Javier Nart: A mí me preocupa seriamente el problema de España cuando explote la burbuja inmobiliaria

LUCIA PALACIOS: ¿Quién es Javier Nart?

JAVIER NART: Definirse a sí mismo es presuntuoso e imposible; te definen los demás. Sólo diré que trato de establecer paz conmigo mismo.

LP: Tengo entendido que ha nacido en Laredo.

JN: Nací en Laredo, donde mi padre era notario. Por tanto, he sido nómada. Pero crecí en Bilbao. Aunque no tengo una referencia muy clara, me considero de Bilbao, por lo que soy el antepasado del nacionalismo más absoluto.

LP: ¿Tiene algún recuerdo de Cantabria?

JN: Sí, porque después yo veraneé en Laredo, en el Hotel Carlos V. A partir de ahí había un inmenso arenal que terminaba en Santoña, donde se mantenía el paisaje y el paisanaje. Ahora sólo es un muro infame de edificaciones. Han transformado un paraíso en una especie de Manhattan. El Ayuntamiento se ha cubierto de mierda y algunos se han forrado. La última vez que estuve, paseé con enorme pena entre ese vómito de viviendas, esa infame muralla de rascacielos. Laredo sigue conservando un precioso casco antiguo, pero el pueblo se lo han comido con patatas.

LP: He leído que ha cursado cuatro carreras

JN: Para nada. Yo estudié Derecho Político en Barcelona y siempre rascaba el cinco; era el emperador del aprobado justo. Era de los que se empleaban poco a fondo, porque me dedicaba a viajar, aunque aprobaba todo en junio. Mi expediente es un páramo entero de aprobados con una única matrícula. Me marché a Barcelona porque escuché cuando tenía doce años en una playa de Plentzia que lo mejor era Barcelona, porque era el único bar con facultad de España (el resto eran facultades con bares).

LP: ¿Qué le aporta la abogacía y qué el periodismo?

JN: La abogacía es una forma digna de vivir: me da los medios de subsistencia y me gusta lo suficiente. Como periodista, ahora, cuando vuelvo a leer mis artículos, me considero mediocre: creo que fui mejor fotógrafo que periodista. Y más con el buen periodismo que hay en este momento.

LP: ¿De verdad lo cree así?

JN: En prensa española tenemos unos magníficos informadores. El nivel del periodismo en España es envidiable: no existe la prensa amarilla; para eso está la tele. Los diarios nacionales no tienen parangón con los de otros países, que realizan prensa amarilla. Tampoco hay radio amarilla.

LP: ¿Considera que la prensa sigue siendo el cuarto poder?

JN: El poder verdadero creo que está fundamentalmente en la radio, menos en la televisión y mucho menos en prensa. En España se lee poco, por lo que -aunque quede muy bien ver nuestro nombre escrito en prensa (parece muy relevante)-, es mucho más influyente la radio y la televisión.

LP: Ha participado en diversos programas de televisión de éxito, como Tribunal popular, Moros y cristianos o Crónicas marcianas. ¿Qué opina de la televisión actual?

JN: Hay algunas televisiones con las que discrepo. En TVE, por ejemplo, el objetivo fundamental es alcanzar cota de audiencia, para poder tener presencia en la opinión pública. Y la prostituyen. Me parece, además, intolerable que la televisión privada haya vulnerado el derecho fundamental al honor y a la intimidad. Conocer el orgasmo de una 'barbimodel' o los cuernos que tiene fulano me resulta repugnante. Por otra parte, hay algunos programas muy buenos, como Camera Café, la serie Siete vidas o Buenafuente. Se puede hacer una televisión decente, pero es más fácil la telebasura.

LP: Ha debutado hace poco como tertuliano de Protagonistas el presidente cántabro Miguel Ángel Revilla. ¿Le da el aprobado?

JN: (Se ríe a carcajadas) Es la antítesis del político envarado: dice lo que piensa. Hay dos políticos que son la antítesis de lo que hoy en día son los políticos: el alcalde Juan Merino y Miguel Ángel Revilla. Son dos personajes a los que la política no les ha abducido el sentido común. Me parece que es un presidente que no parece presidente. ¿Enhorabuena!

LP: Durante varios años cubrió como corresponsal distintas guerras. ¿Qué enseñanzas sacó?

JN: La guerra es el atajo al desastre. El cambio social no viene por la fuerza de las armas. En todas las revoluciones a las que he asistido, donde a veces las armas es la única forma, lo trágico es que quien conquista el poder no abjura de él jamás, y acaban por inscribir al país en el registro de la propiedad y se lo quedan.

LP: ¿Hasta dónde es capaz de llegar el ser humano?

JN: Hasta donde no nos imaginamos. Los asesinos somos nosotros. Los genocidas somos nosotros. Los peores criminales somos nosotros. Pensamos que eso lo hacen los demás, pero los demás somos nosotros. Sólo cambian ciertos datos transitorios: uno, un motivo; dos, una vocación de hacerlo; y tres, una impunidad para hacerlo. Con estos tres elementos la barbarie nazi se explica perfectamente. Todos podemos hacerlo: tú y yo.El asesino no es un monstruo remoto. El asesino está dormido en nosotros. Esto lo he visto y me ha horrorizado. La diferencia entre vivir y morir es nada.

LP: ¿Qué momento de su vida le ha marcado más?

JN: Ninguno concreto. La meditación es consecuencia de ese chirimiri bilbaíno que te va calando poco a poco y te va penetrando. El aguacero es un golpe tremendo, pero no cala de la misma manera.

LP: ¿Ha aprendido más de los éxitos o de los fracasos?

JN: He aprendido más de la experiencia. Pensar que el éxito uno se lo merece es un error. En ocasiones tienes un mal resultado donde te sientes más en paz contigo mismo. Mi satisfacción es estar en paz conmigo mismo. Ni me he creído jamás el éxito ni me creo el fracaso.

LP: Su mejor y peor juicio.

JN: El peor, uno en el que condenaron a un cliente mío que era inocente. Yo creo que mi defensa fue correcta; el juez también actuó correctamente. Tenía todo el aspecto de ser culpable, pero era inocente. El mejor, cuando en un juicio consigues sentencias absolutorias para gente que no se lo merece. Entonces pienso que esto es un oficio, pero no me siento feliz. Establezco que he cumplido con mi trabajo, pero no me siento bien. Yo soy abogado defensor, y defendemos delincuentes. Inocentes, inocentes no habré tenido más que diez.

LP: ¿A favor o en contra del jurado popular?

JN: Rigurosamente en contra. Me parece una medida demagógica, cara, discriminatoria. El jurado no interesa a nadie, salvo a los políticos que lo crearon. Ni magistrados ni jueces ni letrados lo queremos.

LP: ¿Es partidario del cumplimiento de las condenas íntegras por parte de los autores de delitos graves?

JN: Ni graves ni leves. Estoy en contra de la limitación de condenas: no es de recibo que sea lo mismo matar a tres que a 33. Si a un mal nacido etarra le condenan a 2.400 años de cárcel, yo le deseo larga vida para que lo cumpla.

LP: Ayer se supo que se multará el error del juez Del Olmo al liberar a un procesado por el 11-M con una multa de entre 300 y 3.000 euros. ¿Le parece justo?

JN: Ese error me parece más admisible. No disculpo el error, pero entiendo lo que ha ocurrido. Es aterrador ver el volumen de trabajo que tienen estos magistrados. Se equivocó, pero yo no tengo capacidad de condenar cuando contemplo la cantidad de procedimientos judiciales que lleva. ¿Es inhumano! Pedimos al magistrado que gestione lo que no hay dios que gestione.

LP: Usted reside en Barcelona. ¿Cómo viven los catalanes la aprobación del nuevo Estatuto?

JN: Estamos absolutamente hartos, aburridos. Aquí hay una nomenclatura nacionalista que se dedica a la masturbación de las meninges. En Cataluña, ciertamente, hay una identidad, pero hay dos lenguas: no sólo el catalán, sino también el castellano. Si no, también se hablaría en árabe. Todo esto son esencialismos grotescos, pero estamos del Estatut hartos. Si el pueblo lo quisiera, el voto positivo en el próximo día 18 sería importante. Pero creo que el voto no va a llegar ni a la mitad. Y, sí, de esa mitad va a haber una mayoría de votos 'sí'. Pero a aquél que le importara la patria catalana, votaría. Y va a ganar la abstención. Sin embargo, los políticos no van a aceptar ese desastre, por lo que se dirán que lo fundamental es ese voto positivo, aunque sólo sea el 35% del total del electorado catalán. El Estatut nos importa un carajo. Deberían recoger sus culos del Parlamento e irse a su casa.

LP: ¿Y no hay ninguna acción del Gobierno que aplauda?

JN: Si te digo la verdad, este Gobierno me decepciona profundamente porque se basa en la política de los gestos. El problema no está en legalizar los matrimonios gays, sino en cuál va a ser el futuro de España. Nuestro futuro se llama investigación y desarrollo. Y sólo hacemos urbanismo en la costa. Esto es especulación pura, y no genera riqueza para el país (sólo para unos pocos). Este Gobierno no tiene la planificación de futuro del país: sólo tiene gestos. Pero eso no es construir un país. A mí me preocupa seriamente el problema de España cuando explote la burbuja inmobiliaria, la deslocalización de la industria Sólo nos quedará el turismo. ¿Vamos a ser un país de camareros y hosteleros? Es un Gobierno de huevo de perdiz: ralo y corto, pero, eso sí, hace mucho ruido y espanta. Y por lo tanto parece importante.

LUCÍA PALACIOS/el diario montañés/11 de junio de 2006