I
Latiéndole las sienes a causa de las secuelas de un exceso de libaciones, Greg Blake se sentó pesadamente en su litera. Sacudió la cabeza, como si con aquel gesto quisiera librarla de los furiosos zumbidos.
Pero fue incapaz de desechar la desconcertante sensación de que la nave estaba en movimiento, en vez de encontrarse amarrada en Spaceport City.
¡Vaya resaca que tenía!
Rebuscó en su memoria los detalles de la noche anterior. Pero sus recuerdos no llegaban más allá del tercero o el cuarto de los lugares de diversión. Lo que había sucedido a continuación estaba envuelto en una obstinada negrura, interrumpida únicamente por un aislado recuerdo de "un combinado más por la órbita".
—Art —murmuró, avanzando a lo largo del pasillo central de la nave.
Su compañero no respondió.
Blake se acercó a la compuerta y comprobó que estaba bien cerrada, aceptando aquello como prueba de que Thorman se encontraba a bordo, en alguna parte.
Ya más sereno, Blake captó los pensamientos intrusos que remolineaban en su cerebro, burlándose de su borrachera.
¡Muchacho, la ha pillado buena! (Este evidentemente provenía de un sirgador de la Sección de Operaciones.)
(Sugerencia de risa de parte de un subvocal de la Sección Administrativa.) También yo la hubiese pillado en su caso.
Figúrate... Dos exploradores de minas que acaban de acotar un yacimiento de kitarium.
El zumbido de pensamientos incidentes resonaba con insistencia en la conciencia de Greg. Surgía como un efluvio de la rebosante Spaceport City. Era un áspero susurro de muchas voces entremezcladas, que no podía ser acallado. Era una ardiente mancha de luz, taladrando continuamente las sombras del aislamiento personal.
Mientras seguía avanzando por el pasillo, su pie chocó con un pequeño objeto. Se detuvo a recogerlo. Era un desintegrador de mano. Blake permaneció unos instantes completamente inmóvil, contemplando la cámara semivacía.
Luego entró en la sala de mandos.
El desintegrador se deslizó de su mano y cayó al suelo. La resaca de Blake se desvaneció como por ensalmo.
Art Thorman yacía allí, muerto. El hombro izquierdo y la mitad de la cabeza habían desaparecido.
Y creo que se lo dije, Maud. Él... (Brusco asombro.) ¿Muerto? ¿Quién? ¿Dónde?
¿Asesinado? ¿Con un desintegrador? ¿Cómo?
¿Has captado eso, Walker? ¿De dónde procede?
Del Bloque Once. Un tal Blake.
¿Blake?
El explorador de minas. A su compañero le han arrancado media cabeza con un desintegrador.
¿No será... un crimen? (Casi con esperanza.)
Tiene que serlo. Un individuo no puede volarse la cabeza y luego tirar el desintegrador al lugar donde Blake lo ha encontrado.
Greg continuaba en pie, mirando el cadáver de Thorman. La corriente de pensamientos intrusos era como una marea lejana de voces ansiosas.
Art, muerto. Víctima de la violencia. ¡Era casi incomprensible!
Había oído hablar de asesinato en otra ocasión, hacía treinta años, cuando un hombre mató a su esposa en un yate espacial... a pesar de las consecuencias con que tendría que enfrentarse (y se enfrentó) cuando cayera dentro del alcance telepático de otras personas.
Pero esto era algo distinto. Muchísimo más personal y horriblemente próximo. Cosa que contribuía a darle un aspecto más irreal.
Blake pudo captar la ola de sobresaltada atención que inundaba Spaceport City. Un diluvio de voces discordantes e inquisitivas cayó sobre él.
¡Tú le asesinaste, Blake!
—¡No! —protestó, sin darse cuenta de que estaba vocalizando—. ¡Yo no pude hacerlo!
Es tu desintegrador, puntualizó un acusador anónimo.
—Pero, eso no significa...
La compuerta está perfectamente cerrada. Tú mismo lo has comprobado hace unos instantes.
En la nave no hay nadie más.
—¿Por qué habría de matar yo a Thorman? ¡Era mi amigo!
Los ojos de Blake continuaban clavados en el cadáver de Art.
La mayor parte de la ciudad permanecía en silencio, escuchando.
Aterrizasteis aquí hace una semana para registrar un yacimiento de kitarium que habíais descubierto en la Nébula Colmillos de Sabueso, recordó alguien. Esto os convertía, a Thorman y a ti, en dos hombres ricos. Ahora eres dos veces más rico.
—Pero, yo sabía que era imposible cometer un crimen y quedar impune...
Nadie más que tú puede haberlo hecho, Blake, declaró otro acusador.
Greg se estremeció ante la implacable rapidez de la justicia en una sociedad empática. En otras épocas, aquellas cosas requerían mucho tiempo. Ahora, en cambio, la sospecha, la acusación, el juicio, el veredicto y la ejecución eran cuestión de minutos.
—¡Si le hubiese matado lo recordaría!
Estabas completamente borracho.
Por eso no tuvimos la oportunidad de evitarlo.
No hubo premeditación.
O tal vez en el último momento quisiste matarle.
El hecho de que quisiera hacerlo o no, no afecta al desenlace.
Lo cierto es que ha asesinado a su compañero.
Y tiene que pagar por ello.
Como truenos retumbando contra lejanas colinas, acusaciones y amenazas sacudían el panorama psíquico. Eran un contrapunto a la investigación directa. El juicio avanzaba con implacable rapidez.
Desalentado, Greg quiso echar a correr. Pero la fuerza apremiante de un millar de voces imperiosas le dejó clavado en el lugar donde estaba.
Vida por vida.
El desintegrador, Blake: recógelo.
El castigo tiene que ser adecuado al delito.
En las expresiones de la conciencia colectiva había una poderosa indignación que anulaba su voluntad. Blake se agachó a recoger el desintegrador. Luego levantó el cañón a la altura de su sien.
Las silenciosas palabras, ampliadas por un psicoaltavoz, estallaron como un rugido de gigante. Ordenaron completo silencio.
ES PRIVILEGIO VUESTRO EJECUTAR A GREGORY BLAKE AHORA O APLAZAR EL JUICIO. LA CONCIENCIA SOCIAL LO DECIDIRÁ. SIN EMBARGO, EXISTEN VARIAS CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES, PUESTO QUE BLAKE NO TIENE NINGÚN RECUERDO DEL CRIMEN Y, EN TALES CONDICIONES. DEBEMOS ADMITIR QUE LA PRUEBA ES LO QUE EN OTRAS ÉPOCAS SE LLAMABA CIRCUNSTANCIAL.
ADMITO QUE LOS INDICIOS DE CULPABILIDAD SON ABRUMADORES. EL ASESINATO HA TENIDO LUGAR EN UNA NAVE CUYA COMPUERTA ESTABA CERRADA POR DENTRO. SÓLO HABÍA DOS HOMBRES A BORDO. EL ARMA QUE MATÓ A LA VÍCTIMA PERTENECE AL SOSPECHOSO.
¿Qué más pruebas queremos...?
¡Silencio! ¡Está hablando el Monitor!
A PESAR DE TODO, NO CREO QUE SE SIRVA A LA JUSTICIA SI BLAKE ES EJECUTADO SIN ESTAR CONVENCIDO DE SU CULPABILIDAD.
Miles de voces decididas se levantaron en protesta. Pero, por deferencia al Monitor, la mayor parte del trasfondo psíquico reflejaba únicamente indecisión.
EN CONSECUENCIA, RECOMIENDO QUE NUESTRO VEREDICTO SEA SOMETIDO A ESTUDIO HASTA QUE ESTABLEZCAMOS LA CULPABILIDAD DEL INDIVIDUO DE UN MODO INDUBITABLE.