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Ya era tarde cuando Erika llamó al comandante Marsh desde el centro de coordinación. Había enviado a todo el equipo a casa tras una larga jornada.
—Erika, ya le advertí que no se acercara a Trevor Marksman —dijo Marsh—. No queremos que nos ponga otra demanda.
—Señor, con el debido respeto, no me está escuchando. No quiero detener a ese individuo. Quiero detener a Joel Michaels e interrogarlo sobre su relación con Trevor, y también con Bob Jennings, que cada vez cobra más relieve. Este vivía de okupa en la casita en cuyo sótano encontramos el diente infantil.
—Un diente todavía no identificado.
—Pero alarmante por sí mismo.
—Sí, pero también podría haber habido allí otros okupas a lo largo de estos veintiséis años: yonquis con niños pequeños, que habrían podido perder un diente de leche.
—También encontramos en el sótano algunas zonas de tierra empapadas de gasolina. La hermana de Bob Jennings ha confirmado que él utilizaba un generador que ella misma le había prestado y que funcionaba con gasolina con plomo. Y hemos hallado elevados niveles de tetraetilo de plomo en los huesos de Jessica, lo que indica que sufrió una intensa exposición a gases de combustión de gasolina. Ahora tenemos un vídeo que relaciona a Trevor, Bob y Joel…
Marsh guardó silencio.
Erika prosiguió:
—Señor, Bob está muerto. Y no puedo acercarme a Trevor. Quiero hacer un intento con Joel Michaels.
—Obviamente la decisión es suya, Erika.
—Lo sé. Pero me gustaría contar con su apoyo, Paul. Con su consejo. Si tengo razón, podríamos estar detrás de una red de pedofilia.
—¿Cuándo pretende hacerlo?
—Enseguida.
—El funeral de Jessica Collins es mañana por la mañana. Le aconsejo que espere hasta que haya acabado. Yo voy a asistir; y me parece que sería inteligente de su parte asistir también. Relaciones públicas. Como bien sabemos, todo se reduce a eso.
—De acuerdo.
—Dese cuenta, además, de que Trevor Marksman ahora es un hombre muy rico. Supongo que tendrá un buen abogado a mano para ayudar a su amigo cuando usted lo detenga.
—Eso no me preocupa. Lo que me fastidia es que me he pasado el día mirando vídeos en los que aparecen pedófilos convictos celebrando fiestas de cumpleaños y saliendo de excursión a la costa; además de todas las imágenes que Marksman sacó de Jessica Collins y de otros muchos niños del barrio. Me enfurece que Jessica sea un montón de huesos y que el culpable siga por ahí suelto. Quiero interrogar a Joel Michaels, sencillamente. Y tengo pruebas para sostener mis sospechas.
Marsh se quedó callado otra vez y por fin dijo:
—Manténgame informado; y mañana nos vemos en el funeral.
—Vale, gracias. —Ella colgó el teléfono y empezó a recoger para irse a casa. Entró en el despacho, cogió el bolso y se dio cuenta de que se había dejado el cuaderno de notas en la sala de proyecciones.