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Todo el día viendo fotos

Aislados de otras especialidades, alejados de los pacientes y todo el día rodeados de maquinitas. Así es como describen otros MIR a los residentes de rayos. ¿Hacen honor a su fama? Ellos mismos se defienden.

Yo elegí rayos por varios motivos. En primer lugar, porque es una especialidad cómoda, en la que no tienes un trato tan directo con el paciente como en otros servicios. Los radiólogos hacemos el informe y luego ya no tenemos la preocupación de otras especialidades, de seguir tratando con el paciente y su familia, o de tener que encontrar el tratamiento adecuado. Aunque eso no significa que luego no nos preocupemos de la evolución de nuestros casos, o que no sigamos cada historia para ver si dimos con el diagnóstico adecuado o para saber cómo le ha ido a algún paciente que vimos en la guardia. No solo es que lo hagamos, es que es una buena manera de aprender y todos los buenos radiólogos lo hacen.

Al mismo tiempo es una especialidad que no te obliga a intimar con el paciente como otras. No tienes que pasar visita, ni informar a la familia… Algo así me dijo una vez una médico de Familia, que después de varios años ejerciendo (y lidiando en la consulta) decidió repetir el MIR para hacer Cuidados Intensivos. Su argumento era que no quería seguir viendo pacientes despiertos ni que hablaran. Lo suyo era más radical, desde luego.

Además tenemos la suerte de abarcar todo el cuerpo humano, lo que hace que nuestras jornadas sean bastante variadas. Generalmente nuestras rotaciones se organizan por las diferentes secciones del mismo servicio: cabeza y cuello, tórax, abdomen, vascular… O bien te toca ir de aparato en aparato: del TAC a la ecografía, y de ahí a radiografía (cada hospital lo organiza de una manera diferente). La verdad es que los cuatro años de residencia se quedan cortísimos para aprender todo lo necesario.

Cuando empiezas el MIR no tienes ni idea, porque apenas has dado un trimestre de esta materia en los seis años de la carrera, así que tienes que aprenderlo todo en cuatro años. Mientras eres R1 te pasas casi todo el día en la sala de informes, sentado con un adjunto viendo las fotos en el ordenador. Valoras las pruebas, caso por caso, aprendiendo y escuchando sin hacer nada. «Esta mancha que se ve ahí parece una metástasis hepática» o «Me parece que es un neuroblastoma».

Según el adjunto con el que te toque rotar te atreves a preguntar más o menos, o te limitas a mirar. Si tienes suerte te lo va explicando todo y aprendes a manejarte solo, al menos con las cosas más sencillas y habituales. ¡Y hasta te dejan ir a la máquina a programar!

Sé de algunos R1 de rayos que en su ciudad tienen que rotar por Cirugía General (¡y hasta suturan heridas!), las Urgencias o Cuidados Intensivos, pero no es lo más frecuente.

Algunos residentes de rayos se agobian un poco al principio porque quieren pasar por la Urgencia, porque los otros servicios lo hacen (y así se conoce a más gente, lo que significa más vida social), y porque dicen que viene bien para soltarse uno al principio… Pero yo no estoy muy convencido de que te aporte algo. En realidad no te sirve de nada en tu propia especialidad. En todo caso para saber cómo trabajan los de Urgencias y así entenderles un poco mejor cuando nos llaman pidiendo pruebas tontas en mitad de la madrugada.

De hecho, otra de las cosas buenas de rayos es que tampoco tenemos que hacer guardias de Puerta, que es lo que más odia cualquier MIR. A cambio, las nuestras propias son bastante malas, porque estás tú solo con el busca y tienes que darle muchas vueltas a la cabeza para no equivocarte en el diagnóstico.

Generalmente hacemos guardia un residente por cada adjunto, aunque conozco a compañeros de otros sitios en los que se quedan dos residentes y un adjunto, y es el erre mayor el que se queda el busca, así que los pequeños están arropadísimos y se sienten muy protegidos. Pero en mi hospital… ¿A que no adivinas quién lleva el busca en el bolsillo mientras el otro se va a dormir?

Una tarde de guardia podemos estar en el cuarto sin hacer nada si no hay lío y nadie nos llama. Por la noche, si son casos sencillos y no tienes dudas, redactas el informe y se lo envías al servicio que lo ha encargado, generalmente Urgencias o los de Medicina Interna. Como los que están allí también son residentes como tú, ya sabes que muchas de las pruebas las encargan simplemente para cubrirse las espaldas, para quedarse tranquilos, para confirmar un diagnóstico. Así que de entrada ya sabes que muchos de los pacientes que te llegan no van a tener nada grave, antes incluso de explorarles.

Si un señor tiene un dolor de cabeza persistente y los analgésicos habituales no hacen efecto, los compañeros de Puerta encargarán casi seguro un escáner cerebral para estar seguros de que no hay nada grave antes de mandarle a casa. Aunque no siempre es tan fácil, y también nos llaman por traumatismos graves, accidentes de tráfico, alguien que se ha caído por un balcón o cosas de lo más variopinto.

Hay veces en que no te queda más remedio que despertar al adjunto porque lo que ves en la imagen es nuevo para ti, o porque no sabes cómo interpretar esa mancha sospechosa. Mucho mejor es hacer guardias en Pediatría, porque a los niños se les intenta radiar lo menos posible y generalmente nos dejan dormir toda la noche del tirón.

A lo mejor por todo eso que estoy contando, la verdad es que conozco a poca gente que haya dejado rayos a medias. Lo cual, por otra parte, es una buena faena para tu servicio, porque no se puede ocupar el puesto de los residentes que se van y eso significa que hay un MIR menos para las guardias, para las rotaciones, para repartir la carga de trabajo… Sí es verdad que esta suele ser, frecuentemente, una segunda especialidad, de gente que ya ha hecho el MIR y se quedó a las puertas de ser radiólogo la primera vez, por lo que vuelve a intentarlo al cabo de los años. O de compañeros que salen escaldados del trato con el paciente en una primera especialidad y deciden repetir el examen para probar suerte en un servicio alejado de esos problemas.

Aunque en las series de televisión de médicos no salen casi radiólogos, podríamos protagonizar algún capítulo, porque somos un poco especiales. Nos gustan los casos raros y muchos de nosotros coleccionamos fotografías (imágenes de las pruebas) de pacientes que hemos atendido. Llamamos a los compañeros: «Ven a ver esto», y hay hasta quien se organiza su propio archivo de imágenes que luego va presentando en las sesiones clínicas o que comparte con sus colegas cuando surge la oportunidad. ¡Hasta en el móvil las graban algunos para luego ir enseñándolas por ahí!

Aunque no creas que es por fetichismo. No se trata de tenerlas como quien colecciona sellos, sino de aprendizaje y curiosidad científica. Cuando has visto muchos casos interesantes que tienen algo en común te planteas publicar un trabajo en una revista y necesitas todas esas imágenes. O si tienes que dar una sesión sobre un tema revisas tus casos para ver qué puedes exponer. Es decir, no las guardas porque sí, sino para usarlas después algún día.

Nuestra especialidad se presta mucho a publicar en revistas médicas, porque nos basamos en imágenes más que en palabras. Por eso es la especialidad con más publicaciones y por eso el congreso de la RSNA (Radiological Society of North America), que se celebra cada año en Chicago, es el evento médico más grande del mundo.

En las imágenes se puede ver desde un hombre con veinte pilas en el estómago, hasta algún objeto atravesando la cabeza después de un desafortunado accidente. O incluso una bombilla hecha pedazos en el ano de una señora que no nos quiso contar qué estaba haciendo para que aquello hubiese acabado allí. Las imágenes de objetos en el recto suelen circular por todo el hospital, y cuanto más raro sea el chisme, más tiempo pasa rulando la imagen hasta que todo el mundo la ha visto.

A veces esta especie de coleccionismo hace que caigamos en una cierta despersonalización, y que hablemos de nuestros casos olvidando que detrás de ellos hay personas, con nombre y apellido. Pero se trata de una práctica que nos permite distanciarnos un poco del paciente, sin que exista mala fe.

A mí me queda poco tiempo libre cuando salgo del hospital, porque siempre tengo entre manos algún manual que he sacado de la biblioteca del servicio. La verdad es que es un poco frustrante, porque siento que se acaban mis cuatro años de residencia y aún me queda muchísimo que aprender. Sé que si me toca interpretar algo que no he visto nunca en la residencia no lo voy a llegar a identificar más adelante. Ahora hay un adjunto cerca para preguntarle, pero qué pasará cuando me toque estar solo… Ahora entiendo por qué, cuando acaban el MIR, muchos radiólogos se dedican a especializarse solo en un aparato, o solo en una región del cuerpo…

Imagínate cómo nos quedamos todos los R1 cuando descubres que hay tochos enormes en la biblioteca dedicados únicamente a la mano, a la cabeza, o tres volúmenes de radiología pediátrica. Así que por más que me lleve los manuales a casa para repasar algún caso o alguna patología concreta, no puedo dejar de pensar en lo mucho que me queda por delante.

Otros días prefiero imprimirme de la base de datos algún artículo científico. Creo que alguien me dijo que hay más de tres o cuatro mil disponibles solo en el ordenador del hospital. ¡Casi nada! Hoy me he llevado a casa una revisión del Radiology sobre la colonoscopia virtual, porque se rumorea que van a traer una máquina nueva a nuestro hospital y quiero estar un poco al día.

La verdad es que tenemos suerte con nuestros adjuntos y con el jefe, porque todos son bastante jóvenes. A ellos también les gusta estar al día y la mayoría acude con frecuencia a congresos y seminarios. Y eso se nota también a la hora de enseñarnos a nosotros, porque suelen tener datos bastante frescos y no se cansan de contarte cosas mientras estamos viendo imágenes.

Yo estoy rotando ahora mismo con una adjunta bastante habladora, así que estoy aprendiendo mucho. Creo que incluso me voy a ofrecer a ayudarla si se decide a escribir un artículo que hace bastante tiempo que tiene en mente. Si muestras interés y ganas, te miran bien y agradecen que les eches una mano. Aún no me veo tan suelto como para redactar yo solo en inglés, pero sí me apetece ir entrando en este campo a ver cómo va, porque con un poco de suerte este mismo año podría ir al congreso de Chicago. A lo mejor eligen uno de los innumerables abstracta* (resúmenes de artículos) que hemos mandado para presentarlo allí y podemos aprovechar para visitar la Ciudad del Viento.