Capítulo Cuatro
Esa noche, Mary se encontró una vez más navegando por los caminos sinuosos que se retorcían a través del paisaje del noroeste de Illinois. Era difícil conducir a través de ellos durante el día, pero en una noche fría y lluviosa de otoño, las carreteras podían considerarse incluso traicioneras. No sólo Mary tenía que preocuparse por conocer los renos de cola blanca que a menudo se interponían en el camino, sino que también tenía que mantener la calma cuando los conductores que no se conocían esa localidad, aceleraban por delante de ella como si estuvieran en una pista solitaria, en lugar de una carretera de dos carriles.
—Si te estrellas y terminas como un fantasma, no me vengas pidiendo ayuda —murmuró cuando un Mercedes deportivo pasó a escasos milímetro junto a ella. Mary apretó su agarre sobre el volante y negó con la cabeza: —¡Idiotas!
Entró en el Área de Conservación de Tapley Woods. Si había algún lugar en esa carretera en el que encontrarse con un —cola blanca —sería ese, definitivamente. Algo se movió y un brillo de color blanco en el bosque atrajo su atención, pero desapareció antes de que pudiera verlo con mayor precisión.
Al salir de Tapley Woods, dobló a la derecha por un camino que conducía a una cresta que dominaba la ciudad de Galena. Las casas de esa zona eran una combinación ecléctica de fincas y retiros de fin de semana de caza. Mary encontró la dirección que Susan Ryerson le había dado y se detuvo en la calzada. Eso no era un retiro de fin de semana de caza. La mansión estaba a unos 800 metros de la carretera y se veía imponente frente a ella.
Mary metió primera y siguió lentamente por el camino, mirando con atención los altos árboles que se alzaban a ambos lados. La vegetación hacía que casi fuese imposible ver los terrenos más allá de la calzada. Pero ese frío tan característico corriendo por su espina dorsal le hizo presagiar que la casa realmente escondía algún secreto.
Aparcó en un camino circular y subió los escalones de mármol hasta la puerta de roble de gran tamaño. Esperó unos instantes después de pulsar el timbre antes de que pudiera oír el chasquido agudo de zapatos de tacón alto contra la baldosa de cerámica. Susan abrió la puerta e invitó a Mary a pasar.
—Estoy muy agradecida de que haya podido venir esta noche —dijo Susan, —Joseph, el senador, está en Chicago y en verdad no quería que estuviese aquí cuando usted viniera.
—¿Ha hablado con él sobre lo del fantasma?— Le preguntó Mary.
Susan negó con la cabeza. —No. Pero le he visto mirar en la misma dirección donde yo había visto al fantasma previamente. Al no hablar de ello supuse que sería demasiado doloroso para él.—
—¿Ha pensado que a lo mejor a él no le gustaría que esto fuese investigado?— Preguntó Mary.
Los ojos de Susan se abrieron por un momento, —¿Por qué no iba a hacerlo ... —hizo una pausa. —¿Está diciendo que cree que mi marido podría haber estado involucrado en su muerte?
Mary se encogió de hombros.
—No voy a sacar ninguna hipótesis todavía - ni siquiera he visto al fantasma. Pero si me entero de que hubo un asesinato y él estaba involucrado, no puedo dejarlo estar. Voy a tener que investigar —respondió ella con firmeza
—¿Es eso una especie de regla para un investigador privado?— Preguntó Susan.
Mary negó con la cabeza.
—No, es mi regla. Sé todo sobre cómo llevar estos fantasmas al otro lado. Y no se irán hasta que no dejen todas sus cosas resueltas.
—Así que, ¿quiere que siga?— Preguntó Mary.
Susan hizo una pausa y puso sus manos en su cintura. —Bueno, creo que todo se reduce a la confianza —dijo, casi para sí misma. Levantó la vista y asintió.
—Sí, yo confío Joseph. No creo que tuviera nada que ver con su asesinato —dijo con firmeza. —Sí, quiero que siga.
Mary esperaba que la confianza de Susan fuese acertada.
—Muy bien, entonces vamos allá —dijo, —¿Dónde ve el fantasma?
Susan llevó a Mary a través del pasillo y abrió una puerta grande.
—Este es el salón de baile —dijo, al entrar en la habitación. —Los niños realmente lo utilizaban para patinar cuando eran pequeños. Ahora, en su mayoría se encuentra vacío.—
Se acercó a un grupo de interruptores y encendió unos pocos, dejando la habitación en penumbra.
La habitación era del tamaño del gimnasio de la escuela local secundaria.
—Wow —dijo Mary, —¡Qué bonito!
Tenía altos techos con lámparas de araña de cristal, suelo de parquet de madera, una pared de vidrio con plomo, y ventanas y puertas francesas que conducían a una terraza cubierta de piedra.
En un rincón había un piano de cola negro brillante que parecía ser bien utilizado. Había sillas puestas contra la pared y una alfombra enrollada contra la otra.
—La primera vez que la vi, estaba buscando un poco de música —dijo Susan, caminando a través de la habitación hasta el piano de cola.
Llegaron al piano y Susan señaló al otro lado de la habitación cerca de las puertas de la terraza.
—Ella apareció allí —dijo. —Entonces salió por las puertas francesas.
Mary asintió con la cabeza y metió la mano en el bolsillo para sacar la linterna.
—¿Está preparada para seguirle esta noche?— Preguntó.
Susan se sobresaltó por un momento. —¿Me necesita?— Preguntó.
Mary trató de esconder su sonrisa. Casi había olvidado que la población en general prefiere no tiene que saber que los fantasmas existen, y mucho menos seguirles.
—Si quiere venir, yo apoyaría su iniciativa —dijo Mary: —Pero tiene que elegir aquello que le vaya a hacer sentir más cómoda.
Susan se mordió el labio inferior con nerviosismo.
—¿Por qué no esperamos a ver qué pasa?— Sugirió.
Mary asintió con la cabeza, metió la linterna de nuevo en su bolsillo y sacó una libreta de su bolso. —¿Por qué no le hago un par de preguntas para ayudarme en mi investigación?— Dijo.
Susan se sentó en un banco y Mary se apoyó en el piano, su pluma posada sobre el papel.
—¿A qué hora del día la vio?— Preguntó.
—Fue alrededor de las 8:30 de la noche —dijo Susan.
Mary miró los ojos de Susan deambular nerviosamente por la habitación.
—Y las otras veces, cuando ha venido aquí a esa misma hora, ¿ella ha reaparecido?—
Los asombrados ojos de Susan volvieron inmediatamente a Mary. —¿Cómo, cómo ...?— balbuceó.
—Es usted una mujer muy curiosa e inteligente —Mary dijo: —Por supuesto que volvería aquí para asegurarse de que no era su imaginación o las luces de un coche en movimiento reflejadas en su ventana. Así que, ¿cuántas veces?
Susan se encogió de hombros. —La he visto cuatro veces más desde la primera noche —admitió, —siempre a la misma hora, siempre en el mismo lugar.
Mary asintió y tomó nota de ello. Observó como Susan comenzaba a inquietarse y se preguntó qué otra cosa era lo que la mujer no le estaba contando. Sólo tenía unos minutos antes de que el fantasma hiciese su aparición, así que tendría que confiar en su instinto.
—¿Puedo tener una copia de la información que ha encontrado sobre la mujer que murió?— Preguntó.
Una vez más, Susan miró aturdida, y sacudió su cabeza.
—Es usted muy buena en esto, ¿verdad?
Mary sonrió. —Soy la mejor.
Susan levantó la vista y sus ojos se cruzaron al otro lado de la habitación. Mary siguió su mirada. En un rincón, una suave neblina apareció cerca de las puertas francesas. La niebla comenzó a tomar forma y en un momento estaban mirando a una mujer joven de pelo negro, vestida con un vestido corto.
—Tendré todos los archivos listo cuando vuelva —susurró Susan, con voz temblorosa.
Mary asintió, su atención en los movimientos del fantasma de la habitación. Observó cómo el fantasma miraba a su alrededor y sonrió, haciendo un gesto con los ojos y una serie de movimientos sutiles a alguien que ellas no podían ver. Luego, con una sonrisa intimidatoria, se deslizó fuera de la habitación a través de las puertas francesas.
Mary llamó a Susan mientras corría por la habitación. —Voy a tratar de averiguar lo que quiere.
Mary abrió las puertas francesas, explorando la terraza con su linterna. En el rincón más alejado, vio el fantasma deslizándose lentamente por las escaleras hacia el jardín. Mary la siguió.
El cielo nocturno era oscuro - las nubes cubrían la luna casi llena y las estrellas - pero por suerte la lluvia había cesado. Mary cerró más su chaqueta y se cruzó de brazos mientras seguía el brillo translúcido a través del césped, tratando de evitar el deslizamiento de las hojas mojadas que tapizaban el césped. Más allá del cuidado césped, el jardín estaba cubierto de árboles y vegetación. Mary se abrió paso entre las ramas húmedas, convencida a continuar el camino por el que el fantasma se deslizaba sin esfuerzo.
—Alguien tiene que despedir al jardinero —murmuró Mary, cuando una rama particular de aspecto letal por poco le golpeó en la cara. —O dispararle.
Una vez pasada la barrera del jardín, Mary sintió como el paisaje comenzaba a inclinarse hacia abajo. La hierba le llegaba hasta las rodillas, pero así tenía una visión más clara del fantasma.
Se tambaleó hacia delante, y tropezó contra una rama oculta terminando sobre sus manos y rodillas en el terreno fangoso. —¡Mierda!— Mirando hacia arriba rápidamente para asegurarse de no perder la dirección del espíritu, fue recompensada cuando un chorro de agua fría empezó a caer sobre su cabeza, hasta la frente y los ojos. Secándose los ojos con la manga, se apresuró a ponerse en pie y medio corrió por el sendero tratando de recuperarse. La vio a unos cinco metros más arriba de la ruta cuando el fantasma se metió por detrás de una pared alta de gran densidad y desapareció de su vista.
—Oh, no, no, no te atrevas —jadeó Mary y echó a correr. Empujó a través del seto y se encontró en un laberinto. Las paredes a unos tres metros por encima de su cabeza. Su haz de luz rebotando en los bordes irregulares de los pasillos creando figuras fantasmagóricas, sombras de manos esqueléticas, listos para tirar de ella y capturarla entre esos huesudos dedos. Hizo una pausa y respiró hondo.
—Contrólate, O'Reilly. Vives de perseguir fantasmas, por amor de Dios —murmuró y continuó su desplazamiento hacia el final del pasillo.
El fantasma mostró su luz y Mary fue recibida con tres opciones de ruta. Ninguna parecía especialmente acogedora.
—Elige la derecha —cantaba en voz baja, repitiendo las palabras de una canción infantil de escuela. Pero justo cuando se movió hacia la derecha, la visión de una pierna blanca, translúcida, desapareció al final del camino izquierdo. Mary siguió ese pasillo estrecho. —Espero que sea el mismo fantasma.
Se dio la vuelta al final de la ruta y fue recibida por un callejón sin salida. —Sé que la vi venir por aquí.
Mary se volvió y dirigió la luz alrededor de ese espacio tan pequeño, estudiando cuidadosamente lo que estaba apareciendo frente a ella. Una forma extraña de la naturaleza le llamó la atención, extendió su mano hacia arriba y toco el frío metal. Maniobró varias veces lo que parecía ser el pestillo de una verja de hierro forjado. Aflojando el mecanismo oxidado, hizo fuerza con su cuerpo para intentar abrirlo. Finalmente empezó a moverse y Mary puso todo su peso contra la verja. La puerta avanzó lentamente hacia adelante y Mary apretó su cuerpo a través de la pequeña abertura.
—Mierda, este óxido me va a manchar —murmuró mientras la puerta enganchaba su ropa.
Sin embargo, la preocupación por su ropa se borró al instante cuando se deslizó más allá de la puerta y dio un paso a un mundo diferente.
—Whoa.
La temperatura era de repente caliente. Muy cálido, como el verano, pensó. Ahora he entrado en —La Zona Twlight.
El jardín cuidado con minucioso detalle y pequeñas luces fueron colocadas estratégicamente a lo largo del camino pavimentado. Podía oír el agua que fluía por delante, más allá de un muro de privacidad. Siguió el camino y bordeó la pared.
El agua era azul turquesa, tal como reflejaba el color de la piscina. Muebles de patio rodeándole, todo preparado para una fiesta. Moviéndose hacia adelante vio al fantasma sentado en el borde de la piscina, chapoteando sus pies contra la superficie del agua. Oyó su risa - un eco de una risa de hacía mucho tiempo.
Mary se adelantó para ver si el fantasma hablaría con ella, pero antes de que pudiera moverse, la historia comenzó a desplegarse ante sus ojos. El fantasma se rió y se reclinó hacia atrás, su voz era demasiado baja para que Mary pudiese escucharla. Pero podía verle susurrar, una conversación íntima como si estuviera hablando con un amante. El fantasma se deslizó en el agua, flotando por un momento.
Qué extraño, pensó Mary, no va con un atuendo adecuado para nadar.
Poco a poco la mujer translúcida calló dentro del agua, con los ojos abiertos y una sonrisa soñadora. Mary miró, paralizada, como se sumía en la piscina de color azul. Luego sus ojos se agrandaron y su sonrisa se convirtió en miedo. Las burbujas se precipitaron a la superficie de la piscina a la vez que el fantasma luchaba contra la fuerza invisible que la mantenía abajo.
Mary se dispuso a ayudar, pero se detuvo al recordar que estaba viendo una visión del pasado. Finalmente, después de unos pocos minutos, los más largos en la vida de Mary, las burbujas se detuvieron y el cuerpo derivó hacia el fondo de la piscina.
Al instante, la escena cambió. Mary estaba mirando una piscina abandonada, grietas en las paredes, las malas hierbas que habían crecido de la suciedad acumulada en el fondo.
Atrás quedaron el mobiliario, las luces del patio y los jardines cuidadosamente arreglados. En su lugar había oscuridad, abandono y sensación de fría muerte.
Mary se estremeció cuando el viento le recordó que estaba de vuelta en el presente.
El espectro mostró su haz de luz alrededor de la zona y luego hacia abajo en la piscina, donde el cuerpo se había desplazado unos momentos antes. Hormigón agrietado era lo único visible.
Mary se estremeció y respiró hondo. Esto no había sido un ahogamiento accidental. Alguien había asesinado en realidad a esa mujer.
Se dio la vuelta y se encontró cara a cara con el fantasma. Su cabello aplastado contra su cara azul hielo. Su ropa chorreando agua, sus ojos intensos. Mary abrió la boca y dio un paso atrás, su corazón latía con mucha fuerza contra su pecho.
Cómo puedo ayudarte?
Mary podía sentir el dolor que emanaba del espíritu frente a ella. Las lágrimas llenaron los ojos del fantasma. Instintivamente, Mary extendió la mano - sólo para encontrarla moviéndose a través del cuerpo etéreo.
—Deja que te ayude —repitió.
El fantasma negó con la cabeza lentamente. —¿Por qué me mató? ¿Por qué mató a mi bebé?— Susurró y se desvaneció en la noche oscura.
Un té formal había sido servido en el salón cuando Mary regresó. Susan Ryerson estaba sentada rígidamente en el borde de un sofá de dos plazas pequeñas, con las manos entrelazadas sobre el regazo. Aunque su lenguaje corporal gritaba que estaba tensa, su sonrisa era acogedora y cálida.
Una esposa políticamente perfecta, pensó Mary mientras caminaba por la habitación y se sentaba justo enfrente de Susan. ¿Pero mataría por su marido?
—¿Fuiste capaz de seguirla?— Le preguntó Susan, mordiéndose el labio inferior.
Mary asintió con la cabeza, se sirvió una taza de té y sorbió lentamente. Observó a Susan por encima del borde de su taza. Su abuelo le había enseñado que a veces se aprende más por el silencio que por el interrogatorio a un sospechoso. En lo que a ella concernía, Susan Ryerson todavía estaba en la lista de posibles culpables.
Susan retorció las manos en su regazo.
—¿Dijo algo?— Preguntó.
Mary se tomó su tiempo en apoyar la taza de nuevo en el plato y luego miró a los ojos de Susan. Tenía que hacer un poco de investigación antes de mencionar todo lo que había aprendido del fantasma - especialmente la parte sobre el bebé.
—Fue asesinada.— Afirmó sin rodeos. —Alguien la mantuvo bajo el agua hasta que se ahogó.
Susan trató de encubrir su jadeo y que sus gestos pareciesen calmados. Pero cuando se sirvió su propia taza de té, su mano temblaba demasiado como para levantar la taza. Mary se inclinó sobre la mesita y colocó su mano sobre la de Susan. Susan levantó la cabeza y miró a los ojos de Mary.
—¿Sabe usted...Sabe ella? ...— Susan tropezó.
—Ella no sabe quién la mató y yo tampoco —contestó Mary. —Y yo no voy a sacar ninguna conclusión hasta que consiga más información.
Susan cogió un sobre grande de papel manila y se lo entregó a Mary.
—Saqué los archivos de los periódicos locales acerca de su muerte. Por aquel entonces todo el mundo pensaba que fue un ahogamiento accidental —dijo —yo nunca lo cuestioné, hasta que...
—¿Hasta que no vio al fantasma por primera vez?— Agregó Mary.
Susan asintió.
—También he sacado lo archivos pertinentes sobre la campaña de mi esposo —dijo, —ella era su asistente.—
Mary asintió con la cabeza, abrió la carpeta y miró detenidamente la información.
—Renee Peterson —dijo, leyendo su currículum. —Nació en 1960 - por lo que tendría unos 24 años cuando murió.
Susan asintió.
—Todos pensamos que era una pena que una chica tan joven y brillante hubiese muerto —dijo Susan.
Mary vio como iba a decir algo más y después se frenó.
—¿La conocía muy bien?— Preguntó Mary.
Susan negó con la cabeza.
—No. Aunque yo era una mujer activa en campaña, también era una madre de niños pequeños —explicó. —Así que, mi marido pasaba la mayor parte del tiempo en la campaña - Yo hice todos los viajes de negocios con él que pude.
—Y, como su asistente, ¿ella viajaba con él?
Susan respiró hondo.
—¿Me está preguntando si mi marido estaba involucrado en un romance con ella?— Preguntó.
Mary asintió. —Sí, así es.
Susan apretó los labios firmemente.
—Sí, creo que él estaba teniendo una aventura con ella —dijo ella. —Y, francamente, creo que estaba considerando seriamente la posibilidad de dejarme por ella. Por supuesto, si usted le dice esto a alguien, lo negaré rotundamente.
Mary asintió.
—Nuestro matrimonio no iba bien por ese entonces —admitió. —Yo estaba profundamente involucrada con nuestros hijos, tratando de ser madre y padre. Joseph estaba involucrado en su carrera. No siempre nos dábamos cuenta de las cosas.
—¿Y nunca pensó en divorciarse?—
—No —dijo ella, sacudiendo la cabeza. —Pero me di cuenta de que algo sucedía. Y luego, cuando encontraron su cuerpo, él estuvo completamente devastado. Me di cuenta de lo mucho que debía haberle amado.
—¿Eso no le enfadó?
Susan suspiró.
—Me sentía herida, traicionada, y sí, furiosa. Pero también sabía que mi lugar tenía que estar al lado de Joseph. Fue justo después de que ganase el escaño en el senado, — explicó. —Ambos tuvimos que poner las caras apropiadas para el público.
Cogió su taza y se detuvo un momento antes de beber.
—Realmente lo odiaba —dijo ella, poniendo su taza sobre la mesa con tanta fuerza que el plato se tambaleó. —Odiaba sonreír cuando por dentro me estaba muriendo. Odiaba al hombre que estaba junto a mí. Odiaba que él pensara que me podía sustituir por un modelo más joven.—
—Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué sigue con él?
—La muerte de Renee hizo que Joseph cambiase mucho —dijo. —Comenzó a pasar más tiempo con los niños y conmigo. Empezó a convertirse de nuevo en el hombre del que me enamoré. Nos llevó mucho tiempo, pero ambos fuimos capaces de poner algunas cosas atrás y seguir adelante.
Mary asintió con la cabeza. ¿Podía el asesinato de una mujer joven hacer esas cosas? Se preguntó.
—Voy a necesitar una lista de todas las personas que estaban en su casa esa noche, incluyendo los nombres de todo el personal —dijo.
—Ya está en la carpeta —Susan casi sonrió ante la mirada de sorpresa de Mary: —Fui una fan devota de las novelas de detectives, entiendo que necesite una lista de posibles sospechosos.—
—Esto será muy útil, gracias.— Dijo Mary y metió el sobre bajo el brazo. —Voy a empezar a trabajar en ello de inmediato y le daré informes periódicos.
Susan se levantó. —¿Y si usted descubre que ...?
—Si me entero de que su marido tiene que ver con el asesinato, voy a avisar a la policía —dijo Mary: —Y a continuación le llamaré.
Susan asintió. —Él no está involucrado. Lo sabría de ser así.
Mary pensó en todas las otras mujeres a las que había escuchado decir lo mismo durante el tiempo que estuvo en la fuerza policial. Estrechó la mano de Susan y sonrió.
—Le acompañaré hasta la puerta.