justicia», como lo llama Heine, contra Esteban Cortizas, jefe local de Falange de Mugardos, responsable de los crímenes contra personas de izquierdas en este pueblo en 1936. El 25 de enero de 1945 lo abordaron en el bar donde jugaba a las cartas y lo mataron a tiros. Con relación a Lugo, la agitación comunista empezó tan eufórica en esta provincia que a finales de 1945 se creó la III Agrupación del Ejército Guerrillero, al mando de José Castro Veiga «El Piloto», ayudado por Ramón Rodríguez «Curuxas». Pero el hecho más significativo, también a finales de 1945, fue la llegada a Galicia de tres importantes enviados desde el extranjero: José Gómez Gayoso (orensano, llegó de Cuba en 1944, con una estancia en Madrid como secretario de agitación y propaganda de la Delegación del CC, lo mandan a Galicia como secretario general del Comité Regional), Antonio Seoane Ramos (coruñés, vino de Buenos Aires en 1943, ahora responsable de guerrillas del Comité Regional) y Manuel Blanco Bueno (ex marinero, exiliado en Oran, llamado por el PCE en 1944 como ayudante de Gayoso). Una nueva línea guerrillera más combativa se hizo patente en 1946 y se intensificó el carácter militar. Así pues, en la primavera las partidas se transformaron en «destacamentos», cada una con su jefe militar y su comisario. La IV Agrupación se estructuró en cuatro: el destacamento «Manuel del Río Botana» (jefe Manuel Ponte), el «Eduardo Xaneiro» (jefe Manuel Peña «Flores» y comisario José Blanco Núñez «Ferreirín»), el «Santiago Álvarez» (jefe Lisardo Freijo «Teniente Freijo») y el «Enrique Lister» (jefe Amador Domínguez «Jaime Pimentel» y comisario Francisco Rey Balbís «Moncho»).

El primer jefe de la IV Agrupación, «Marrofer», tuvo corto mandato, porque cayó junto con otros tres el 24 de junio de 1946, víctimas de una contrapartida cerca de Betanzos. Su sucesor, Manuel Ponte, nombrado en una asamblea en Bergondo en el otoño de 1946 (en la que la Agrupación recibió el nombre de «Pasionaria») sufrió la misma mala suerte, porque cayó junto con otros dos en un golpe económico frustrado cerca de Ordes, el 21 de abril de 1947, en un cerco de la Guardia Civil. La Agrupación «Pasionaria» fue mandada entonces por el célebre y violento «Moncho» (Francisco Rey Balbís)[265] y Carlos Allegue como comisario. Así, hasta 1950, después de pasar por el desastre de Gayoso y Seoane en julio de 1948.

En Orense se desató en 1946 una escisión en la antigua II Agrupación, perteneciente a la Federación leonés–gallega (socialista), debido a que esta se había separado de la UNE. En un nuevo congreso de la Federación en los montes de Casayo (valle del río Bruña, en el conocido campamento «ciudad de la selva»), en julio de 1946, se aprobó la reunificación, pero una emboscada de la Guardia Civil hizo saltar el congreso por los aires y les mató a dos jefes: Arcadio Ríos y Francisco Elvira, comunistas y defensores de la unificación. Los comunistas restantes crearon después otra II Agrupación, pero perteneciente al Ejército Guerrillero, aunque primero se denominaron destacamento «Santiago Carrillo» (jefe Samuel Mayo Méndez, comisario Benigno Fraga, procedentes de la IV Agrupación. Una guerrilla la mandó Guillermo Moran, por la zona de El Bierzo). En cuanto a la vieja Federación, en enero de 1947 pensaron ya seriamente en la retirada. Marcelino «El Gafas», jefe del EM, envió cartas a Francia y a México consultando sobre el camino que debían seguir. La respuesta fue: disolver la guerrilla y salir del país. Intercambiaron también opinión con los socialistas asturianos (Arístides Llaneza, Manuel Flórez). En consecuencia, con múltiples complicaciones, se llegó a la célebre evasión de los 28 en el puerto de Luanco (Asturias), el 23 de octubre de 1948. Los restos de la Federación pasaron a la II Agrupación, la comunista de Orense–León, constituida formalmente en una asamblea en octubre de 1947, según testimonio de Francisco Martínez «Quico»: «En septiembre de 1947 me incorporo a la guerrilla dirigida por Guillermo Moran (PCE) […]. La Federación ya había desaparecido. En octubre creamos la nueva II Agrupación [jefe militar, Evaristo González “Rocesvinto”; comisario, Guillermo Moran; otros miembros del comité: Gregorio Colmenero, “El Guardiña”, etc.], compuesta por 5 guerrillas. Una, la del Bierzo, en la que estaba yo como delegado político, la mandaba Silverio Yebra “El Atravesao”. Otra la dirigía Manuel Girón, por la zona de La Cabrera. La tercera, Mario Rodríguez “Pinche”, en tierras de Orense. La cuarta, la mandaba “Piloto” [con Roberto “Virnes”, Manuel Zapico], en los límites de Orense y Lugo. Y la quinta, por la zona de Monforte, mandada por Gregorio Colmenero, servía de protección al Estado Mayor. Luego, en 1949, mi guerrilla, la del “Atravesao”, se fusionó, puesto que había habido bajas, con la de Manuel Girón»[266].

En Pontevedra, en el otoño de 1946 se creó el destacamento «Paco Barreiro» en las inmediaciones de Vigo, dirigido por Avelino Otero y Manuel Campos «Xanote», que sucumbieron el 21 de mayo de 1947, y el destacamento se desmoronó. En el otoño de 1947 se creó al norte de Pontevedra una débil V Agrupación, con mandos exportados desde la IV (el célebre «Foucellas» y José Remuiñán «Ricardito» o «Simeón»). En mayo de 1948 ya estaba fuera de combate.

En Asturias (como en Orense) se dio una doble guerrilla: una socialista y otra comunista. Los socialistas asturianos, después que fracasó aquel intento unitario del Comité de Milicias Antifascistas (agosto de 1943), crearon en 1945 su organismo particular, el Comité del Monte, con el objetivo de «controlar y coordinar las acciones de los grupos socialistas del monte y centralizar los contactos con los hombres de la dirección de la federación asturiana»[267]. Este Comité lo componían: José Mata, Arístides Llaneza y Manuel Fernández Peón «Comandante Flórez». En adelante, este fue el trípode sobre el que se asentó la guerrilla socialista, mientras se mantuvo en pie. José Mata (y su lugarteniente Manuel Fernández Casas «Lele») se ubicaron en lugares próximos a Hueria de Carrocera y Tuilla. Llaneza mantenía su refugio en Acebal, cerca de Mieres. Y «Flórez» deambulaba entre Nava y El Cristo de las Cadenas, cerca de Oviedo. La actitud de esta guerrilla fue mucho más retraída y a la defensiva que la socialista de León, por ejemplo, que realizó muchísimas acciones, sabotajes, represalias y golpes económicos. Nada de esto cabe observarse en los asturianos. Estos piensan que el derrocamiento del régimen de Franco sólo es posible por instancias internacionales y que las acciones guerrilleras sólo sirven para agravar la represión contra la población. En la carta de José Mata a José Barreiro (diciembre de 1945) afirma que «mantenemos una actitud defensiva, alterada algunas veces por tener que buscarnos lo preciso para el sustento», y no informa de actividades guerrilleras, sino políticas: «el valle del Nalón sigue siendo como siempre socialista. Estamos en plena marcha ascendente y tratando de organizar los cuadros del Sindicato Minero»[268]. La reconversión política de la guerrilla socialista llegó a su culminación en el verano de 1947, cuando, habiendo sido detenida la comisión ejecutiva provincial, el Comité del Monte se hizo cargo de la FSA (José Mata, presidente; «Flórez», vicepresidente; Llaneza, secretario general; y «Lele», tesorero).

En cuanto a la guerrilla comunista, sus orígenes arrancan con la llegada de los emisarios foráneos de Jesús Monzón en 1943: Casto García Roza, José Cerbero y Antonio García Buendía. Primeramente crean la Junta Provincial de la UNE, luego el Comité de Milicias Antifascistas con los socialistas. Cuando este se deshizo, los comunistas se olvidaron también de la UNE y se apresuraron a constituir la Comisión Político–Militar como dirección guerrillera, con «Tito» o «Garlopas», «Caxigal» (Manuel Díaz González), «Feria» y «Bóger» (Constante Zapico González, ex teniente republicano, topo hasta entonces en su casa de Langreo). En 1945 quedó constituida la Agrupación Guerrillera de Asturias, cuya figura sobresaliente era Constante Zapico «Bóger» o «Constante de la Pallega», estructurada en las Brigadas 10, 11 y 12, mandadas por Manolo «Caxigal», Requejo y el propio Zapico, en una especie de triunvirato, donde las decisiones se tomaban de manera colegiada[269].

Impulso inicial importante para la Agrupación fue la llegada desde Francia del primer comando de apoyo encabezado por Agustín del Campo y seis más, que cruzó la frontera el 19 de septiembre de 1945, y llegaron a Asturias sin novedad. La Agrupación tenía su referente político inmediato en el Comité Regional, compuesto por Casto García Roza, Aquilino Gómez, Antonio Compani, Rogelio Puerto, Montes y Celestino Uriarte «Víctor»[270]. Este llegó a Asturias huyendo de la escabechina de Madrid con la caída de José Vitini Flórez, en abril de 1945. El franquismo, que tenía a los asturianos en el punto de mira desde la revolución de 1934, se cebó cuanto pudo en esta región y no reparó en métodos ni en sangre ni en crímenes. En 1946 cayó el Comité Regional. Casto García Roza, en manos de los «expertos» de la comisaría de Gijón, expiró en las sesiones de tortura. Celestino Uriarte, castigado también sañudamente, sobrevivió y al poco tiempo logró escapar de la cárcel y refugiarse en Francia. La Agrupación siguió adelante, muy activa, hasta el golpe terrible de finales de enero de 1948, cuando ocurrió una hecatombe de 19 muertos, la flor y nata de la Agrupación[271].

En Santander, el origen remoto de la Agrupación Guerrillera se halla en los restos de la partida de «Pin el Cariñoso» (José Lavín Cobo, caído en octubre de 1941), que Rafael «El Ferroviario» reorganizó en 1943, junto con su primo Esteban Arce, como comisario. El mando pasó a «El Tampa» (Raimundo Casar Acebo), que dio a la partida el nombre de «Guerrilleros del Norte». En otoño de 1944 llega de Madrid a Santander Rafael Crespo Aguado, emisario de la JSUN[272], y constituyó la UN. La coordinación general la llevó a cabo Mateo Obra, que vino de Francia. La Agrupación debe considerarse constituida a comienzos de 1945, con tres Brigadas: la 6.ª Brigada o Brigada «Machado» (mandada brevemente por Ceferino Roiz, porque este sucumbió el 22 de abril de 1945). Su segundo jefe fue Santiago Rey, en la parte occidental de Cantabria, con unos 40 guerrilleros (entre ellos, Hermenegildo Campo «Gildo», «El Asturiano», «El Vasco», Jesús de Cos, Felipe Matarranz, etc. Este último fue responsable político de la Brigada «Machado», y ha sobrevivido, a pesar de dos penas de muerte). En cuanto a «Juanín» (Juan Fernández Ayala), se había incorporado al monte en 1943, porque, hallándose en libertad condicional, cada día lo molían a palos en el cuartel de Potes. Su amigo y ex guerrillero superviviente Lorenzo Sierra relata el caso: «Juanín, cada vez que se presentaba en el cuartel, para él no era cuartel, sino un gólgota, lo molían a palos, unas veces más que otras, según el humor del verdugo que estaba de guardia». Lorenzo le ayudaba luego a cambiarse la camisa ensangrentada, hasta que un día «Juanín» le dijo: «Van a terminar conmigo a palos estos hijos de puta. Así que vengo a decirte que me voy al monte con Ceferino “Machado” y los demás compañeros de Tresviso y Bejes; así podré vender caro mi pellejo…»[273]. Como siempre, los excesos de la dictadura y la sangrienta represión como causa directa de las huidas al monte.

En segundo lugar, la Brigada «Cristino García» (antes, partida de «El Gitano», Martín Santos Marcos, que fue siempre el jefe, el único que sobrevivió), con zona de actuación cerca de Reinosa. En tercer lugar, la Brigada «Malumbres», en la zona oriental de Cantabria (directamente heredera de «Pin el Cariñoso») y tuvo como jefe a «El Vasco» (Inocencio Aja Montes). Por último, la non nata Brigada «Pasionaria»: la trágica expedición de 48 hombres venidos de Francia para engrosar la guerrilla cantábrica, y que fueron destrozados por los represores de la dictadura. Ya a finales de enero de 1946 habían intentado un desembarco en la costa de Lastres, pero las malas condiciones del mar lo impidieron. Por ello, el 24 de febrero se concentraron en Saint Jean Pied de Port (Francia) y pasaron a la noche siguiente Roncesvalles andando, al mando del gijonés Gabriel Pérez Díaz, y como segundos, José Palomo Santa María y Julio Fraile. Llegaron a Noaín (Pamplona) el último día de febrero. Ahí se hicieron con dos camiones de pescado, arrojaron la carga y se metieron ellos, siguiendo viaje hasta Soncillo, cerca del puerto del Escudo, donde abandonaron los camiones por falta de combustible, y se marcharon a pie, divididos en grupos. Iban perfectamente pertechados, con 38 metralletas inglesas, revólveres, pistolas, dos fusiles ametralladores (algo completamente insólito en la guerrilla española), bombas de mano, munición abundante y propaganda. Todo se perdió: pertrechos y hombres. La Guardia Civil, sabedora del hecho, aterrizó enseguida en tromba masiva sobre el puerto del Escudo. Desde el tres de marzo, durante todo el mes, los expedicionarios sufrieron un calvario de «encuentros», emboscadas y tiroteos, con un resultado catastrófico: 27 capturados, ocho muertos y siete supervivientes. De estos últimos, tres pasaron a la guerrilla de Asturias, y los cuatro siguientes, a la Brigada «Machado»[274]: un tal «Madriles», «Pin el Asturiano» (José García Fernández), «El Andaluz» (Joaquín Caballero) y Quintiliano Guerrero, de Toledo, que a los pocos meses de estar en la guerrilla santanderina le echaron un ojo fuera en un tiroteo y lo apodaron «El Tuerto». Un gran luchador toledano, como tantos otros de su tierra, hasta que sucumbió al fin en 1954, en el monte de Valdidiesma, tiroteado y dando tumbos por la nieve de un precipicio[275]. En cuanto a los 27 detenidos, pasaron por consejo de guerra en Santander el 16 de febrero de 1948. No se les permitió abogado civil. Fusilaron a cinco, entre ellos el que hizo de jefe, Gabriel Pérez Díaz.

En el País Vasco, a pesar de las inmejorables condiciones de proximidad a la frontera, facilidad de logística y terreno montañoso, incomprensiblemente no se articuló ninguna agrupación guerrillera. El País Vasco se limitó a ser zona de paso, y por esta circunstancia se produjeron capturas y tiroteos en su territorio, que supusieron bajas de 126 maquis de otras zonas (190 en Navarra, sin contar las bajas de las invasiones de 1944)[276]. Sólo Victorio Vicuña (el liberador de Pau con la 10.ª Brigada en los Bajos Pirineos), junto con Pedro Barroso (de Segovia) hicieron un intento guerrillero en Euskadi el 19 de noviembre de 1944, con 40 maquis que desembarcaron en Fuenterrabía, pero la policía los cazó a casi todos. La que podía haber sido agrupación vasca tuvo su frustrada posibilidad en el «Batallón Vasco», del PNV, mandado por el también peneuvista Pedro Ordoki, que luchó con el nombre de «Batallón Guernika» en Francia en el «Octavo Regimiento». Sin embargo, se negaron a participar en la invasión de los Pirineos de 1944 promovida por la UNE, y tampoco en la guerrilla inmediata, hasta que en 1947 el PNV los disolvió[277].

Finalmente, conviene adentrarse ya en el este y Levante español, con una importante organización guerrillera, tardía, pero consistente y duradera. En Huesca, la Agrupación Guerrillera del Alto Aragón (AGAA), tiene su origen en la infiltración pirenaica de la Brigada 21, al mando del asturiano Gabriel Pérez, con su comisario Joaquín Arasanz «Comandante Villacampa», el nueve de octubre de 1944. En noviembre del mismo año llegó el «Grupo Rosa», reclutado en Pau (14 guerrilleros, de los que cinco acabarán en el cementerio de Zaragoza)[278]. Pero hasta finales de 1945 el PCE no tomó en consideración la creación de una agrupación en el Alto Aragón, de lo que se encargó a Joaquín Arasanz (natural de Castejón de Sobrarbe). Se hizo acompañar de un embrión de paisanos, todos procedentes del maquis francés: Manuel Tosan y José Moreno (de Monzón), Manuel Cosculluela (zona del Sobrarbe) y Narciso Villellas (de Alquézar). En abril de 1946, «Villacampa» entró de nuevo en España y llegó a Huesca con la citada misión. En la sierra de Lascuarre se encuentran con el grupo de «El Drole» (Valeriano González) y «El Tanque», extremeños, tal vez un resto de la 10.ª Brigada desde la invasión de 1944, y con ellos, y otros grupos de Las Almunias, se creó la AGAA, en junio de 1946. Pero los contratiempos llegaron pronto, porque en enero de 1947 fue capturado el jefe «Villacampa» en la central eléctrica de Huerta de Vero, donde tenían una emisora clandestina[279]. Tomó el mando Ángel Bellostas (responsable del comité de Barbastro) y Enrique Vistué (venido de Francia como refuerzo). Tras el consiguiente desconcierto, la enlace y luchadora Josefina Bull, recién salida de la prisión de Zaragoza, donde quedó detenido su padre, se convirtió en el contacto entre la guerrilla de Huesca y el comité provincial del PCE en Zaragoza, cuyo responsable entonces era Antonio Rosel. La AGAA empezó a sentirse un tanto abandonada por el Partido y se expresaron quejas de favoritismo, como esta de Antonio Beltrán: «se ve por parte de la dirección del P. un favoritismo a desarrollar la lucha en ciertas regiones, no sé por qué» [se refiere a Galicia y Valencia]. Como enlace con Francia actuó hasta 1948 Amador Martínez, y tras él, Antonio Cañete (de Córdoba, superviviente de Mauthausen). En la primavera de 1948, Bellostas y Vistué fueron detenidos y fusilados en Zaragoza. Al acabar 1948, esta Agrupación era un doloroso recuerdo.

Mucho más vigorosa y longeva fue la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA): Valencia, Castellón, Teruel y Cuenca. Creada ex novo a partir de las infiltraciones pirenaicas, se convirtió en la guerrilla emblemática del PCE. Sus orígenes se hallan en los grupos llegados a las montañas del Maestrazgo y a las sierras de Guara y Santo Domingo, en un proceso lentísimo, que no cuajó hasta agosto de 1946. El cerebro del proceso fue Ángel Fuertes Vidosa «Antonio» (de Agüero, Huesca), que tras su infiltración se hallaba oculto en Zaragoza reorganizando el PCE. En el Maestrazgo ya se hallaba el grupo de «Delicado», al que se fueron uniendo en 1945: Jesús Caellas Aymerich «Carlos», «El Zapatero», «Paisano» (cordobés, de Adamuz), «Casto» (de Lopera, Jaén), etc. En septiembre de 1945, la dirección del PCE en Francia envió un comando encabezado por Doroteo Ibáñez Alconchel (de Azuara, Zaragoza), que contactó con «Antonio». Todo el trayecto desde los Pirineos, por el Valle del Ebro a Levante se había convertido en un trasiego constante de maquis dispersos, que se buscaban unos a otros, tras el amparo de sus pueblos y el contacto con comités comunistas. El informe de «Casto», que pasó los Pirineos el 18 de septiembre de 1944, menciona esta aventura: «llegamos a una sierra cerca de Tarragona. En esta sierra encontramos muy buena gente. Los campesinos de aquellas aldeas y casas de campo nos mantuvieron durante tres meses a 25 camaradas. En esta sierra hicimos contacto con un grupo de 4 camaradas, estos eran “Manso”, “Álvarez”, “Fabrega” y “El Tío Pito”, este último ha resultado un traidor por cobarde. También hicimos contacto con otro grupo de 12 camaradas; al mando de este grupo venía el jefe de Brigada “Delicado”». La expedición siguió hacia el sur en medio de grandes penalidades: «todos los días no encontrábamos casas para comer, porque marchábamos por la zona de bosques en plena montaña y por regla general en las montañas hay pocas casas. Así es que, si por la tarde, cuando emprendíamos la marcha, no veíamos una casa de campo, aquella noche no cenábamos, y al otro día tampoco comíamos nada, porque durante el día no nos movíamos por miedo a que nos viese alguien y se chivara y nos echara la guardia civil encima. Así fuimos marchando. Unos días sin comer nada y otros casi sin comer, hasta llegar a Jabalambre, al punto de reunión»[280].

En la primera mitad de 1946 todavía se afanaba «Antonio» en reconstruir el Partido en Zaragoza y en Valencia, a la vez que se hacían gestiones con los maquis de «Delicado», comunista, y los de José Borras «Cinctorrá», anarquista, para imprimirles un sello más combativo. La AGLA no dio sus primeros pasos hasta el asalto al tren en el apeadero de Caudé, el siete de julio de 1946 (750 000 pts.). En agosto, en una cueva de Camarena de la Sierra, se constituyó, por fin, la AGLA, siendo nombrado jefe Vicente Galarza «Andrés» (de Buñol, Valencia, llegado de Francia, vía Madrid)[281], y el puesto de mando se instaló en la ciudad de Valencia.

Se estructuró la Agrupación en tres sectores inicialmente. El 11.º Sector (sierra de Albarracín, Teruel, y parte de Valencia y Castellón), al mando de Florián García «Grande», que se mantuvo hasta el final, hasta la evacuación de 1952. El 5.º Sector (oeste de Teruel y norte de Cuenca), al mando de «Delicado», de la CNT, que fue «ajusticiado» por la guerrilla, acusado de traición, en noviembre de 1946. Lo sustituyó «Medina» («Tito» o «Gil»). Los llegados de Francia aterrizan en Cuenca en 1945 («Capitán», «Medina», «Paisano», «Chato», etc.), a los cuales se unió el autóctono «Manco de la Pesquera». Entre los maquis de más peso en Cuenca estaba el cordobés «Paisano». El 19 de septiembre de 1946 tomó el pueblo de San Martín de Boliches, repartió propaganda y creó enlaces, de los que 14 saltarían a la sierra dos años después[282]. El 17.º Sector (este de Teruel y parte de Castellón. El Maestrazgo) tuvo como jefe a «Antonio», sustituido en octubre de 1947 por Germán Amorrortu «Manso», cuando «Antonio» fue confirmado en la jefatura de la AGLA. Por esas fechas (noviembre de 1947) se creó el 23.º Sector, desgajado del 17 en su parte norte, designándole como jefe a Jesús Caellas Aymerich «Carlos». El órgano de prensa de la AGLA fue El Guerrillero, en cuyo primer número (noviembre de 1946) se llamaba a la «adhesión inquebrantable al gobierno Giral […] por unas elecciones libres, por la restauración de la República». Sirva esta cita (y otros miles que se podrían aducir) para quienes, irreductibles y contumaces, sostienen que la guerrilla antifranquista tenía un objetivo estalinista, totalitario y bolchevique. Tal estupidez no se corresponde con ninguno de los documentos históricos.

Por último, en cuanto a estructuración de la resistencia se refiere, falta aludir a los dos intentos (o realidades efímeras) de guerrilla urbana: la del PCE en Madrid, y la del PSUC y CNT en Barcelona. En Madrid, en los primeros días de enero de 1945 quedó constituida la Agrupación Guerrillera de Madrid, con varios activistas llegados de Francia, incluido su jefe José Vitini Flórez, héroe de la resistencia francesa, que llegó a Madrid el 15 de enero. Militarmente dependía de «Fermín», jefe del Ejército Guerrillero del Centro, y políticamente, del responsable militar del comité provincial Celestino Uriarte «Víctor» y del responsable militar de la Delegación Nacional Agustín Zoroa, cuyo dirigente máximo era Jesús Monzón. A Vitini le fueron presentados los siete Grupos o comandos en que se organizó l ª Agrupación: Grupo O (Hilario Pérez Roca), Grupo 1 (Félix Plaza, Domingo Martínez), Grupo 2 (Dalmacio Esteban, Pantaleón Fernández), Grupo 3 (José Carmona, Tomás Jiménez, Luis del Álamo), Grupo 4 (también Hilario Pérez), Grupo 5 (Joaquín A. Mena) y Grupo 6 (Pedro Hellido)[283]. El guardia municipal Juan Casín Alonso ya tenía a punto la imprenta instalada en un subterráneo del patio de su casa. Como enlace y servicio de información destacó Mercedes Gómez Otero «Merche». Los comandos se lanzaron con bravura a la lucha, como si estuvieran en la resistencia francesa, fecha en que los nazis se batían en retirada. La acción más sonada fue el atentado contra la Subdelegación de Falange en la calle Ávila (Cuatro Caminos), con dos falangistas muertos, gran impacto en el régimen y manifestaciones de adhesión. El mecanismo represivo se lanzó a por todas, y los comandos empezaron a caer uno tras otro. El 12 de abril de 1945 capturaron a Vitini, el día 23 pasaron por consejo de guerra, el 27 entraron «en capilla», y al amanecer del 28 cayeron fusilados (José Vitini, Juan Casín y cinco más). Cuenta Carlos Conejo, compañero de prisión, que, cuando en la DGS de Madrid bajaron a Vitini ensangrentado y a rastras a los calabozos, le oyó gritar: «¡Ánimo, compañeros! ¡En momentos como estos hay que cantar La Internacional!». Vitini cantó La Internacional. Días después fue a visitarlo su cuñada, y le rogó que se fuera, que «ya no hay nada que hacer aquí», y le entregó lo único que le quedaba: el reloj de su madre. Hoy día, su sobrina Manuela muestra orgullosa una de las condecoraciones como héroe de la resistencia francesa: «A M. José Vitini, muerto por la Libertad, que ha servido con bravura en las filas de las FFI en calidad de teniente coronel durante la guerra de liberación nacional. Tiene derecho al reconocimiento de la patria liberada»[284].

En aquella primavera decisiva de 1945, el PCE decidió echar los restos en la «batalla de Madrid» y en abril envió a otro peso pesado, el ex jefe de la 158.ª División de la AGE y también héroe de la resistencia Cristino García Granda. En principio se le destinaba a dirigir la guerrilla en Gredos y Guadarrama, donde empezaron a actuar en junio (en la noche del 14–15, en Las Navas del Marqués, Ávila, sufrieron tiroteo, con cinco muertos y cuatro detenidos, y dos guardias civiles muertos). Pero al hallarse descabezada la guerrilla urbana de Madrid, Cristino fue llamado a sustituir a Vitini, puso su despacho en la calle Montera y comenzó la ofensiva de sus «Cazadores de Ciudad»: atraco a las oficinas de Ferrocarriles del Paseo Imperial, voladura del transformador eléctrico de la calle Mariblanca, asalto a la Subdelegación de Falange de la calle Velázquez, etc., además de hacer cumplir la orden de Santiago Carrillo para eliminar a Gabriel León Trilla y Alberto Pérez Ayala, tachados de monzonistas. El 15 de octubre de 1945 cayó detenido Cristino, coronel honorario de la resistencia francesa. Sufrió los horrores de la tortura franquista en la DGS y acabó fusilado —a Franco le importó siempre un bledo la protesta internacional— en una saca de 12 resistentes, el 21 de febrero de 1946, en el campo de tiro de Campamento. Junto a él, otros guerrilleros de relieve: Manuel Castro Rodríguez (de Orense, teniente coronel de las FFI), Antonio Medina (canario, capitán de las FFI) y, entre otros, los guerrilleros cordobeses Alfonso «El Parrillero» y José A. «El Lobito». Se desató una discreta protesta internacional —lágrimas de cocodrilo de las democracias— y se cerró la frontera francesa por breve tiempo.

Tras la etapa Cristino, entró en acción el nuevo jefe «Paco el Catalán» (Pedro Sanz Prades, de Traiguera, Castellón, sargento profesional de Artillería, comandante durante la guerra, llegó a Madrid desde Francia el seis de febrero de 1945 y quedó como jefe del EM al lado de «Fermín»). Durante año y medio, hasta el fatídico febrero de 1947, puso en jaque a la policía de la dictadura, reorganizó a los «Cazadores de Ciudad» y reclutó nuevos activistas entre los fugados del Campo de Trabajo de Valdemanco (Madrid). Incorporó a varias mujeres guerrilleras, como la célebre Juana Doña. El otoño de 1946 resultó ya desastroso para la resistencia en Madrid. No sólo había sucumbido la jefatura de la I.ª Agrupación (Cáceres–Toledo) y la de Gredos en Talavera de la Reina (13 de septiembre de 1946), arrastrando consigo la captura de «Fermín» en Madrid al día siguiente, sino que en octubre la policía franquista también le echó el guante al infatigable Agustín Zoroa, entonces máximo responsable del PCE en España (Delegación del CC), con Lucas Ñuño Bao y el resto del comité nacional, en total una redada de 28 personas. El 19 de diciembre de 1947 pasaron por consejo de guerra en Ocaña. Todos se negaron a la defensa del abogado franquista. Sobre la alegación final de Zoroa, el sumario dice lo siguiente: «que no cree haya cometido delito de rebelión, no estando probado que haya realizado actos de sangre, no habiendo organizado los sectores 12 y 13, actuando solamente en Madrid; que vino de Francia a España para liberar a las masas del terror y de la miseria y a luchar por la democracia y que estaba orgulloso de haber prestado servicios a la causa comunista, para bien de la República, y amonestado por la Presidencia varias veces y continuando con sus manifestaciones subversivas, fue expulsado de la sala»[285]. Cayó fusilado en Ocaña, junto a Ñuño Bao, a las 6 horas del 29 de diciembre de 1947.

La aniquilación de los «Cazadores de Ciudad» de «Paco el Catalán» ya había ocurrido en esas fechas. El comienzo del fin: la explosión de dos petardos el 14 de febrero de 1947, uno en la Embajada de Argentina, y otro en la calle del Correo, 2. Se interrogó entonces a un activista, «El Pelón», detenido cuando intentaba colocar dos bombas en el cuartel de la Guardia Civil de Usera. Por él se llegó al que le había entregado los explosivos: Andrés Núñez Pablo «Campos» (fugado del Campo de Trabajo de Valdemanco, estuvo unos meses en la Agrupación de Gredos y luego se vino a la guerrilla de Madrid). A través de él se llegó, tras muchas pesquisas, a la gran captura: la de «Paco el Catalán». En la DGS lo machacaron a palos. El atestado de la policía dice: «En hábiles interrogatorios ha declarado ser organizador y responsable de todos los hechos terroristas que se han realizado en la capital de España y en otras poblaciones; que él fue el que ordenó la colocación de explosivos en la Embajada Argentina y en la Brigada de Investigación Criminal (en esta, por lo mucho que se les combate) y en la Embajada Argentina, por considerar a este país enemigo del comunismo. Que cada explosivo contenía siete cartuchos de dinamita de los traídos de Valdemanco…»[286]. Poco después (todo ocurre en febrero de 1947), cayó Fernando Bueno Savaro «José», jefe de la Agrupación de Gredos, convaleciente en Madrid, superviviente del desastre de Talavera.

La gran redada era ya imparable, guerrilleros y militantes comunistas, hombres y mujeres, hasta un total de 52, entre ellos Isabel Ruiz Hernández (novia de «Paco el Catalán»), Juana Doña Jiménez «Juanita», que hacía de enlace para la entrega de los explosivos a los también detenidos: José Antonio Adán Quintanilla (de La Carolina, Jaén), Mariano Fernández Garde (de Uclés, Cuenca), Juan Arribas Bueno (de Las Pedroñeras, Cuenca), los tres evadidos de Valdemanco, autores de los atentados (el primero, en la Embajada; los dos últimos, en la calle del Correo). Se descubrió que en la calle Jaén, 32, guardaban un automóvil, con el que viajaban a Valdemanco a por explosivos. Estando vigilada la cochera, el primero de marzo, a las 8 horas, llegaron tres activistas. Se entabló tiroteo. Resultado: uno detenido, otro herido y otro muerto (Augusto Díaz Rebollo «Emilio», de Mirueña, Ávila). Los detenidos: José Nicolás Martínez «Pepe» y Eugenio Moya «Moyita». Declararon que tenían a media mañana una cita con «Félix» (Juan Sanz Pascual, lugarteniente de «Paco el Catalán») en la calle Blasco de Garay. Allí se trasladó la comitiva y, cuando apareció «Félix», lo liquidaron a tiros. Lo acusaban de la muerte de dos guardias civiles en Cabanillas de la Sierra (en unión de Luis Jiménez Martínez «El Soldado» y de Antonio González Barahona «Raúl», ya detenidos). La redada dio también con Ángel Blázquez, mecánico, que se dedicaba a fabricar bombas por orden de «Paco el Catalán». El consejo de guerra fue rapidísimo, el dos de mayo de 1947, instruido por el implacable coronel Eymar. Casi de inmediato fusilaron a «Paco» y a dos más. Días después, fusilaron a tres más, que eran evadidos de Valdemanco. La gran matanza ocurrió el 26 de agosto en el cementerio del Este, con 21 fusilados. Entre los conmutados estaban Juana Doña y Eugenio Moya, que era menor de edad. Además hubo tres muertos por tortura en la DGS[287]. Los «Cazadores de Ciudad» habían pasado a la historia, bajo las garras de la policía política del régimen.

En Barcelona, la lucha fue también cruentísima. Por una parte, el PSUC decidió en junio de 1944 la creación de su propia guerrilla urbana. En agosto entró en acción el primer comando, una docena de guerrilleros venidos del maquis francés, empezaron con el atraco a la fábrica de cervezas Moritz, pero cayeron pronto en manos de la policía. Seis de ellos acabaron fusilados el 14 de octubre de 1944, entre ellos otro de los hermanos Vitini, Luis. En enero de 1945, el Partido envió a Barcelona nuevos cuadros, la mayoría veteranos del maquis, y enseguida se constituyó la I Brigada de guerrilla urbana, a la vez que se constituía la Plana Mayor del Ejército Guerrillero de Cataluña, encabezado por Moisés Hueso, jefe del EM; Miguel Núñez, delegado político; y Josep Aymerich. Pero en abril del mismo año todo se desmoronó bajo los tentáculos de la policía franquista y cayeron las directivas del «Ejército» y de la I Brigada, además de toda la organización clandestina comunista, hasta un total de 95 detenidos, sobre los que se impusieron seis condenas a muerte. En agosto de 1945, a raíz de un golpe económico en un hotel, cayó detenido el llamado «Quinto grupo», a la vez que se aplicaba la «ley de fugas» a uno de sus componentes[288].

A pesar de tantos reveses, el PSUC no cejó, y a comienzos de 1946 rehízo el Ejército Guerrillero de Cataluña, con la I Brigada «Jaime Girabau» y la II Brigada. Lograron más de un año de actividad (cargas explosivas en oficinas de Falange, en vías férreas, en el monumento de la Victoria, y en la sede de los periódicos falangistas La Prensa y Solidaridad Nacional, a finales de noviembre, con tres muertos). El régimen perdió la paciencia y redobló la persecución, que dio sus frutos en febrero de 1947, con otra gran redada que comenzó con los miembros de la II Brigada. A finales de abril cayó la Brigada Girabau. Un consejo de guerra multitudinario «juzgó» a 78 detenidos —cuadros políticos y guerrilleros—, el 13–14 de octubre de 1948, con ocho penas de muerte, de las que se ejecutaron cuatro (Numen Mestres, Ángel Carrero, Pedro Valverde y Joaquín Puig Pidemunt). Por tanto, al comenzar la primavera de 1947, al mismo tiempo que en Madrid, la guerrilla urbana comunista de Barcelona había pasado a la historia.

Con todo, la guerrilla urbana más emblemática y célebre en Barcelona fue la anarquista: una minoría, dispersa, de la CNT, en contra de las directrices del Comité Nacional en el exilio, encabezado por Germinal Esgleas, Federica Montseny y Roque Santamaría. Como animador guerrillero desde Francia tuvo cierta influencia Pedro Mateu Cosido (antiguo partícipe en la muerte de Eduardo Dato), si bien los comandos anarquistas de Barcelona no necesitaban monitores en Francia. Empezaron a actuar abiertamente en la primavera de 1947, destacando los nombres de Francisco Sabater Llopart «Quico», Ramón Vila Capdevila «Caraquemada», Marcelino Massana, José Luis Facerías y Wenceslao Giménez (jefe de «Los Maños»). Estaban en contacto con el Comité Regional de la CNT, situado en el Bajo Llobregat. La escalada de sabotajes y golpes económicos se incrementó en 1948, sobre todo con Massana y Facerías. Pero ningún apodo tan célebre como el de «Quico», un hombre inclinado desde siempre a la acción directa, nacido en el Hospitalet, hijo de un guardia municipal. Durante la guerra luchó breve tiempo en la columna «Los Aguiluchos», de Juan García Oliver. En 1938, mató al comisario comunista de la unidad, de apellido Ariño. En el Hospitalet mató a un comerciante y reorganizó su grupo de acción directa llamado «Los Novatos». En un control rutinario en que le pidieron documentación, sacó rápido su arma y dio muerte a cuatro carabineros de la República. Terminó la guerra en la División Durruti, con la que pasó a Francia. La actividad guerrillera de «Quico» empezó en 1945, cuando el Comité Nacional de la CNT trata de cumplir los acuerdos del último congreso en pro de una guerrilla en Cataluña, y envían una delegación a Barcelona, y para ello solicitan los servicios de «Quico» como guía, y se le suma «El Abisinio» (Jaime Pares). Ambos formaron en Barcelona su primer grupo guerrillero, junto con «Roset» y Manuel Pareja. Su acción de presentación fue el 20 de octubre de 1945, cuando liberaron a tres presos libertarios que iban conducidos por la policía. Por entonces se había organizado en Barcelona un Comité de Resistencia (con el visto bueno del Comité Nacional), y en 1947, el Movimiento Libertario de Resistencia (MLR)[289].

Los contratiempos para «Quico» empezaron el nueve de mayo de 1946, cuando cayó abatido «El Abisinio» en una calle de Barcelona. El 12 de julio de 1947 decidieron eliminar a un ex compañero libertario, que actuaba de confidente de la policía: Eliseo Melís Díaz. Lo encontraron en una sala de billar, lo sacaron a la calle y lo liquidaron. En cuanto a su táctica guerrillera, «Quico» y los suyos tenían una actividad intermitente: períodos de lucha en Barcelona y períodos de descanso en Francia, en un ir y venir a la frontera que traía en jaque a la fuerza armada franquista. Lo más sorprendente fue que «Quico» también llevó a cabo acciones violentas en Francia, donde fue encarcelado y condenado varias veces. El siete de mayo de 1948 dio un golpe económico en Lyon y mató a un vigilante. A comienzos de 1949 se hallaba de nuevo en Barcelona, tomó contacto con el grupo libertario de «Los Maños» (Wenceslao Giménez), y juntos preparan un atentado contra el sanguinario comisario de Barcelona Eduardo Quíntela, martillo de antifranquistas. Fue el dos de marzo de 1949, en el cruce de las calles Mallorca y Provenza, pero atacaron a un coche equivocado y mataron a sus ocupantes por error. En junio de 1949 volvió a Francia, pero allí lo buscaba la policía por lo de Lyon y lo condenaron a seis meses de cárcel y al destierro al norte de Francia (en Dijon). Por tanto, hasta 1955 no pudo volver a las andadas. Mientras tanto, el 17 de octubre de 1949 caía en una calle de Barcelona uno de sus hermanos, José, sumado tiempo atrás a la lucha. En diciembre del mismo año, cerca de la frontera fue apresado el menor de los hermanos, Manuel, también guerrillero. Acabó ejecutado en febrero de 1950. Un mes antes fueron capturados «Los Maños», pero su jefe Wenceslao, antes de entregarse, se suicidó con una pastilla de cianuro. Otro veterano anarquista, Marcelino Massana, realizó en 1950 sus últimas acciones, regresó a Francia (desde donde se había infiltrado en agosto de 1945) y abandonó la lucha armada. Por su parte, José Luis Facerías se refugió en Italia en 1952. A comienzos de 1956 se unió circunstancialmente con «Quico» y actuaron en Barcelona, pero Facerías se separó y volvió a Italia. El síndrome de abstinencia le hizo volver a Barcelona en agosto de 1957, con otros dos libertarios. Concertaron una cita cerca del manicomio de San Andrés para el 30 de agosto, pero la policía estaba al tanto de todo. Cuando Facerías se acercaba, cayó acribillado junto al Paseo de Verdún.

A finales de 1959, obsesionado con su vuelta a Barcelona, «Quico» aborda la última aventura de su vida, a pesar que la dirección de la CNT desautoriza su guerrilla extemporánea. Recluta en Francia a su último comando de cuatro libertarios (Francisco Conesa, Antonio Miracle Guitart, Rogelio Madrigal y Martín Ruiz Montoya)[290]. Entraron en territorio de Gerona en la misma nochevieja de 1959. El tres de enero de 1960 buscaron refugio y comida en la masía Ciará (La Mota), habitada por un matrimonio sin recursos. Cometieron el error de mandar a la dueña a comprar comida. El tendero o un vecino sospechó y alertaron a la Guardia Civil, que a primera tarde cercaron la masía. El tiroteo fue espantoso. La resistencia de los libertarios, inaudita. Poco a poco fueron heridos todos, incluido «Quico», con una gran herida en la cadera. Ya de noche, para romper el cerco, «Quico» soltó una vaca del establo, y detrás de ella y arrojando bombas de mano, logró romper un cerco de multitud de guardias. Sus compañeros quedaron heridos en la masía. Cuando entró allí el teniente coronel de Gerona, gritó: «¡Y a esos cuatro quitádmelos de en medio enseguida! ¿Me oís?». Los remataron a tiros. «Quico» siguió dos días más con una peripecia inenarrable. Sangrante y medio desmayado, y sin comer, cruzó a nado el río Ter, tomó el tren en Fornells (noche del 4–5 de enero) y se metió en la locomotora a punta de pistola. Casi no podía tenerse en pie. «Yo creí que se nos moría allí», relató el maquinista a Pons Prades. Padecía ya comienzo de gangrena, y al pasar por el pueblo de Sant Celoni, se tiró del tren en marcha, seguramente en busca de un médico, y de comida. Era ya un moribundo a la deriva y llamó a cualquier casa, a la de un tal Berenguer, con mala suerte. Este individuo lo reconoció, se abalanzó sobre él, trató de inmovilizarlo, mientras gritaba peticiones de ayuda. Acudió un somatén, Abel Rocha, que fue el que disparó y mató a «Quico». Luego siguió disparando hasta dejarlo desfigurado. Al menos no pudo adjudicarse medallas a su costa la fuerza armada franquista. Era el cinco de enero de 1961.

Había caído «Quico», pero no fue el último guerrillero libertario, como muchos creen. Faltaba aún Ramón Vila Capdevila «Caraquemada», nacido en Paguera (Barcelona) en 1908. En abril de 1946, al dar muerte a un guardia civil en Bañolas, huyó a la sierra y se unió a Marcelino Massana. Ahora andaba en paradero desconocido, por la zona de Manresa. La fuerza represora observó que todos los veranos, por esa zona, eran volados postes de conducción eléctrica. Así, en el verano de 1963, una pareja vigilaba en la Creu de Perelló (término de Castellnou de Bagés). Pasada la media noche, vieron aparecer a un individuo con sus pertrechos y explosivos. «Caraquemada» apenas pudo defenderse. Cayó acribillado. Era el seis de agosto de 1963. Ahora sí había terminado la resistencia anarquista en Cataluña. Los golpes de la represión habían sido descomunales, como los del resto de España, algunos de los cuales resaltaremos a continuación.