Capítulo Veintisiete
Ella no era su problema. Era una mujer adulta. Podía tomar sus propias decisiones. Era una profesional. Ella podía manejarse sola. Entendía la mente de un criminal. Ella no iba a cometer otro error.
—Maldita sea —Bradley pisó el freno de su coche bruscamente y aparcó al lado de la carretera. ¿Qué demonios iba a hacer con esta situación?
Sacó su teléfono y llamó al sheriff de Jo Daviess, tal vez él podría arrojar algo de luz sobre el caso.
—Hola, Steve, soy Alden —dijo, —¿algo nuevo sobre el tirador de esta noche? ¿Alguna pista?—
—Mis hombres y yo hemos estado analizando la zona durante la última hora —dijo el sheriff. —No hemos visto nada. Pero, teniendo en cuenta el tiempo...
—Sí, tiene razón, no hay una gran cantidad de testigos durante una tormenta —afirmó.
—No sé si esto será de gran ayuda —agregó el sheriff, —pero mis hombres recorrieron todo el área donde se produjo el tiroteo y este tipo estaba sin duda acechando a su víctima. No se trataba de un cazador furtivo al azar que disparó en la dirección equivocada; este tipo la estuvo siguiendo durante mucho tiempo.
—¿Qué han encontrado?— Preguntó Bradley.
—Parte de la vegetación fue aplastada lo suficiente como para decir que estuvo observando y esperando durante un largo período de tiempo —dijo el sheriff. —Hubo un momento en que la perdió pero luego regreso al punto donde finalmente casi la atrapó. Este tipo es bueno, sabía lo que estaba haciendo. Si yo fuera usted, me aseguraría de mantener vigilada a esta señorita en todo momento, porque este hombre va por ella sin ninguna duda.
—Gracias, Steve, eso es exactamente lo que necesitaba oír —dijo Bradley, dando media vuelta y regresando a casa de Mary. —Manténgame informado, ¿de acuerdo?
Bradley aparcó en la entrada de la casa y fue corriendo hacia el porche. Era extraño que ella no hubiese encendido las luces todavía. Llamó a la puerta y esperó. Sintió que el cabello de la parte posterior de su cuello se erizaba, algo iba mal.
Esta vez golpeó a la puerta. —Mary, es Bradley. Abre la puerta.