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Pescado[26]

—Yo, que Dios me perdone, ni rezo ni voy a la mezquita —dijo el taxista—. No tengo tiempo, trabajo todo el día. E incluso los días de ayuno, ayuno un día sí y otros dos no. No puedo trabajar sin fumar. Pero me encantaría que los Hermanos Musulmanes subieran al poder. ¿Por qué no? Después de las elecciones parlamentarias, parece que todo el mundo los quiere.

—Pero si subieran al poder y se enteraran de que no rezas, te colgarían de los pies.

—No, porque rezaría en la mezquita, delante de todo el mundo.

—¿Y por qué quieres que suban al poder?

—Pues porque ya hemos probado de todo. Hemos probado con la monarquía y no ha dado resultado. Hemos probado el socialismo con Abdel Naser, pero incluso en su punto más álgido todavía estaban los pachás del ejército y de los servicios secretos. Luego probamos el centro y después el capitalismo, pero con productos subvencionados, sector público, dictadura, ley de emergencia, y acabamos por convertirnos en norteamericanos; poco a poco nos convertiremos en israelíes y tampoco funcionará. ¿Por qué no probamos con los Hermanos? ¿Quién sabe? Puede que funcione.

—¿Te refieres a probar sólo? Puedes probarte un pantalón ancho, o una camisa estrecha…, pero no puedes hacer pruebas con el futuro del país.

Leche

—Ya no saben cómo machacarnos más, y aún así no hay quien entienda nada de los americanos —explicó el conductor del taxi—. Ayudan a Mubarak, a los Hermanos y a los cristianos, que son los que causan los problemas fuera. Pagan dinero a Arabia Saudí, que a su vez financia a los islamistas que cometen actos terroristas contra Estados Unidos, por ejemplo. Un cacao que le deja a uno perplejo. Pero ya le repito, habría que probar con los Hermanos Musulmanes: que suban al poder durante un tiempo y veamos qué hacen. Así habría caras nuevas y, como usted ya sabe, a gobierno nuevo, vida nueva; así se afianzaría un poco nuestra economía.

Y recordó en ese momento:

—A propósito de la economía, ¿ha oído este chiste?

—No.

Tamarindo

—Dicen que la economía egipcia funciona como las bragas de una prostituta: en cuanto se las sube se le vuelven a caer.

A continuación, rompió a carcajadas.