Capítulo 6

Rashek pronto encontró un equilibrio en los cambios, lo cual fue una suerte, pues su poder se consumió muy rápidamente. Aunque le parecía inmenso, en realidad no era más que una diminuta fracción de algo mucho más grande.

Naturalmente, acabó llamándose a sí mismo la «Lasca del Infinito» de su religión. Tal vez comprendía más de lo que le reconozco.

Sea como fuere, tuvimos que agradecerle un mundo sin flores, donde las plantas crecían marrones en vez de verdes, y donde la gente sobrevivía en un entorno donde la ceniza caía del cielo de manera continuada.

Estoy demasiado débil, pensó Marsh.

La lucidez le llegó de repente, como solía ocurrir cuando Ruina no lo vigilaba con demasiada atención. Era como despertar de una pesadilla, plenamente consciente de lo que había estado sucediendo en el sueño, pero confuso en cuanto a la lógica de sus acciones.

Siguió caminando por el campamento de koloss. Ruina lo controlaba, como siempre. Sin embargo, no presionaba su mente lo suficiente cuando no se concentraba en él: a veces, los pensamientos propios de Marsh resurgían.

No puedo combatirlo, pensó. Ruina no podía leer sus pensamientos, de eso estaba bastante seguro. Y sin embargo, Marsh no podía luchar ni debatirse de ninguna forma. Cuando lo hacía, Ruina recuperaba inmediatamente el control. Se lo había demostrado a Marsh una docena de veces. En ocasiones conseguía mover un dedo, quizá dar medio paso, pero eso era todo cuanto podía conseguir.

Deprimente. No obstante, Marsh siempre se había considerado un hombre práctico, y se obligaba a reconocer la verdad: jamás ostentaría suficiente control sobre su cuerpo para suicidarse.

Llovía ceniza mientras atravesaba el campamento. ¿Nunca escampaba? Casi deseó que Ruina jamás perdiera el control de su mente. Cuando su mente era suya, Marsh sólo veía dolor y destrucción. Sin embargo, cuando Ruina lo controlaba, las cenizas que caían eran bellas, el sol rojo, un triunfo maravilloso, el mundo, un lugar de dulzura en la muerte.

Locura, pensó Marsh, acercándose al centro del campamento. Tengo que volverme loco. Así no tendré que hacer frente a todo esto.

Otros inquisidores se reunieron con él en el centro del campamento, caminando con silenciosos roces de túnica. No hablaban. Nunca hablaban: Ruina los controlaba a todos, así que ¿por qué molestarse en mantener una conversación? Los hermanos de Marsh tenían los clavos normales en la cabeza, hundidos en el cráneo. Sin embargo, también podía advertir signos delatores de los nuevos clavos, que sobresalían de sus pechos y espaldas. Marsh había colocado muchos de ellos, al matar a los terrisanos capturados en el norte o localizados por todo el territorio.

El propio Marsh llevaba un nuevo conjunto de clavos, algunos entre las costillas, otros atravesándole el pecho. Eran hermosos. No comprendía por qué, pero le entusiasmaban. Los clavos habían venido con la muerte, y eso era muy agradable… aunque aún había más. De alguna manera, sabía que los inquisidores estaban incompletos, que el Lord Legislador había retenido algunas habilidades para que dependieran más de él. Para asegurarse de que no pudieran amenazarlo. Pero, ahora, lo que él había retenido les había sido devuelto.

¡Qué mundo más hermoso!, pensó Marsh mientras contemplaba la ceniza al caer, sintiendo los suaves y reconfortantes copos sobre su piel.

El Héroe de las Eras
titlepage.xhtml
Khariel.htm
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Presentacion.xhtml
dedicatoria.xhtml
Agradecimientos.xhtml
Portadilla.xhtml
Mapa01.xhtml
Mapa02.xhtml
Mapa03.xhtml
Prologo.xhtml
PrimeraParte.xhtml
Capitulo01.xhtml
Capitulo02.xhtml
Capitulo03.xhtml
Capitulo04.xhtml
Capitulo05.xhtml
Capitulo06.xhtml
Capitulo07.xhtml
Capitulo08.xhtml
Capitulo09.xhtml
Capitulo10.xhtml
Capitulo11.xhtml
Capitulo12.xhtml
Capitulo13.xhtml
SegundaParte.xhtml
Capitulo14.xhtml
Capitulo15.xhtml
Capitulo16.xhtml
Capitulo17.xhtml
Capitulo18.xhtml
Capitulo19.xhtml
Capitulo20.xhtml
Capitulo21.xhtml
Capitulo22.xhtml
Capitulo23.xhtml
Capitulo24.xhtml
Capitulo25.xhtml
Capitulo26.xhtml
Capitulo27.xhtml
Capitulo28.xhtml
Capitulo29.xhtml
Capitulo30.xhtml
Capitulo31.xhtml
Capitulo32.xhtml
Capitulo33.xhtml
TerceraParte.xhtml
Capitulo34.xhtml
Capitulo35.xhtml
Capitulo36.xhtml
Capitulo37.xhtml
Capitulo38.xhtml
Capitulo39.xhtml
Capitulo40.xhtml
Capitulo41.xhtml
Capitulo42.xhtml
Capitulo43.xhtml
Capitulo44.xhtml
CuartaParte.xhtml
Capitulo45.xhtml
Capitulo46.xhtml
Capitulo47.xhtml
Capitulo48.xhtml
Capitulo49.xhtml
Capitulo50.xhtml
Capitulo51.xhtml
Capitulo52.xhtml
Capitulo53.xhtml
Capitulo54.xhtml
Capitulo55.xhtml
Capitulo56.xhtml
Capitulo57.xhtml
Capitulo58.xhtml
QuintaParte.xhtml
Capitulo59.xhtml
Capitulo60.xhtml
Capitulo61.xhtml
Capitulo62.xhtml
Capitulo63.xhtml
Capitulo64.xhtml
Capitulo65.xhtml
Capitulo66.xhtml
Capitulo67.xhtml
Capitulo68.xhtml
Capitulo69.xhtml
Capitulo70.xhtml
Capitulo71.xhtml
Capitulo72.xhtml
Capitulo73.xhtml
Capitulo74.xhtml
Capitulo75.xhtml
Capitulo76.xhtml
Capitulo77.xhtml
Capitulo78.xhtml
Capitulo79.xhtml
Capitulo80.xhtml
Capitulo81.xhtml
Capitulo82.xhtml
Epilogo.xhtml
ArsArcanum.xhtml
Guiarapida.xhtml
Glosario.xhtml
Resumen.xhtml
autor.xhtml
Bibliografia.xhtml