Un episodio esclarecedor[734]
22 de agosto de 1936
A los editores del Social-Demokraten de Copenhague
Estimados editores:
En la edición del 20 de agosto del periódico de Oslo Dagbladet se publican extractos de un artículo vuestro sobre los juicios de Moscú. Allí se hace referencia al discurso que pronuncié durante mi breve estada en Copenhague [noviembre de 1932]. Considero que este artículo o, al menos, el extracto que leí, posee gran importancia. Cuando en los periódicos noruegos leí las primeras noticias de TASS sobre los juicios de Moscú, dije más o menos lo siguiente a la familia del editor Knudsen (Partido Laborista Noruego):
No conozco a Berman-Iurin, quien parece ser uno de los testigos principales de cargo en mi contra. Probablemente es un agente provocador de la GPU. Sin embargo, el hombre eligió muy mal la fecha y el lugar donde supuestamente se encontró con migo. Porque estaba en Copenhague, en casa de mi amigo Boeggild —quien posteriormente murió— cuando se me informó que Zinoviev había muerto. Posteriormente se supo que el informe era falso[735]. En ese momento, en presencia de varios amigos, tracé una breve semblanza de Zinoviev, donde dije que entre 1923 y 1926 fue un enconado adversario mío y de mis amigos, desde 1926 hasta 1928 se acercó a nuestras posiciones y desde 1928 hasta su (supuesta) muerte fue nuevamente enemigo nuestro. Agregué que, a pesar de eso, éramos los únicos capacitados para defender su memoria ante las calumnias de la prensa stalinista. Ese mismo día, o al día siguiente, repetí las mismas reflexiones ante un círculo más grande de amigos.
Aunque vuestro corresponsal sólo supo del asunto por vía indirecta, es decir, por boca del fallecido Boeggild, lo repite con absoluta fidelidad. La conclusión que saca de este episodio el autor del artículo, a quien no conozco, destruye el testimonio de Berman-Iurin. En noviembre de 1932 no podía encomendarle una misión política confidencial a Zinoviev, aunque estuviera vivo, dado que lo consideraba un adversario político, ni menos aún a un Zinoviev a quien, en el momento de mi breve visita a Copenhague, creía recién muerto. También puedo agregar que todos los amigos que estaban presentes en mis dos breves panegíricos sobre Zinoviev, están vivos —excepto Boeggild— y todos están dispuestos a presentar sus testimonios.
Puedo asegurar a vuestros lectores y a la opinión pública en general que los demás testimonios y confesiones no descansan sobre bases más sólidas.
Espero demostrarlo en un futuro cercano sobre la base de documentos y con ayuda de testimonios voluntarios —no forzados—, para hacer pedazos la despreciable amalgama de la GPU hasta sus últimos detalles.
Agradeciéndoles desde ya la publicación de esta carta, les saluda muy respetuosamente,
León Trotsky