Capítulo Cuarenta

Mary sabía que estaban cada vez más cerca de Tapley Woods, pero todavía no había dado con un buen plan. No había siquiera sido capaz de conseguir mucho más allá de su primer reto - Bradley. Incluso si de alguna manera pudiese escapar de las esposas, no había manera de que pudiese transportar a Bradley a un lugar seguro. La caminata de unos tres metros desde el lado del pasajero hasta la parte de atrás de la camioneta, casi pudo con ella.

Además, ella no había tenido suerte tratando de soltar las esposas del gancho de la cama. Había puesto la cadena contra el gancho de acero y había tirado con todas sus fuerzas, ya fuese para romper el gancho o la cadena, pero ambas cosas habían fallado.

Apoyó la cabeza contra el pecho de Bradley y suspiró. No quería morir de nuevo. Y si iba a morir, quería llevarse a Hank con ella.

Bradley inhaló profundamente. Mary levantó la cabeza. —Bradley —dijo: —¿Estás despierto?

Bradley se quejó en voz alta.

Mary se preguntó si Hank tendría la ventana de la cabina trasera, abierta. No quería bajo ningún concepto que supiese que alguno de los dos estaba despierto.

—Shhhh —susurró.

Bradley volvió a gemir. Mary le dio una patada en la pierna. —Bradley, tienes que permanecer en silencio —dijo.

Él continuó luchando a su manera para salir del efecto de la droga, sacudiendo su cabeza y gimiendo. Si ella tuviese las manos libres, le habría cubierto la boca. Mary miró a su alrededor frenéticamente. Nada.

—Maldita sea —Mary decidió. —Sólo hay una cosa que puedo hacer. Lo lamento, señora Alden, donde quiera que estés.—

Mary se deslizó hacia arriba y puso su boca sobre la de él. Sintió cómo él se asustaba al principio, pero después de un momento, el deseo reemplazó su confusión. No sólo le estaba devolviendo el beso, lo estaba disfrutando. La cabeza de Mary se movía hacia todos lados. Wow! Es muy bueno en esto.

Sus labios se deslizaron dejando la boca de ella atrás, mientras creaba una ristra de besos por su cara y su cuello. —Mary —susurró en voz baja. —Oh, Mary.

Ella temblaba de cabeza a los pies, cada vez que una nueva oleada de emoción se apoderaba de ella. —Espero que el nombre de tu mujer no sea Mary —murmuró, antes de que sus labios encontraran su boca de nuevo.

El camión pilló un bache. Mary juró. —¡Mierda! Alguien está tratando de matarnos. ¿En qué estoy pensando?

Alejó su cabeza. —Bradley, para —dijo con voz más firme.

—Mary, por favor, sólo un beso más —se quejó él, con los brazos acariciando su espalda.

—Bradley, para por favor —dijo ella, mientras que él mordisqueaba su barbilla y su labio inferior.

Ella suspiró. —Lo siento, Bradley, pero no puedo hacer otra cosa —dijo, y luego hundió sus dientes en el labio inferior de él.

El truco funcionó. Bradley se retiró, arrastrando a Mary con él. Sus ojos estaban ahora abiertos como platos y la miraba como si acabara de despertar de un sueño. —¿Qué ha pasado?— Le preguntó, con su voz todavía arrastrando las palabras. —¿Acabas de morderme?

Mary asintió con la cabeza. —Parecía lo más oportuno en este momento —respondió ella.

Trató de alejarse y ella se desplazó con él. —Mary, ¿por qué estás acostada sobre mi pecho?— Le preguntó.

—Porque mis manos están esposadas por detrás de tu cintura —respondió ella. —Y, en estos momentos me estás cortando la circulación.—

—Oh, lo siento —dijo él, cambiando de postura y acercándose más a ella. —¿Mejor?

Ella asintió con la cabeza. —Sí, gracias.

—¿Por qué no utilizas las llaves?— Le preguntó.

—Porque se las tuve que dar a Hank —respondió ella. —Es más inteligente de lo que parece.

—¿Le diste también el juego extra?— Le preguntó, obviamente todavía aturdido.

—No, no sabía que tenías un juego extra —dijo ella, tratando de mantener la calma. —Tal vez me las podrías dar a mí.

Bradley sacó alegremente las llaves de su bolsillo y maniobró por detrás de él para soltar las manos de Mary. —Ya está, esto está mucho mejor —dijo con una sonrisa, y luego se echó a reír.

Esto no era bueno. Estaba saliendo de la droga como un borracho alegre. —Bradley —dijo Mary lentamente. —Necesito que te centres. Necesito que te concentres más allá de la parte difusa feliz de tu cerebro y te comportes como el chico policía guerrero que conozco, ¿de acuerdo?

Bradley asintió con la cabeza y sonrió. —De acuerdo.

Mary no estaba muy convencida.

—Mi conjetura es que Hank nos está llevando a Tapley Woods —dijo. —Creo que la última vuelta fue el cruce con la autopista 84. Así que sólo tenemos unos minutos antes de llegar. Necesitamos un plan para escapar.

—Le dispararé —ofreció Bradley amablemente.

—Él tiene tu arma —contestó Mary.

—Ah, entonces eso no va a funcionar.

Mary suspiró. Por algún motivo no creía que el guerrero-policial de Bradley fuese a volver pronto.

—Entonces, ¿cómo están tus piernas?— Preguntó.

Sintió una mano grande exprimir su muslo.

—Bradley, esa es mi pierna.

—Oh, lo siento, qué alivio, pensé que había perdido la sensibilidad.

Tal vez la muerte no era tan mala, pensó Mary.

Mary se deslizó hacia la parte inferior de la plataforma de la camioneta. Palpando en la oscuridad, encontró el pestillo interior. Sentía a Bradley moverse a su lado. —¿Qué has encontrado?— Preguntó.

Mary pensó que parecía un poco más racional. —El cierre de la puerta —dijo. —Tal vez podríamos salir gateando cuando detenga el vehículo.

—Si él tiene mi arma, no vamos a tener oportunidad de ello —dijo él, su voz sonando un poco más seria.

Oh, gracias a Dios, Bradley está de vuelta.

—Bueno, él tiene que reducir la velocidad una vez que entre en el bosque —dijo Mary: —Podríamos lanzarnos rodando mientras que la camioneta está aún en movimiento.

Bradley la miró. —Eso va a doler—.

Ella le devolvió la sonrisa. —Sí, morir también duele.