Capítulo Treinta y cinco
Mary detuvo el coche frente a la casa de los Ryersons mientras el sol comenzaba a ponerse. Los había llamado al salir de Freeport para asegurarse de que ambos estarían en casa, esperando. Agarró el archivo y subió las escaleras corriendo hacia la puerta principal.
La puerta se abrió antes de que tuviera oportunidad de llamar. Joseph estaba en el umbral de la misma. —Mary, ha llegado hasta aquí en un tiempo récord —dijo. —¿Cómo podemos ayudarle?—
Él la dirigió a la sala de estar donde Susan estaba esperando. Mary se sentó frente a Susan y sacó las fotos de las niñas, poniéndolas sobre la mesa.
Joseph se sentó junto a Susan y ambos estudiaron las fotos. —No lo entiendo —dijo Susan. —¿Cómo están estas niñas relacionadas con nuestro caso?
Mary se volvió a Joseph: —¿Le resulta alguna de estas niñas familiar, senador?
Joseph las estudió por un momento y negó con la cabeza. —No, no las reconozco. ¿Debería reconocerlas?—
Mary dejó que las fotos permaneciesen sobre la mesa de café, mientras miraba a la pareja. —Cada una de estas niñas desapareció cerca de veinte y cuatro años, durante el tiempo de su campaña, senador —dijo. —Las niñas vivían en pueblos a menos de 20 kilómetros de donde había hecho escala la campaña. Cada uno de ellas desapareció el día en que usted habló en un pueblo cercano a cada paradero.—
Susan se quedó sin aliento. —Ciertamente, ¿no creerá que Joseph ...?
Mary sacó la foto de Jessica fuera del archivo y lo puso al lado de las otras. —¿Conoce a esta niña?— Interrumpió Susan.
Joseph asintió con la cabeza. —Sí, es la niña cuya desaparición fue denunciada el mismo día que Renee murió —dijo, —Era de Elizabeth.—
Mary asintió con la cabeza. —Tengo razones para creer que quien secuestró a las cuatro primeras niñas, también se llevó a Jessica —dijo.
Susan tomó las fotos y las examinó una a una. —Todas ellas se parecen mucho —dijo. —A excepción de Jessica.
Mary asintió con la cabeza. —Sí, podrían haber sido hermanas.
Susan puso las fotos de nuevo sobre la mesa y miró a Mary. —Usted sabe que Joseph no podría haber hecho esto, ¿verdad?
Mary asintió con la cabeza. —Sí, él estaba en casa esperando los resultados de las elecciones —dijo. —Los medios de comunicación estuvieron probablemente estacionados justo enfrente de su casa durante todo el día. Le habría sido imposible haber conducido hasta Elizabeth sin que alguien se hubiese dado cuenta.
Joseph se movió en torno a las fotos. —Pero existe demasiada correlación entre los secuestros y mi campaña para que se trate de una simple coincidencia —dijo. —Alguien de mi campaña es el responsable.
Mary asintió con la cabeza. —Eso es lo que parece. Necesito que me ayuden a decidir quién podría ser.
Mary sacó su bloc de notas y un bolígrafo. —¿Qué me pueden decir sobre Jerry Wiley?
Susan se rió. —No, no Jerry —dijo. —En primer lugar, nunca atendía los eventos con nosotros, porque no sabíamos lo que iba a decir o...
Se detuvo, se mordió el labio y miró a su marido. Él asintió con la cabeza.
—No sabíamos en qué condiciones se iba a presentar —concluyó.
—¿Quiere decir que no sabían si iba a estar colocado, o no?— Preguntó Mary.
Los dos miraron sorprendidos. —Jerry me habló de su pequeño hábito cuando lo entrevisté anteriormente —dijo.
—¿Qué me dicen de Mike Strong?— Preguntó.
Susan negó con la cabeza. —Bueno, Mike no tendría el menor interés hacia unas niñas pequeñas—, espetó ella y se detuvo.
Joseph se volvió hacia ella, confundido. —¿Por qué no?
Susan vaciló por un momento: —Porque él no estaba interesado en las niñas —dijo enfáticamente.
—¿Qué?— Preguntó Joseph. —No lo entiendo.
Susan suspiró. —Mike Strong es homosexual —dijo.
—¿Qué? ¿Está segura?— Exclamó Joseph. —Pero si está casado.—
—¿Y?— Respondió Susan. —Los hombres homosexuales que no quieren que la gente sepa acerca de sus preferencias a menudo se casan. Además de ser quien era, tenía muchas expectativas por alcanzar. Sus padres le habrían repudiado si se hubiesen enterado.—
—Pero, ¿cómo lo sabes?— Preguntó.
Ella se encogió de hombros. —Pasamos mucho tiempo juntos, hablamos de un montón de cosas. Nos hicimos amigos y una noche después de unas cuantas cervezas, me lo confesó. Me hizo jurar que mantendría su secreto, pero creo que, dadas las circunstancias, él estaría de acuerdo en que lo contase.
Mary pensó en el pobre fantasma torturado en su sótano y finalmente entendió su reticencia a hablar, incluso en muerte.
Mary asintió con la cabeza. —Les prometo que su secreto seguirá siendo confidencial —dijo.
—Pero eso no significa que lo descarte, ¿no?— dijo Joseph: —Ser gay no significa necesariamente que no podría ser un asesino en serie.
—Tiene razón —dijo Mary. —No voy a descartar ninguna posibilidad.
—Entonces, esto nos lleva a Hank Montague —dijo Joseph, recostándose en el sofá. —Creo que respecto a Hank no tiene nada que hacer. Es un hombre muy respetado y conocido. Creo que si fuera un asesino nos hubiésemos enterado mucho antes.
—Yo no creo que sea muy querido —dijo Susan, y luego agregó: —No quiero decir con esto que crea que es un asesino, simplemente un cerdo.
Joseph se sorprendió. —¿Qué? No sabía que pensabas eso de él —dijo.
—Bueno, tú estabas ocupado con la campaña, por lo que yo me tuve que encargar de algunos pequeños detalles —dijo. —Su actitud condescendiente con las mujeres me hizo tener que apagar algún que otro pequeño fuego en la zona. Creo que él creía que era más importante que el mismo candidato. Incluso en la noche de la fiesta electoral, lo hizo de nuevo.—
Mary se sintió intrigada inmediatamente. —Susan, ¿qué quiere decir?
—En la noche de la fiesta, Joe se estaba volviendo loco porque todo el mundo se estaba retrasando —dijo. —Yo intentaba estar a todo, tratando de entretener a los medios de comunicación y de estar lista para los invitados, y no estaba nada contenta con los miembros de la campaña.
—Finalmente, Renee y Mike llegaron y les puse a trabajar de inmediato —continuó. —Cuando les pregunté acerca de Hank, Renee mencionó que le había visto parado en la carretera, cerca de Tapley Woods, pero que simplemente la saludó con la mano, así que no creía que tuviese ningún problema con el coche.
—¿Estuvo estacionado cerca de Tapley Woods?— Preguntó Mary. —¿Recuerda qué hora podría ser?
Susan se encogió de hombros: —Las urnas cerraron a las 7 de la tarde, pero nos comenzaron a llegar los resultados antes de esa hora, y todo apuntaba bien para Joe. Supongo que Mike y Renee llegaron aquí alrededor de las 6:00. Pero Hank no llegaría hasta las 6:30. Estaba furiosa con él.
—¿Dónde estaba Jerry?— Preguntó Mary.
—Oh, llegó aquí a primera hora de la tarde —dijo Susan. —Pero se excusó demasiadas veces como para ser de mucha ayuda en el momento en que comenzó la fiesta.—
Mary asintió con la cabeza. Entonces, Jerry no era tan discreto con su hábito como él creía. —Cuando Hank finalmente llegó...— Mary instó a Susan a que le siguiera contando.
—Él entró, muy agitado —dijo Susan, recordando. —Su ropa estaba muy arrugada, parecía que se la había tirado encima, en lugar de ponérsela, no se preocupó en absoluto por su apariencia.
—Le iba a decir algo al respecto cuando se me ocurrió mirar hacia abajo y vi que había dejado el recibidor y el pasillo de la entrada llenos de huellas de barro, justo antes de que todos los invitados llegasen.
Mary pensó en el día que siguió a Jessica. Era soleado y seco.
—Pero, no llovió el día de las elecciones, ¿no es así?— Dijo Mary.
Susan asintió. —Tiene razón —dijo. —Fue un hermoso día de verano. Tendría que haberse adentrado conscientemente por el bosque para conseguir ese barro. Una vez más, demostró una falta total de consideración hacia los demás.
—¿Qué le dijo cuándo le preguntó al respecto?— Preguntó Mary.
Susan se encogió de hombros. —Llegó tan tarde que decidí dejarlo estar hasta que acabase la fiesta, entonces sí que iba a tener un par de palabras con él —dijo. —Pero creo que se me olvidó por completo. Es decir, un poco de barro parecía tan insignificante en comparación con la muerte de Renee. Todos estuvimos en shock durante un largo tiempo.
Mary asintió con la cabeza. —Sí, es comprensible —dijo. —¿Había alguien más que podría haber estado presente en todas las escalas que hizo la campaña?
Joseph pensó por un momento. —Bueno, ya sabe, los medios de comunicación locales que cubrían los asuntos políticos, estaban allí —dijo. —Y también los groupies de varias personas que eran devotos de mi partido y venían a casi todos los eventos.—
—¿Todavía tiene sus nombres?— Preguntó Mary.
—Sí, estoy seguro de que los tengo —dijo. —Pero hará falta un poco de investigación para encontrarlos todos.
—Si me los pudiera enviar a mi correo electrónico, se lo agradecería —dijo.
Mary se levantó y les dio las gracias por su ayuda. La acompañaron hasta la puerta. Mary la abrió, se detuvo y se volvió hacia ellos.
—Creo que estoy cada vez más cerca de encontrar al sospechoso —dijo, —y él se podría estar poniendo cada vez más nervioso y podría actuar irracionalmente. Tomen todas las precauciones extra que puedan de aquí en adelante. Sospechen de todo el mundo.
Joseph y Susan asintieron.
—¿Va a meter a la policía en el caso?— Le preguntó Susan.
Mary asintió con la cabeza. —Tan pronto como tenga toda la información que necesito, les llamaré —dijo. —Pero prometo ser muy discreta.
Susan extendió la mano y tomó la de Mary. —Gracias por todo lo que ha hecho. Tenga mucho cuidado.
Mary sonrió. —Lo haré.