Interludio

—¡No veas el mosqueo que se acaba de pillar Ruth hace un momento!

—¿Por qué?

—Bueno, con decirte que Ali y yo hemos salido literalmente corriendo de su casa…

—¡Ah! ¿Era hoy cuando comías con ellas?

—Sí, era hoy.

—¿Y qué es lo que ha pasado?

—Pues nada, que Ali nos estaba contando que en la asociación había conocido a una chica que, aunque era lesbiana, creía que le gustaba un tío. Y nos hemos puesto a hablar de lo de ser bisexual y esas cosas… El caso es que, de repente, Sara ha empezado a defender el tema y digamos que se le ha escapado que ella es bisexual. Y no veas cómo se ha puesto Ruth.

—Joder, tampoco es tan raro…

—Sí, bueno, según se mire… Pues nada más decirlo, Ruth me dice que la acompañe al Vips a comprar unos helados. Y, vamos, no creo que hayamos tardado más de quince minutos en volver pero le ha dado tiempo de sobra a ponerme la cabeza como un bombo.

—¿No lo sabía?

—No tenía ni idea. Lo único que sabía es que Sara tuvo un novio hace unos años y que estaba pensando en casarse cuando lo dejaron. Pero vamos, que esa es la historia típica de muchas, lo de tener el novio formal y cuando la cosa ya apunta a la vicaría, dejarlo…

—Lo que no entiendo es por qué Ruth se ha puesto como dices. A ella debería importarle que Sara esté con ella no lo que haya hecho antes…

—Yo le he intentado quitar hierro el asunto a ver si se calmaba pero la verdad es que la entiendo, a mí tampoco me haría gracia que tú fueras bisexual…

—¿Ah, no? ¿Y por qué?

—No me irás a decir que tú también lo eres, ¿verdad?

—No, no lo soy, tranquila… Pero ¿por qué dices que la entiendes?

—Joder, Pitu, ya sabes la fama que tienen las bisexuales de jugar con las tías… Que si ahora están contigo y te quieren mucho pero luego aparece un tío que les mola y se les caen las bragas…

—Eso es una tontería. También puede aparecer otra tía y se les pueden caer las bragas igual…

—Pero justo por eso, Pitu, ya bastante preocupación es que pueda aparecer una tía que te birle a la novia como para encima estar pensando que también te la puede birlar un tío…

—¡La madre que os parió, Pilar! Parecéis dos adolescentes…

—¿Y a ti por qué te hace tanta gracia?

—Porque me parece absurdo tener una relación y estar preocupándote por quién te pueda quitar a tu novia.

—Pero sabes que esas cosas pasan…

—Pues cuando pasen será el momento de preocuparse, ¿no te parece?

—Sí, si puede que tengas razón…

—Pero Pilar, mírame a mí.

—¿A ti por qué?

—¿Cómo que por qué? Joder, tú y yo nos vemos muy poco y la mayoría de las veces que sales no es conmigo. ¿Qué ganaría yo preocupándome por a quién pudieras conocer por las noches?

—¿No te preocupa que pueda conocer a alguien?

—No es que no me preocupe. Se me ha pasado por la cabeza algunas veces. Pero confío en ti…

—¿Confías en mí?

—Sí, bobita, confío en ti. Y si seguimos juntas viéndonos tan poco como nos vemos es porque tú quieres estar conmigo. Y yo contigo, claro. Y lo mismo en el caso de Ruth. Tú eres la primera que se cansa de decir lo mucho que está cambiando Ruth, yéndose a Barcelona cada dos por tres para ver a Sara. Y Sara también viene a Madrid. A estas alturas no creo que sea por capricho sino porque quieren estar juntas.

—Pero se lo podía haber dicho antes…

—Sí, a lo mejor ahí es donde se lo ha montado mal. Aunque a lo mejor no lo ha hecho porque sabía que Ruth reaccionaría así. Pero mira, que a Ruth le moleste que Sara sea bisexual me parecen ganas de hacerse la damisela ofendida…

—No, si ofendida estaba un rato…

—Pues ya se le pasará… Oye, yo salgo en diez minutos, ¿me esperas en Plaza Castilla, en el sitio del otro día?

—Sí, estoy a punto de meterme en el metro, si sólo te llamaba para decírtelo…

—Bueno, pues en un ratito estoy allí, no tardo.

—Pitu…

—¿Qué?

—Que eres un sol…