Capítulo Ocho
Mary se detuvo enfrente de su despacho y aparcó. Aunque parecía un poco dramático, se había vestido de negro completamente para asegurarse de no llamar la atención.
Mary sabía muy bien que la zona centro de la ciudad tenía una sensación diferente durante la noche. Las tiendas estaban cerradas, las personas habían desaparecido, los edificios que estaban inhóspitos, esperaban a que llegase el día siguiente. Incluso las sombras del pasado eran diferentes: Los adolescentes angustiados esperando en la parada de autobús de Greyhound, el secretario y su jefa saliendo a hurtadillas por una puerta lateral, y el borracho excesivamente perjudicado, bebiendo de su propia bolsa de papel marrón. Las sombras sólo aparecían por un momento y luego se desvanecían como la niebla en el campo. Todo era un poco espeluznante.
Cerró el coche y se dirigió hacia la calle principal. Había decidido que aparcar enfrente de su oficina y caminar tenía más sentido. No quería que nadie se hiciese preguntas acerca de por qué su distintivo coche estaba aparcado en el aparcamiento del Freeport Republic a la 1 de la madrugada.
Dio un salto cuando vio a alguien al acecho detrás de un poste de alumbrado público. — Jodidos espantapájaros —blasfemó cuando se dio cuenta de que el acosador estaba hecho de madera contrachapada.
Se acercó a la parte trasera del edificio y se impulsó sobre el muelle de carga. Sabía que el edificio estaría cerrado, pero dado que su contacto siempre había tenido un gran vicio por el tabaco, pensó que Anna encontraría fácilmente su camino hacia el muelle para compartir con ella unos cigarrillos.
Mary se acomodó en una pila de palés y se apoyó contra la pared. No tuvo que esperar demasiado tiempo. En cuestión de segundos, Anna Paxton se deslizó fuera del edificio y se cernió sobre el muelle.
—Anna —dijo Mary, le hizo gracia ver que había sorprendido al fantasma. —Tengo una oferta para ti.
—¿Por qué iba yo a querer tener algo que ver con una detective privada de segunda categoría?— Se burló ella-. —Ni siquiera estás en mi liga.
—Oye, tú me das información y yo te doy la primicia de tu vida —dijo Mary, con la esperanza de que Anna no se diese cuenta de que una primicia no le haría ningún bien.
Anna miro a Mary con recelo. —¿Qué tipo de primicia?
—Está bien Anna, éste es el trato... ¿quieres la primicia o no?— Mary se encogió de hombros: —Oye, está bien. Siempre le podría preguntar a tu sustituta.
Un silbido enojado se le escapó a la forma fantasmal y se acercó más a Mary. —No es más que una puta sin talento —dijo Anna. —Ella no se merece una primicia.
Mary se encogió de hombros. —Sí, bueno, pero si no puedo tener a la mejor, voy a tener que conformarme con la imitadora.
Anna sonrió lentamente. —Síiii, eso es justamente lo que ella es - una imitadora. Intentando ser yo, tratando de reemplazarme. Nadie puede hacer eso.
Mary miró la lista de nombres que trajo y pensó en probar con uno.
—No sé, Jerry Wiley parece estar seguro de que ella tiene lo que se merece.
Una hora y media más tarde, Mary regresó a su coche con un cuaderno lleno de comentarios sarcásticos, insinuaciones venenosas y chismes realmente jugosos. Esperaba ser capaz de diseccionarlos todos y encontrar algunos hilos que condujesen hacia la verdad.
Volvió a su oficina y puso toda la información en sus archivos. Miró el reloj - Las 2:45. De ninguna manera iba a ser capaz de levantarse e irse a correr por la mañana.
Entonces pensó en el jefe de policía. Pensó en su sonrisa. En su comentario sobre Andy Taylor. En su falta constante de respuesta ante todo lo que dijo.
—Si no me presento, va pensar que ha conseguido intimidarme. Y, maldita sea, no voy a dejar que nadie piense eso.
El despertador sonó menos de dos horas más tarde. Mary gimió, pero se obligó a salir de la cama. Cogió el refresco de cola light que había dejado en la mesita la noche anterior. —Esto es muy malo para mí —admitió mientras tragaba su dosis de cafeína.
Abriendo el cajón de arriba, agarró su chándal.
—Vamos a demostrarle que Mary O'Reilly no es tan fácil de convencer.
Mary corrió hacia el parque buscando una pelea. Simplemente dejaré que diga algo inteligente, pensó irritada, y le mandaré de una patada a Mayberry, por muy jefe de policía que sea.
Su estado de ánimo cambió mínimamente a mejor cuando vio lo sorprendido que él reaccionó al verla dirigiéndose hacia el carrusel. —Sí, pensaste que no vendrías, ¿verdad? —murmuró para sí. —Pues ya ves.
—Lo siento, no he escuchado lo que has dicho —dijo Bradley, confundido.
Mary lo miró. —No estaba hablando contigo.
—Oh—, él asintió comprensivamente. —¿Estamos en presencia de fantasmas?
Mary lo miró por un momento. Sí, noto el tono burlón en su voz. Sí, se cree bastante superior. Y, sí, ella estaba realmente cabreada.
—Sí, Andy Taylor está ahora mismo detrás de ti y se muere de ganas de darte una patada en el culo —respondió ella. —¿Listo para correr?
—Sí, per...— empezó a decir.
—Bien —interrumpió Mary y salió por el camino. Estaba disfrutando de la mirada de asombro en su cara y el estado de shock en el que parecía haberse quedado tras su comentario, hasta que pudo oír el sonido de sus pisadas alcanzándole.
—Mierda.
Mary hizo un esfuerzo para mantenerse por delante de él a un kilómetro, pero podía sentir los efectos de una noche sin apenas dormir haciendo mella en ella. Los músculos de sus piernas empezaron a temblar y supo que iba a perder la carrera. Finalmente desaceleró y esperó a que él la pasase.
—Bueno, al menos la vista será agradable cuando pase. Será un imbécil, pero tiene unas manzanitas tan bonitas.
Mary se echó a reír.
—¿Qué es tan gracioso?
Se sorprendió al ver que Bradley se había adaptado a su ritmo e iba a la par que ella.
—Pensé que me pasarías de largo y seguirías sin parar hasta la línea de meta —dijo.
Él se encogió de hombros: —Sí, bueno, no he dormido demasiado esta noche. Alguien dijo haber visto un ladrón vestido como un gato negro merodeando por las calles del centro, así que estaba de patrulla.
—Un ladrón vestido de gato por el centro, ¿eh?— Preguntó Mary tragando saliva.
Sí, me dijeron que era como esa película con Angelina Jolie. ¿Cómo lo dijo exactamente? —Una tía buena vestida de negro.
Mary sonrió. —Angelina Jolie, ¿eh?
Él asintió con la cabeza. —Sí, lo curioso de todo es - que tenía un coche exactamente como el tuyo y que estaba estacionado frente a tu oficina.
¡Mierda! ¡Me ha pillado! Pensó.
—¡Qué gracia!— contestó ella, haciendo todo lo posible por parecer indiferente.
—Entonces, ¿por qué estás tan cansada esta mañana?— Le preguntó.
Mary sabía que estaba intentando ponerle contra las cuerdas.
—No te vi seguirme hasta mi casa —dijo ella, dejando de correr.
Al menos tuvo la decencia de parecer un poco avergonzado cuando sonrió. —Bueno, sí, iba a medio bloque por detrás de ti, y mantuve mis luces apagadas—
—Sabes que eso va contra la ley —dijo Mary.
—Estaba dispuesto a correr ese riesgo —contestó.
Mary se echó a reír, no pudo evitarlo.
—Te puedo asegurar que lo que estaba haciendo la noche anterior no tenía nada que ver con robar —le dijo.
Él asintió con la cabeza. —Yo no creo que tuviese algo que ver. ¿Estás trabajando en un caso? —
—Sí —respondió ella.
—¿Quieres hablar de ello?
—Todavía no —dijo, —Pero cuando llegue el momento te prometo que te llamaré para que cumplas con tu labor. Tengo un gran respeto hacia la ley.
—¿Incluso si es representada por Barney Fife?— Le preguntó parando y bloqueando su camino por el sendero.
Mary se sonrojó. —Está bien, te pido disculpas por eso —dijo.
Él sonrió. —Disculpas aceptadas. ¿Podemos empezar de nuevo?
Mary asintió con la cabeza.
—Hola, soy Alden Bradley, el nuevo jefe de policía —dijo, tendiéndole la mano.
Ella sonrió y le estrechó la mano. —Mary O’Reilly, investigadora privada. Es un placer conocerte.
El chasquido rápido de las esposas sobre su muñeca la sumió en un profundo estado de shock.
—¿Qué?
Bradley se encogió de hombros como disculpándose. —Lo siento, hay una orden contra ti por allanamiento y plantación de un artefacto explosivo. Tengo que llevarte a comisaría.
Suavemente la tomó del otro brazo y terminó de cerrar las esposas. Empezó a leerle sus derechos.
—¿Plantar un explosivo? ¿Qué demonios? —Le espetó ella. —Yo nunca...
—Sí, bueno, vamos a hacer esto como manda la ley, y así podremos averiguar qué está pasando.
Mary se volvió hacia él. —No pensarás realmente que yo...
Bradley miró a los ojos de Mary. —He tenido mucha de experiencia aplicando leyes. He tenido mucha experiencia militar. E hice mi doctorado sobre Operaciones Especiales. Creo que hubiese reconocido a un terrorista, si hubiera estado corriendo con uno cada día durante seis meses. ¿Entiendes lo que digo?
Mary asintió con la cabeza. Terminó de leerle sus derechos y la llevó hasta su coche patrulla.
—Además —añadió. —La bomba fue elaborada como si lo hubiese hecho un aficionado. Si lo hubieses hecho tú, habría sido un trabajo de un profesional.
Mary sonrió. —¡Pues claro, maldita sea!
Diez minutos después, ya en la sala de interrogatorios, Mary se sentó en la silla de metal y vinilo al lado de su escritorio e hizo lo mejor que pudo para responder a las preguntas.
—¿Estabas en el muelle de carga del Freeport Republic anoche aproximadamente a la una de la madrugada?
Mary sabía lo suficiente sobre leyes como para darse cuenta de que si no tuviese sus huellas dactilares o al menos un testigo ocular, no le estaría haciendo tales preguntas - así que, como de costumbre, la honestidad es la mejor política.
—Sí, estuve en el muelle de carga del Freeport Republic anoche.
—¿Qué estabas haciendo ahí?— Le preguntó, mirando deliberadamente la grabadora sobre su mesa, por lo que ella no le dio una respuesta de listilla.
—Estaba entrevistando a una fuente para recabar alguna información sobre un caso en el que estoy trabajando —respondió ella.
—¿Cuál es el nombre de la fuente?
Ella negó con la cabeza. —Creo que los nombres de mis fuentes están protegidos por la 2ª Enmienda a la Constitución.
Bradley sonrió. —Buen intento, pero eso es sólo funciona si eres periodista, no si eres investigador privado.
—Estaba en la oficina del periódico —instó ella, —¿Eso no cuenta?
Él negó con la cabeza.
Mary se encogió de hombros: —Mi verdadera respuesta no te va a gustar mucho más.—
—Inténtalo.
—Estaba hablando con Anna Paxton, la columnista de sociedad del Freeport Republic.
Bradley parecía confundido. —¿Por qué no me iba a gustar esa respuesta? Ahora tenemos un testigo que pueda verificar dónde estabas y que hacías a esa hora.
—Porque Anna Paxton murió hace unos doce meses.
Bradley se levantó y golpeó la mesa con su puño. —Maldita sea, Mary, no es momento para bromas. Explosivos. Bombas. Todo esto va a la sección de Seguridad Nacional y créeme, allí no se andan con juegos.
Mary respiró profundamente y se levantó para hacer frente a Bradley.
—No estoy intentando ser graciosa, y no estoy jugando, entiendo que esto es serio - pero es verdad, tengo la capacidad de comunicarme con fantasmas.
Bradley pasó su mano por el pelo. —Vamos, Mary, puedes confiar en mí. Sé que utilizas este —tema de los fantasmas— como una técnica de marketing, pero a mí me puedes decir la verdad.
Mary volvió a respirar hondo, conteniendo las ganas de pegar a Bradley en el brazo con todas sus fuerzas.
—Sí, estás en lo cierto. Me has pillado. Ser una honorada y decorosa ex-policía, ser parte de la brigada antivicio y formar parte de la promoción para ascender al estatus de detective, además de graduarme con matrícula de honor en la justicia penal no es suficiente experiencia como para iniciar mi propia agencia de investigación privada. Sí, tenía que destacar por algo, así pensé probar con lo de ver gente muerta —dijo sarcásticamente-. —Sí, eso mantendría a los chiflados de distancia.
Bradley se sentó violentamente. —¿Quieres decir que realmente te crees que puedes hablar con fantasmas?
Mary se inclinó sobre su escritorio. —No sólo lo creo, jefe Alden, puedo hablar con fantasmas.