Capítulo 24

Ahora creo que las historias, leyendas y profecías de Kelsier sobre el «Undécimo metal» fueron creadas por Ruina. Kelsier buscaba un modo de matar al Lord Legislador, y Ruina, siempre sutil, se lo proporcionó.

En efecto, ese secreto fue crucial. El Undécimo metal de Kelsier proporcionó la pista que necesitábamos para matar al Lord Legislador. Sin embargo, hasta en esto fuimos manipulados. El Lord Legislador conocía los objetivos de Ruina, y jamás lo habría liberado del Pozo de la Ascensión. Ruina necesitaba otros peones… y para que eso sucediera, el Lord Legislador tenía que morir. Incluso nuestra mayor victoria fue moldeada por los sutiles dedos de Ruina.

Días después, las palabras de MeLaan aún le remordían a TenSoon la conciencia.

«¿Vienes, proclamas la terrible noticia, y luego nos dejas para que resolvamos los problemas por nuestra cuenta?» Durante su año de prisión, había parecido sencillo: haría sus acusaciones, entregaría su información y luego aceptaría el castigo que merecía.

Pero ahora, extrañamente, una eternidad de encarcelamiento parecía la salida fácil. Si dejaba que lo trataran así, ¿en qué era mejor que la Primera Generación? Estaría evitando los problemas, conforme con ser encerrado, sabedor de que el mundo exterior ya no era su problema.

Necio, pensó. Permanecerás prisionero toda una eternidad… o al menos hasta que los kandra sean destruidos y tú te mueras de hambre. ¡Ésa no es la salida fácil! Al aceptar tu castigo estás haciendo lo honorable, lo ordenado.

Y al hacerlo así, dejaría que MeLaan y los demás fueran destruidos por unos líderes que se negaban a emprender ninguna acción. Es más, dejaría a Vin sin la información que necesitaba. Incluso dentro de la Tierra Natal, podía sentir las ocasionales sacudidas de la roca. Los terremotos aún eran lejanos, y los demás probablemente los ignoraban. Pero TenSoon estaba preocupado.

El final podía estar cerca. Si así fuera, Vin tenía que saber las verdades sobre los kandra. Sus orígenes, sus creencias. Tal vez podría usar la Confianza misma. Pero contarle algo más a Vin significaría una traición aún mayor a su pueblo. Tal vez a un humano le parecería ridículo que vacilara ahora. Sin embargo, hasta el momento, sus verdaderos pecados habían sido impulsivos, y sólo más tarde había racionalizado lo que había hecho. Si se liberara de la prisión, aquello sería diferente. Voluntad e intención.

Cerró los ojos y sintió el frío de la jaula, que todavía se alzaba sola en la gran cueva, pues el lugar quedaba casi abandonado durante las horas de sueño. Ni aun con la Bendición de la Presencia, que permitía a TenSoon concentrarse a pesar de sus incómodos confines, no se le ocurría ningún modo de escapar de la jaula de malla y los guardias de la Quinta Generación, que habían recibido la Bendición de la Potencia. Aunque saliera de la jaula, TenSoon tendría que atravesar docenas de cuevas pequeñas. Con una masa corporal tan baja, carecía de músculos para luchar, y no podría vencer a los kandra que tuvieran la Bendición de la Potencia. Estaba atrapado.

En cierto modo, aquello lo reconfortaba. Huir no era algo que prefiriera a reflexionar: simplemente, no era la costumbre kandra. Había roto el Contrato, y se merecía el castigo. El honor estaba en enfrentarse a las consecuencias de las acciones propias.

¿Verdad?

Cambió de postura. Al contrario que la de un humano real, la piel de su cuerpo desnudo no se magullaba ni quedaba marcada por la prolongada exposición, pues podía reformar su carne para eliminar las heridas. Sin embargo, había poco que hacer respecto a la sensación de verse obligado a estar sentado dentro de la pequeña jaula durante tanto tiempo.

Un movimiento captó su atención. TenSoon se volvió y se sorprendió al ver a VarSell y otros grandes Quintos acercarse a la jaula, sus Cuerpos Verdaderos de piedra de cuarzo ominosos por su tamaño y color.

¿Ya es la hora?, pensó. Con la Bendición de la Presencia, podía contar mentalmente los días de su encarcelamiento. No era la hora, no. Frunció el ceño, y advirtió que uno de los Quintos llevaba un saco grande. Por un momento, TenSoon estuvo al borde del pánico al imaginar que lo meterían dentro del saco. Sin embargo, el saco ya parecía lleno.

¿Se atrevía a sentir esperanza? Habían pasado días desde su conversación con MeLaan y, aunque ella regresó varias veces para verlo, no habían hablado. Él casi había olvidado las palabras que le dirigió, pronunciadas sabiendo que serían oídas por los sicarios de la Segunda Generación. VarSell abrió la jaula y arrojó el saco al interior. Tintineó con un sonido familiar. Huesos.

—Tienes que llevarlos al juicio —dijo VarSell, agachándose y acercando un rostro transparente a los barrotes—. Órdenes de la Segunda Generación.

—¿Qué tienen de malo los huesos que ahora llevo? —preguntó TenSoon con cuidado, examinando el saco sin saber si sentirse entusiasmado o avergonzado.

—Pretenden romperte los huesos como parte del castigo —contestó VarSell, sonriendo—. Algo parecido a una ejecución pública, aunque en este caso el prisionero sobrevive al proceso. Es sencillo, lo sé, pero la muestra debería causar impresión en las generaciones más jóvenes.

A TenSoon se le revolvió el estómago. Los kandra podían reformar sus cuerpos, cierto, pero sentían el dolor con la misma intensidad que un humano. Haría falta una severa paliza para romperle los huesos y, con la Bendición de la Presencia, no tendría la liberación de la inconsciencia.

—Sigo sin ver la necesidad de otro cuerpo —repuso TenSoon, cogiendo uno de los huesos.

—No hace falta desperdiciar un conjunto perfectamente bueno de huesos humanos, Tercero —dijo VarSell, cerrando la puerta de la jaula—. Volveré a por los huesos que ahora llevas dentro de unas horas.

El hueso de la pierna que sacó no era de humano, sino de perro. Un gran sabueso. Era el mismo cuerpo que TenSoon había empleado al regresar a la Tierra Natal hacía más de un año. Cerró los ojos, sujetando entre los dedos el hueso liso.

Una semana antes, había mencionado lo mucho que despreciaba estos huesos, esperando que los espías de la Segunda Generación llevaran la noticia a sus amos. La Segunda Generación era mucho más tradicional que MeLaan, e incluso ella había considerado repulsiva la idea de llevar huesos de perro. Para los Segundos, obligar a TenSoon a usar el cuerpo de un animal sería denigrante en grado sumo. TenSoon contaba exactamente con eso.

—Tendrás muy buen aspecto, llevando eso —dijo VarSell, incorporándose para marcharse—. Cuando llegue tu castigo, todos podrán verte por lo que realmente eres. Ningún kandra querrá romper su Contrato.

TenSoon acarició el hueso del muslo con dedo reverente, escuchando la risa de VarSell. El Quinto no tenía forma de saber que acababa de darle el medio que necesitaba para escapar.

El Héroe de las Eras
titlepage.xhtml
Khariel.htm
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Presentacion.xhtml
dedicatoria.xhtml
Agradecimientos.xhtml
Portadilla.xhtml
Mapa01.xhtml
Mapa02.xhtml
Mapa03.xhtml
Prologo.xhtml
PrimeraParte.xhtml
Capitulo01.xhtml
Capitulo02.xhtml
Capitulo03.xhtml
Capitulo04.xhtml
Capitulo05.xhtml
Capitulo06.xhtml
Capitulo07.xhtml
Capitulo08.xhtml
Capitulo09.xhtml
Capitulo10.xhtml
Capitulo11.xhtml
Capitulo12.xhtml
Capitulo13.xhtml
SegundaParte.xhtml
Capitulo14.xhtml
Capitulo15.xhtml
Capitulo16.xhtml
Capitulo17.xhtml
Capitulo18.xhtml
Capitulo19.xhtml
Capitulo20.xhtml
Capitulo21.xhtml
Capitulo22.xhtml
Capitulo23.xhtml
Capitulo24.xhtml
Capitulo25.xhtml
Capitulo26.xhtml
Capitulo27.xhtml
Capitulo28.xhtml
Capitulo29.xhtml
Capitulo30.xhtml
Capitulo31.xhtml
Capitulo32.xhtml
Capitulo33.xhtml
TerceraParte.xhtml
Capitulo34.xhtml
Capitulo35.xhtml
Capitulo36.xhtml
Capitulo37.xhtml
Capitulo38.xhtml
Capitulo39.xhtml
Capitulo40.xhtml
Capitulo41.xhtml
Capitulo42.xhtml
Capitulo43.xhtml
Capitulo44.xhtml
CuartaParte.xhtml
Capitulo45.xhtml
Capitulo46.xhtml
Capitulo47.xhtml
Capitulo48.xhtml
Capitulo49.xhtml
Capitulo50.xhtml
Capitulo51.xhtml
Capitulo52.xhtml
Capitulo53.xhtml
Capitulo54.xhtml
Capitulo55.xhtml
Capitulo56.xhtml
Capitulo57.xhtml
Capitulo58.xhtml
QuintaParte.xhtml
Capitulo59.xhtml
Capitulo60.xhtml
Capitulo61.xhtml
Capitulo62.xhtml
Capitulo63.xhtml
Capitulo64.xhtml
Capitulo65.xhtml
Capitulo66.xhtml
Capitulo67.xhtml
Capitulo68.xhtml
Capitulo69.xhtml
Capitulo70.xhtml
Capitulo71.xhtml
Capitulo72.xhtml
Capitulo73.xhtml
Capitulo74.xhtml
Capitulo75.xhtml
Capitulo76.xhtml
Capitulo77.xhtml
Capitulo78.xhtml
Capitulo79.xhtml
Capitulo80.xhtml
Capitulo81.xhtml
Capitulo82.xhtml
Epilogo.xhtml
ArsArcanum.xhtml
Guiarapida.xhtml
Glosario.xhtml
Resumen.xhtml
autor.xhtml
Bibliografia.xhtml