El proceso[146]

30 de diciembre de 1934

Después de la inevitable demora de un día recibí de París el periódico l’Humanité del 28 de diciembre, que publica extractos del proceso y una declaración de un tal Duclos[147]. Ya que tanto los extractos como la declaración provienen de la GPU no hace falta entrar en una discusión con los lacayos mercenarios.

Para nosotros basta con denunciar los planes de sus amos.

Como se podía esperar, en el proceso no se dice nada sobre el grupo Zinoviev-Kamenev. En otras palabras, la amalgama inicial se hizo polvo. Sin embargo, cumplió mientras tanto, el objetivo de preparar psicológicamente otra amalgama; en el proceso aparece inesperadamente —para los ingenuos— el nombre de Trotsky. Nikolaev, el asesino de Kirov, según propia confesión estaba en contacto con un cónsul de una potencia extranjera[148]. En una de las visitas de Nikolaev al consulado ese hombre le dio cinco mil rublos para sus gastos. Y Nikolaev agrega: «Me dijo que él podía establecer contacto con Trotsky si yo le daba una carta del grupo para Trotsky». Y eso es lodo. ¡Suficiente! En el proceso no se vuelve a mencionar este episodio.

Es notable que Nikolaev recién el vigésimo día de su arresto haya hecho su primera declaración respecto al cónsul extranjero y a su propuesta de pasarle a Trotsky una carta. ¡Evidentemente, el magistrado examinador tiene que haber ayudado a la memoria del terrorista en el transcurso de estos veinte días para sacarle una evidencia tan preciosa! Pero dejemos eso de lado. Supongamos que la evidencia es auténtica. Más aún, supongamos que el cónsul en cuestión realmente existe. Supongamos que se puso en contacto con un grupo terrorista (hubo casos similares en la historia). ¿Pero cómo y por qué aparece súbitamente mi nombre? ¿Será tal vez porque el grupo terrorista buscaba ponerse en contacto con Trotsky? No, ni siquiera la GPU se atreve a afirmarlo. ¿A lo mejor era Trotsky el que buscaba el contacto con el grupo terrorista? No, en el proceso tampoco se atreven a decir eso. Fue el propio cónsul el que tomó la iniciativa, y mientras le daba a Nikolaev cinco mil rublos en vísperas del acto terrorista que se preparaba, le pidió una carta dirigida a Trotsky. Esta es la única deposición, una evidencia realmente asombrosa de parte de Nikolaev. De repente queda claramente iluminada la personalidad del cónsul. ¡El «cónsul» está alerta! ¡El «cónsul» está en su puesto! El «cónsul» exige un pequeño documento, una carta de los terroristas financiados por él dirigida a Trotsky.

¿Obtuvo el cónsul esa carta? Uno se imagina que esta pregunta es de fundamental importancia. Pero justamente sobre este punto no sacamos en limpio ni una palabra del proceso tal como lo reproduce L’Humanité. ¿Es concebible que este hecho no les interesara mínimamente al magistrado investigador ni al fiscal? Porque lo que importa no son las proezas de un cónsul desconocido para todo el mundo sino el problema de las relaciones entre los terroristas y Trotsky. ¿Hubo o no tales relaciones? ¿Se escribió y se transmitió la carta? ¿Hubo respuesta? No se contestan estas ineludibles preguntas. ¿Es sorprendente? Sólo para los ingenuos. La GPU no podía permitirle al fiscal ninguna indiscreción en ese terreno sobre el que se tendió un manto de silencio.

No hay que dudar ni por un momento de que no se escribió esa carta, porque si los terroristas conocieran algo sobre Trotsky —y no podía ser que no lo conocieran— sabrían que a través de mis treinta y siete años de actividad revolucionaria y literaria (ver varios de mis artículos en mis Obras Escogidas publicadas por la editorial estatal) se extiende como un hilo rojo mi actitud irreconciliable hacía el aventurerismo del terror individual. Sin embargo, la admisión de que los terroristas no podían tener el menor motivo para buscar un contacto con Trotsky y por eso no respondieron a la amable oferta del «cónsul» equivaldría a arruinar inmediatamente toda la amalgama. Mejor callarse la boca. Sin embargo, supongamos por un momento algo totalmente improbable, que el elocuente provocador logró realmente obtener la carta que tanto le interesaba. ¿Pero que pasó con ella? Por supuesto, sería muy grande la tentación de enviarle esa carta a Trotsky y… recibir de él alguna respuesta alentadora para los «partidarios» de Leningrado, aunque no se hiciera ninguna referencia al terror. Pero sus inspiradores, si no el propio cónsul, comprendían demasiado bien el riesgo de tal empresa; los anteriores intentos de provocación —que, es cierto, eran de menor envergadura— terminaron en un inevitable fiasco. La carta, si se hubiera escrito, lo que, repetimos, está en contra de toda probabilidad, simplemente reposaría en los archivos de la GPU como arma inadecuada para sus propósitos. Pero esto no se puede decir en voz alta sin confesar a la vez que el cónsul es un primo segundo del oficial de Wrangel[149] (ver más abajo).

Pero ¿es posible imaginarse a un cónsul en el papel de provocador? No tenemos ningún medio de saber si se trata de un cónsul real o ficticio; en este caso los recursos para el fraude son ilimitados. Pero hasta los cónsules genuinos se parecen muy poco a los santos. Algunos se dedican al contrabando y a los negocios ilícitos y caen en manos de la policía (por supuesto no solamente de la GPU). A un cónsul así comprometido se le puede ofrecer el perdón por sus pecados y además algún dinero totalmente legal, siempre que sea tan amable de prestar algunos pequeños e inocentes servicios. Hubo, hay y habrá casos como éste… mientras existan cónsules, aduanas, dinero, intermediarios, machos y hembras y policía.

Esta versión, que surge inevitablemente del proceso mismo si se lo sabe leer, presupone en consecuencia que la propia GPU financiaba a Nikolaev a través de un cónsul verdadero o falso e intentaba relacionarlo con Trotsky. Esta versión encuentra su confirmación indirecta pero muy real en el hecho de que inmediatamente después del asesinato hayan desaparecido todos los responsables de la GPU en Leningrado, y posteriormente la investigación haya quedado detenida durante un prolongado lapso frente a la evidente dificultad de elegir una determinada variante para explicar qué había pasado.

No queremos decir que la GPU, a través de sus agentes de Leningrado, preparó el asesinato de Kirov; no tenemos hechos que confirmen esa suposición. Pero los agentes de la GPU conocían el acto terrorista que se preparaba; mantenían a Nikolaev bajo vigilancia; estaban en contacto con él a través de cónsules fraguados con el doble objetivo de capturar a la mayor cantidad posible de personas involucradas en el asunto y, al mismo tiempo, intentar comprometer a los adversarios de Stalin a través de una compleja amalgama. Caramba, una amalgama demasiado compleja, como lo demostraron los acontecimientos posteriores; antes de que el «cónsul» lograra preparar la descarga política contra Trotsky, Nikolaev le disparó un tiro a Kirov. Después de esto se arrojó de sus puestos a los organizadores de la vigilancia y la provocación. Y para escribir la acusación fue necesario timonear laboriosamente alrededor de los bancos de arena y los arrecifes submarinos, dejar al «cónsul» en las sombras, borrar toda huella de las actividades de la GPU y, al mismo tiempo, salvar todo lo posible de la destrozada amalgama. Así se explica con toda naturalidad la misteriosa demora en la investigación.

Pero ¿para qué hacía falta el cónsul? No se podía seguir adelante sin él. El cónsul simboliza el nexo entre los terroristas, Trotsky y el imperialismo mundial (aunque es de imaginar que representaba a algún pequeñísimo estado olvidado de la mano de Dios; es lo menos peligroso). Además el cónsul es útil en otro sentido; por «consideraciones diplomáticas» no se lo puede nombrar en el proceso y en consecuencia no puede comparecer como testigo. Así queda oculto el origen de la conspiración. Finalmente, el cónsul, si es que existe realmente, no corre ningún riesgo especial incluso silo llama su gobierno. Por consideraciones de amabilidad diplomática volverá al hogar como un distinguido héroe que sufrió al servicio de su patria bienamada; además, tendrá en sus bolsillos una modesta suma para agregar a su modesto salario por si vienen días malos, y no hay nada criticable en ello.

El carácter de esta maquinación se entiende más fácilmente si uno se pone mínimamente al tanto de la historia de la lucha oculta que libró Stalin contra el «trotskismo». Mencionaré sólo tres ejemplos. Ya en 1927 reporteros mercenarios transmitieron por las radios de todo el mundo la noticia de que la Oposición de Izquierda tenía relaciones con… las Guardias Blancas. Estábamos apabullados. Resultó que la GPU había enviado a uno de sus agentes oficiales al encuentro de un muchacho de dieciocho años, desconocido para todo el mundo y simpatizante de la Oposición, con la oferta de ayudarle a distribuir la literatura oposicionista. Parece que seis o siete años antes el agente de la GPU había servido en el ejército de Wrangel (lo que, de paso, nunca se verificó). Sobre esta base Stalin acusé públicamente a la Oposición de hacer un bloque… no con un agente de la GPU sino con las Guardias Blancas.

En vísperas de mi exilio al Asia central en enero de 1928 un periodista extranjero me ofreció, a través de Radek, transmitir secretamente, si fuera necesario, una carta a mis amigos del exterior. Le manifesté a Radek mi convicción de que el periodista era un agente de la GPU. Sin embargo, escribí la carta porque no tenía nada que decirles a mis amigos del extranjero que no pudiera repetir abiertamente. A la mañana siguiente mi carta apareció publicada en Pravda como prueba de mis conexiones secretas con «países foráneos».

El 20 de julio de 1931 el pasquín amarillo Kurjer Codzienni, de Cracovia, publicó una grosera falsificación firmada por Trotsky. A pesar de que en la URSS la publicación de mis trabajos literarios está prohibida bajo pena de los más severos castigos (Blumkin[150] fue fusilado por intentar hacer entrar el Biulletin Opozitsi[151]), en el Pravda de Moscú apareció el facsímil del artículo del Kurjer. El análisis más elemental demuestra que lo fabricó la GPU con ayuda del bien conocido Iaroslavski, y fue publicado en el Kurjer (se supone que pagando las tarifas de publicidad regulares) sólo con el objetivo de ser reproducido por el Pravda.

Me veo obligado a no descubrir una cantidad de otras combinaciones y amalgamas más esclarecedoras para no perjudicar con revelaciones prematuras a otras personas involucradas. De todos modos, con lo que dije quedan claros los resultados de esta clase de esfuerzos creativos. El triángulo formado por Nikolaev, el «cónsul» y Trotsky no es nuevo. Recuerda a docenas de triángulos similares y se diferencia de ellos sólo por ser de mucha mayor envergadura.

Sin embargo, hay que señalar que la prensa soviética, como resulta evidente de los extractos cablegráficos publicados en el mismo número de l’Humanité [28 de diciembre] utiliza de manera muy circunspecta en relación a Trotsky la última amalgama y no pasa de alusiones sobre «los inspiradores ideológicos». En cambio l’Humanité da por sentada mi participación en el asesinato de Kirov casi con la misma seguridad con que Le Matin afirmó recientemente mi participación en el asesinato del rey Alejandro y de Barthou.

La diferencia entre las conclusiones extraídas por l’Humanité y Pravda no se explica solamente por el hecho de que la idiotez de la amalgama Nikolaev —«cónsul»— Trotsky es mucho más evidente en Moscú que en París sino también porque esta parte de la amalgama está esencialmente destinada al consumo extranjero, sobre todo francés. Su objetivo directo es influir sobre los obreros franceses a través del frente único y presionar a las autoridades francesas. ¡He aquí el por qué del increíble tono de l’Humanité! Las autoridades soviéticas se vieron obligadas a admitir abiertamente que la participación de Zinoviev, Kamenev y otros «no estaba probada». Los despachos oficiales generalmente no me mencionan para nada. La acusación se refiere solamente al interés del «cónsul» en conseguir una carta dirigida a Trotsky, sin sacar ninguna conclusión. Los lacayos de l’Humanité escriben que está «probada» la participación de Trotsky en el asesinato de Kirov.

Como ya lo dije, este articulo no está dirigido a los lacayos sino a sus amos. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar aquí que uno de mis primeros conflictos serios con la troika (Stalin, Zinoviev y Kamenev) fue producto de mi oposición a los esfuerzos que hacían durante la enfermedad de Lenín por corromper, a los «dirigentes» más débiles del movimiento obrero occidental, particularmente a través de dádivas. Stalin y Zinoviev replicaban: «¿Acaso la burguesía no compra a los dirigentes sindicales, a los miembros del Parlamento y a los periodistas? ¿Por qué no podemos hacer nosotros lo mismo?». Mi respuesta era que con dádivas se podía desintegrar al movimiento obrero pero no crear dirigentes revolucionarios. Lenin advertía contra la elección de «imbéciles dóciles» para la Comintern. Pero ahora esta selección incluye a los cínicos dispuestos a cualquier cosa. ¿A cualquier cosa? Hasta que aparezca el primer peligro serio. Las personas sin honor ni conciencia no pueden ser verdaderos revolucionarios. En los momentos difíciles inevitablemente traicionarán al proletariado. Mi único consejo a los obreros es que recuerden bien los nombres de estos mistificadores desvergonzados para poder verificar mi pronóstico.

Escritos , Tomo IV
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Section0118.xhtml
Section0119.xhtml
Section0120.xhtml
Section0121.xhtml
Section0122.xhtml
Section0123.xhtml
Section0124.xhtml
Section0125.xhtml
Section0126.xhtml
Section0127.xhtml
Section0128.xhtml
Section0129.xhtml
Section0130.xhtml
Section0131.xhtml
Section0132.xhtml
Section0133.xhtml
Section0134.xhtml
Section0135.xhtml
Section0136.xhtml
Section0137.xhtml
Section0138.xhtml
Section0139.xhtml
Section0140.xhtml
Section0141.xhtml
Section0142.xhtml
Section0143.xhtml
Section0144.xhtml
Section0145.xhtml
Section0146.xhtml
Section0147.xhtml
Section0148.xhtml
Section0149.xhtml
Section0150.xhtml
Section0151.xhtml
Section0152.xhtml
Section0153.xhtml
Section0154.xhtml
Section0155.xhtml
Section0156.xhtml
Section0157.xhtml
Section0158.xhtml
Section0159.xhtml
Section0160.xhtml
Section0161.xhtml
Section0162.xhtml
Section0163.xhtml
Section0164.xhtml
Section0165.xhtml
Section0166.xhtml
Section0167.xhtml
Section0168.xhtml
Section0169.xhtml
Section0170.xhtml
Section0171.xhtml
Section0172.xhtml
Section0173.xhtml
Section0174.xhtml
Section0175.xhtml
Section0176.xhtml
Section0177.xhtml
Section0178.xhtml
Section0179.xhtml
Section0180.xhtml
Section0181.xhtml
Section0182.xhtml
Section0183.xhtml
Section0184.xhtml
Section0185.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml
notas2.xhtml