Interludio

—Hola, amor.

—Hola, cielo.

—¿Qué tal la noche?

—Muy tranquilita. Sólo me moví para hacer las rondas. ¿Y tú qué tal? Me dijiste que ibas a salir, ¿no?

—Sí. Salí un ratillo con Juan, Diego y Ruth. Y Ruth vino con la tía esa que conoció en Ibiza este verano.

—Ruth es esa amiga tuya que cada semana esta con una, ¿no?

—Sí y, por cierto, me dijo que te quiere conocer porque se piensa que eres producto de mi imaginación…

—Pues ya me conocerá y verá que no…

—¿Cuándo libras?

—El martes y el miércoles, ¿quieres que hagamos algo?

—Mmmmm… ¿Qué te vengas a casa y no salgamos de la cama?

—Eso estaría bien…

—Pero podemos hacer lo que tú quieras, ¿eh?

—Lo de no salir de la cama me parece una buena idea… Pero si se te ocurre otra cosa estoy abierta a nuevas propuestas…

—Ya veré qué se me ocurre…

—¿Vas a salir hoy?

—No creo. No me apetece mucho. Antes he llamado a Ruth y por las risas y las pocas palabras que me ha dicho intuyo que triunfó con la chica esa así que no creo que la vea el pelo. Además, con la persona con la que más ganas tengo de salir no va a poder esta noche…

—¡Ay, Pilar…!

—¡Ay, Pitu…!

—Bueno, prometo compensarte el martes…

—¿De verdad?

—De verdad.

—Suena bien.

—¿Y no vas a hacer nada más este finde?

—Bueno, mañana Ali nos ha pedido que la ayudemos con la mudanza…

—¿Quién es Ali?

—La chiquita esta que te dije que es tan activista…

—¿La que tiene dos madres?

—Esa.

—¿Y esa no es la que te gustó hace un tiempo?

—¡Ay, cariño, por favor! Eso fue un encoñamiento sin importancia…

—Si ya lo sé, boba, sólo era por picarte. ¿Y por qué se muda?

—Porque la niña ha salido muy independiente y ahora que ha empezado la universidad quiere ver qué tal se le da eso de vivir por su cuenta. Pero vamos, que así yo también me hubiera independizado. Sus madres le pagan el alquiler del piso…

—Y el resto de cosas, ¿cómo se las paga?

—Da clases particulares. Por lo visto lleva años haciéndolo, como la niña es un cerebrín…

—¿Y quiénes vais a ayudarla?

—Pues de momento Juan, que pone el coche, y yo. También se lo pidió a Ruth pero no creo que aparezca si está dale que te pego con la chica esa… Aunque tampoco hará falta que venga, Ali dice que no se va a llevar muchas cosas…

—Mejor, porque las mudanzas son un coñazo y más si no son tuyas…

—¿Estás cansadina, verdad?

—Un poco. Creo que me voy a echar un ratillo antes de irme a currar.

—Pues entonces te dejo que duermas.

—Como quieras, cariño…

—Descansa mucho y curra poco, ¿vale?

—Vale. Cuando haga la primera ronda te llamo y hablamos otro ratito, ¿quieres?

—Claro que quiero. Pero venga, échate a dormir. Luego seguimos hablando.

—Un beso, mi niña.

—Un beso, luego te llamo.