Interludio
—¿Se lo has contado ya?
—Aún no, estoy esperando a un día que estemos todos. Y si estuvieras tú ya sería la hostia…
—Ya veremos porque si ya es difícil juntarles a ellos, que esté yo es misión imposible…
—¿No te han dado libre el día de la mani?
—Imposible. Muchos lo han pedido. Curiosamente los que más van de machotes por aquí…
—Suele pasar. Siempre he oído que entre los vigilantes hay mucho facha pero también mucho marica…
—Y mucho facha marica, que de todo hay…
—¿Y qué días de esa semana tienes libres?
—El domingo de después de la mani y el lunes.
—¡Vaya jodienda!
—Míralo por el lado bueno, a la semana siguiente tengo turno de mañana, podremos vemos por las tardes…
—¿Sí?
—Sí, angelito, todas las tardes libres para pasarlas contigo.
—¡Qué bien!
—Oye, ¿cómo está Ali?
—Mejor. Poco a poco se va convenciendo de que ella no tuvo la culpa. Además, podría haber sido peor. Ali podría haber seguido con ella y estar mucho más jodida ahora.
—Aún así no deja de ser un palo muy fuerte. Es normal que se sienta culpable y que piense que podría haberla ayudado.
—Yo ya te dije que esa chica no me daba buena espina…
—Joder, Pilar, no seas así. Cómo lo estaría pasando la pobre chica para tomar una decisión como esa…
—Pues que se hubiera ido de casa y se hubiera alejado de esos verdugos que tenía por padres. Yo me largué por mucho menos…
—Pero no todo el mundo es capaz y lo sabes. Y si tanto la machacaban seguro que pensaría que no podría hacerlo…
—Bueno, mira, prefiero no darle muchas vueltas al asunto. Lo siento por esa chica pero la que me preocupa es Ali…
—¿Con David qué tal lo lleva?
—Pues bien, la verdad es que ha sido una suerte que haya podido apoyarse en él…
—¿Ya te ha dejado de sorprender que estén juntos?
—Lo voy encajando. Pero tendrías que haber visto la cara de Ruth. Se quedó de piedra. Se pasó un buen rato diciéndoles que la estaban tomando el pelo, que no se lo creía…
—Vamos, ni que le hubiera dicho que es de otro planeta…
—Pues creo que Ruth se hubiera creído antes eso que el que Ali se hubiera liado con un tío… Pero lo más gordo es que Sara ya lo sabía desde antes de que pasara. Por lo visto el día que fuimos a comer a casa de Ruth en semana santa, Ali se lo contó y Sara se calló como una puta y no nos dijo nada a ninguna…
—Una chica sensata. Creo que cada vez me cae mejor…
—Pues Ruth se pegó un rebote que no veas. Primero que no le contó que era bisexual y luego le oculta eso.
—Pero Sara hizo bien. Si lo supo antes de que pasara no tenía por qué decir nada.
—Eso díselo a Ruth que le empezó a decir a la pobre Sara que no le gustaba que tuviera tantos secretitos…
—Me parece que Ruth exagera…
—Un poco. Pero, sinceramente, conociéndola como la conozco, creo que se está acojonando mucho.
—¿Acojonando por qué?
—Porque ya lleva mucho tiempo con Sara y eso le asusta. Es la relación más larga que ha tenido en años y creo que está buscando excusas.
—¿Excusas?
—Sí, excusas a las que agarrarse para ir cerrándose y dejar de confiar en Sara.
—Hablas como si quisiera dejarla.
—Y estoy segura de que se le ha pasado por la cabeza. Que la conozco, Pitu. Nunca la había visto así con ninguna tía. Y siempre ha huido de las relaciones largas. Ahora tiene que tener los ovarios a la altura de la garganta viendo que no puede controlar sus sentimientos.
—¿Tan cobarde es?
—En ese sentido sí. Y siempre le ha jodido mucho admitir que siente algo por alguien.
—Pues apañada va…
—Ya…