Capítulo 43

—Soy científica cuántica —me dijo Simone con alegría mientras cortaba repollo colorado y lo echaba en una sartén precalentada.

Habíamos vuelto a la cocina después de que Simone anunciara que tenía hambre. Tanto ella como Matt habían insistido en que me uniera a ellos para un almuerzo tardío y, después de saltarme el desayuno por mi carrera al hospital esa mañana, estuve encantada de aceptar. Aparentemente, Matt ya había estado asando pato en el horno antes de la llegada de su hermana y ahora estaba de pie pelando y cortando patatas antes de hervirlas en la olla.

Me senté en uno de los taburetes y escuché mientras trabajaban. Me había ofrecido a ayudar, pero al parecer no requerían mi asistencia. Para ser sincera, estaba encantada por el descanso y los dos colaboraban con la eficiente familiaridad de hermanos que han cocinado juntos en muchas ocasiones.

—Me empeñé en destacar en la escuela y, cuando empecé a sacar sobresalientes en matemáticas y ciencias, los profesores comenzaron a verme con otros ojos. —Picó dos manzanas que Matt había pelado cuidadosamente—. De repente, ya no era la mulata tímida, la outsider, sino una posible alumna estrella que podía representar a la escuela a escala internacional. Después me gradué en ciencias y más tarde hice el doctorado. Ahora trabajo para una gran organización científica que está cofinanciada por el gobierno y por varios patrocinadores privados.

—Nuestros padres estaban (todavía están) inmensamente orgullosos de ella —intervino Matt mientras probaba las patatas con un tenedor—. Yo, por mi parte, hice el tonto en la escuela y terminé gastándome la asignación de mis padres conduciendo coches rápidos, aprendiendo a tirarme en caída libre desde aviones y finalmente convirtiéndome en piloto.

Matt dejó el tenedor en la encimera, se acercó a mí y colocó suavemente sus manos en torno a mi cintura. Me pregunté si necesitaba que le confirmaran que era feliz con él tal y como era y, apartando todos mis pensamientos de Calum, crucé los brazos en torno a mi cintura, poniendo mis manos encima de las suyas. No sólo estaba satisfecha de los logros de Matt, sino que estaba genuinamente orgullosa de él. Era agradable estar unidos así, y dejé escapar un suspiro contenido, apoyando mi cabeza en su pecho.

Observamos a Simone trabajando, y me pregunté si habría algo que no hiciera bien. Era hermosa, segura de sí misma, lista y obviamente buena cocinera. Mirando a Matt por encima del hombro, me pregunté si había crecido a la sombra de su hermana y pensé con sequedad que, si alguno de los dos había tenido que luchar para superar prejuicios y una intolerancia estrecha de miras, podría haber sido él.

—La organización para la que trabajo (Subatron Industries) es sólo una de varias compañías de investigación financiadas por el gobierno cuyo único objetivo es tratar de comprender la naturaleza del universo —continuó Simone—. Tú no podías saberlo, por supuesto, porque aún estabas desaparecida en septiembre, pero el mes pasado los científicos coparon los titulares por su experimentación en un acelerador de partículas atómicas con el que trataron de recrear las condiciones que precedieron al Big Bang. Pensamos que podía llegar a crearse un minúsculo agujero negro, pero la prensa se aferró a la idea y la difundió de manera desmesurada hasta que la opinión pública sintió pánico creyendo que podría ser el fin del mundo. —Se rio con desdén al tiempo que echaba las manzanas en la misma sartén de la col—. La cantidad de energía que crearía sería minúscula, más pequeña que un mosquito e incapaz de dañar a nadie. Pero demostró a la gente de la cúpula (los que financian la investigación) lo rápidamente que el temor de la opinión pública a lo desconocido puede causar pánico en masa. —Espolvoreó azúcar moreno y canela sobre la sartén—. Y la razón que tenían en mantener en absoluto secreto los anteriores experimentos.

»Durante años se ha estado llevando a cabo un experimento sobre la existencia de algo llamado gravitón —explicó con aire despreocupado, sin hacer caso de mi expresión de incredulidad—. En Luisiana (Estados Unidos) hay un laboratorio que existe con el único objetivo de registrar la existencia de ondas gravitacionales que viajan por el espacio. Es muy costoso, pero en términos legos —dijo mirándome para asegurarse de que la estaba siguiendo—, la organización y sus científicos están tratando de comprender cómo funcionó la gravedad al principio de los tiempos, cuáles fueron las condiciones que provocaron el Big Bang.

—Eh, ¿qué son esas cosas llamadas gravitones? —pregunté, tratando de eliminar de mi voz el escepticismo—. Si los científicos están tratando de probar su existencia seguramente significa que hasta ahora no tienen pruebas de que hayan existido. ¿Y qué tiene eso que ver con mi desaparición?

Simone me sonrió.

—Deja que te hable de este experimento reciente y entonces lo entenderás todo. —Fue al fregadero, se lavó las manos y volvió a sentarse en el taburete de al lado del mío—. Cuando protones de materia y antimateria chocan a gran velocidad, la fuerza de la gravedad se transmite mediante una partícula llamada gravitón. La única forma de saber de la existencia de un gravitón es que todas las partes implicadas en la colisión se midan en el laboratorio antes y después de la colisión. La parte que falta, y la energía que falta, es el gravitón.

—La suma de las partes antes y después de la colisión debería ser igual —intervino Matt—, pero cada vez que este gravitón escapa, simplemente desaparece en una dimensión extra que está más allá de nuestra comprensión.

—Exactamente —continuó Simone—. Conocemos nuestro mundo como tridimensional; sabemos qué es arriba y abajo, norte, sur, este y oeste, pero lo que los científicos están tratando de descubrir en estos experimentos son las dimensiones no vistas.

—Así que los gravitones pasan su tiempo en estas dimensiones adicionales —intervino de nuevo Matt—. Y tanto Subatron Industries como el laboratorio de Luisiana están tratando de probar la existencia de gravitones que se producen de manera natural en el espacio.

—Deja que te enseñe lo que causa estas ondas gravitacionales —dijo Simone, interrumpiendo a su hermano.

Cogió varias manzanas del cuenco de fruta. Extendió un trapo de malla ancha en la encimera y colocó la fruta encima.

—Las manzanas representan estrellas de neutrones —continuó—. Estas estrellas de neutrones orbitan entre sí batiendo espacio y tiempo. —Arrastró una de la manzanas en un círculo alrededor de otra, haciendo que el trapo se arrugara—. Piensa en el espacio como en una malla gigante que se ve afectada por cualquier movimiento que se produce en él, igual que este trapo se mueve cuando hago rotar la fruta. Veamos, cuando ocurren sucesos cósmicos violentos, como el choque de átomos, se produce la aparición de ondas gravitacionales... —Movió el trapo con el dedo de modo que se arrugó y se extendió otra vez, arrastrando consigo las otras manzanas que había en él— y el espacio y el tiempo se extienden y se contraen igual que esto cuando se altera. ¿Has visto que las otras manzanas se movían en el trapo cuando lo he alterado?

Asentí con la cabeza.

—Entonces ves que el espacio y el tiempo se pueden distorsionar, llevando consigo todos los planetas que están en esa posición en concreto.

Matt debió de darse cuenta de que me estaba costando comprender lo que su hermana trataba de explicarme.

—No te preocupes, la teoría cuántica dejó perplejo incluso a Einstein —dijo con amabilidad—. Hemos de pensar de una manera no convencional y el concepto completo es tan enorme que nuestro pequeño cerebro humano sólo puede abordar la superficie.

—¿Estás diciendo que crees que fui víctima de alguna clase de experimento científico? —pregunté con precaución.

—No exactamente un experimento. —Simone apartó del fuego la sartén con la col—. Más bien el descubrimiento de un gran suceso galáctico que ocurrió en el espacio. Hace seis años y medio, el quince de abril de dos mil dos para ser exactos, el observatorio de ondas gravitacionales supersecreto de Norfolk (el observatorio hermano del que hay en Luisiana) dio una lectura que indicó por primera vez en la historia científica la presencia real de gravitones.

—El día que yo salté —murmuré.

—Y desapareciste —confirmó Matt.

Simone asintió.

—Los científicos que trabajan en el proyecto creen que ese día un suceso violento, quizá la explosión de una estrella de neutrones, desencadenó un movimiento en el espacio y el tiempo. El problema es que no hubo prueba visual de que ocurriera nada en absoluto, porque todas las estrellas de dentro de nuestro campo limitado de observación se movieron en sincronía con nosotros. De hecho, sólo sabemos de ellos porque los ordenadores del observatorio de ondas gravitacionales registraron la presencia fugaz de gravitones. Algunos de nuestros patrocinadores insistieron en que fue un fallo de funcionamiento del equipo; otros estaban convencidos de que fue el avance más excitante de la era científica. Pero aparte de esa lectura no hubo prueba de que ocurriera nada inusual. Creo que es hora de comer —dijo al tiempo que lanzaba un par de guantes a Matt.

La conversación pareció quedar en pausa.

—Tú sirve el pato mientras yo hago el puré de patatas. Michaela, ¿puedes poner la mesa?

Comimos en un pequeño comedor que estaba al lado de la sala. El pato estaba delicioso, pero yo apenas tenía apetito. Todavía estaba pensando en el concepto de la distorsión espacio-temporal.

—El problema con el que se enfrenta Subatron Industries —comentó Simone con la boca llena— es que, a menos que prueben que su equipo funciona realmente, es probable que pierda la financiación.

—¿Y el observatorio de ondas gravitacionales de Luisiana? —pregunté mientras empujaba la col roja por mi plato—. Si las lecturas de Norfolk eran precisas, ¿no habrían registrado el mismo resultado allí?

—Ojalá, pero estaban desconectados ese día —replicó Simone, limpiándose la boca con una servilleta—. Hubo una anomalía en su ordenador y los ingenieros estaban trabajando en ello cuando el observatorio de Norfolk obtuvo la lectura de gravitón.

—¿Así que no hay prueba de que nada de esto haya ocurrido?

—Sólo esa lectura y la insistencia de nuestros científicos en que para eso precisamente montaron el laboratorio y en que deberíamos confiar en nuestro equipo. —Frunció el entrecejo y vi que la falta de pruebas le resultaba mortificante—. Si la gente al mando no va a creer las lecturas cuando de verdad ocurre algo, no veo el sentido de mantener el equipo en funcionamiento. La cuestión es que tampoco los patrocinadores le ven el sentido.

—Oh —estaba empezando a ver qué se proponía—. Crees que, si puedo probar que desaparecí en el mismo momento de la lectura del gravitón y ahora he reaparecido milagrosamente, eso podría dar crédito a la precisión de la lectura e influir en vuestros patrocinadores para que respalden de nuevo el proyecto.

—Exactamente. —Clavó en mí su penetrante mirada—. En este momento puedes ser nuestra única esperanza de evitar el cierre de Subatron.

—Lo que no entiendo es por qué esto me ocurrió sólo a mí. O sea, en el mundo entero, ¿por qué fui la única afectada por esta onda espaciotemporal?

—De hecho, tú fuiste la única no afectada por ella —me corrigió—. Pensamos que fue porque estabas flotando libremente y no estabas fijada a la tierra en el momento de la onda gravitacional. Si hubieras estado en el suelo te habría barrido como a todos los demás. Creemos que el avión desde el que saltaste era lo suficientemente grande para ser atrapado por la onda, como el resto del planeta, lo que significa que tú fuiste la única cosa más grande que un ave o un insecto en todo el universo conocido que no se movió en el tiempo con la onda. Como eras efectivamente pequeña y no estabas ligada a nada, simplemente te colaste por el agujero en la tela.

Sentí una sensación de desazón. Entendía que los gobiernos hubieran gastado millones para financiar ese proyecto con el propósito de encontrar precisamente esa prueba, pero a mí todo me sonaba a ciencia ficción.

—En mi opinión no has perdido seis años y medio, Michaela. Somos el resto de nosotros los que hemos vivido seis años y medio en lo que para ti fue un abrir y cerrar de ojos.