52

—Mi nombre es Tarvis, pero me acostumbré a que me llamen Jack. Como el personaje de la radio: Jack el deshollinador. No me molestan las bromas. Yo también soy de hacer bromas.

Balestri recordó entonces a aquel estudiante pelirrojo que le había hablado del club, después de su conferencia. «¿Todavía no recibió la visita de Jack el deshollinador?». Ahora que veía las ropas remendadas y la galera demasiado alta para su corta estatura, Balestri comprendió por qué llamaban así a Tarvis.

A pesar de que no tenía hijos y de que nunca prestaba atención a los niños, Balestri sabía quién era Jack el deshollinador. En las vidrieras de las jugueterías, entre carros de bomberos pintados de rojo brillante, trenes alemanes a vapor y muñecas de porcelana con vestidos de terciopelo azul, asomaba la cara tiznada de Jack. Era un muñeco de unos veinticinco centímetros de altura. La galera alta era idéntica a la de Tarvis. El trabajo del deshollinador había sido, hasta poco tiempo atrás, un empleo común y mal remunerado, sólo para hombres dispuestos a arruinarse los pulmones con la ceniza. Pero a medida que quedaban menos chimeneas y por lo tanto se necesitaban menos deshollinadores, el oficio se había rodeado de cierta aura romántica. Jack el deshollinador había nacido en un programa de radio, y ya tenía su propia tira cómica en la página dominical del periódico.

Jack llegaba por la chimenea, a la noche, a la casa de familias que tenían algún problema. Se dejaba ver sólo por los niños. Nunca daba explicaciones de por qué hacía lo que hacía, ni si su poder de viajar de casa en casa era terrenal o sobrenatural. Jack resolvía el problema y se marchaba. Si alguien se asomaba a la chimenea para ver adónde iba Jack, recibía como respuesta una nube de hollín.

Tarvis dejó el farol en el piso.

—Siempre me asustaron las alturas. Debe ser porque yo mismo no soy muy alto. Pero me gusta saber que en la ciudad están estos enormes rascacielos. Representan la aspiración a ir cada vez más arriba. No podemos dejarlos en manos de cualquiera.

—¿Lo envía la compañía?

—No. Me envían del club.

—¿Qué club?

—No tiene un nombre formal. Lo llamamos el Club de las Seis Lámparas. Más allá de cierta altura, es nuestro territorio. No importa en qué país esté. Los rascacielos son grandes señales, y debemos ocuparnos de que esas señales digan el mensaje adecuado.

—¿Y cuál es ese mensaje?

—Que no hay mensaje alguno.

Tarvis se sacó su galera e inspeccionó su interior, como si estuviera a punto de sacar un conejo. Luego se la volvió a poner, a pesar de que el viento amenazaba con arrancársela.

—Seguimos con preocupación sus ideas sobre el significado —dijo Tarvis—. Su influencia creció en círculos de arquitectos que planean la transformación de Europa. Creímos al principio que iban a querer competir con las alturas y construir rascacielos más altos que los americanos, pero vimos que no era así. Quieren excavar. Subterráneos, bunkers, ciudades bajo tierra. Y dejar sobre la superficie monumentos de piedra que recuerden a los viejos imperios.

—Publiqué solamente unos pocos pensamientos dispersos. No soy responsable de lo que otros hagan con ellos.

—Estoy seguro de que sería incapaz de decir siquiera el nombre de los discípulos que ha reunido. Porque es justamente su ausencia la que ha reunido a esos discípulos. Por eso todavía estamos dispuestos a aceptarlo. Pero antes de hacerlo, queremos que nos preste un servicio. Una prueba de fidelidad.

—¿Qué clase de servicio?

—Moran, Morley y Mactran le están pidiendo un nombre. Ellos pertenecen al club, pero en los últimos tiempos se han alejado espiritualmente. Creen que somos una sociedad anacrónica, que no tenemos posibilidades de adaptarnos a las veloces transformaciones de la construcción. Por eso, y a pesar de nuestras recomendaciones, le han encargado que detecte al culpable del traspaso de información. Lo que parece una tarea de espionaje es en realidad un mecanismo inevitable para que la comunicación fluya entre los constructores. No queremos que las innovaciones pertenezcan a una sola compañía. Creemos que el verdadero adversario no está entre los constructores de rascacielos: nuestros enemigos son los cruzados del significado. De ellos debemos cuidarnos, no de nosotros mismos. Por eso queremos que dé el nombre que no es. Cuando lo haya encontrado, dé uno de los otros dos nombres.

En el frío de la noche, los dos hombres intercambiaban, junto con sus palabras, nubes de vapor. Por un momento Balestri tuvo el temor de que el otro hubiera sido enviado allí para darle un empujón, si no daba las respuestas correctas. De todos modos, dijo la verdad:

—No sé cual es el nombre. No me creo capaz de descubrirlo.

—Pero lo encontrará. Es cuestión de tiempo y de presión. Si nos hace caso, lo dejaremos entrar en el club. Si no, volverá a los subsuelos, a copiar planos. No lo hace mal.

Bajaron en el montacargas, en silencio. Cuando llegaron abajo, Tarvis se alejó con su farol cantando en voz baja una canción. Era la melodía con que se abría cada episodio del programa de radio de Jack el deshollinador.

La sexta lámpara
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
prologo.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
autor.xhtml