Niños y otros animales
La presencia de una o varias mascotas constituye edificante apoyo para la crianza del niño, pues se educa cercano a la nobleza de los animales. Hay personas que llegaron a encariñarse tanto con un perro o un gato que, al morir este, lo pusieron en manos del taxidermista. Este, como lo indica la etimología (del griego taxi, ‘veloz’, y dermis, ‘piel’), es el encargado de llevar en automóvil rápido la piel del difunto para que un disecador la embalsame.
No se trata solo de obtener un recuerdo de la mascota muerta. La taxidermia moderna ofrece a veces gratísimas sorpresas. En 1939, en Le Corsier (Suiza), una perrita schnautzer que llevaba diecisiete años disecada dio a luz tres hermosos cachorros.
Un niño debe comprender que una mascota es un ser con necesidades, ya que una de las cuestiones centrales de un animal en una casa es dónde y cuándo las hará.
Si no se está seguro de aceptar un perro permanentemente, acuda a alguna de las empresas que, a modo de prueba, los alquilan por cierto tiempo, como Rent-a-Can.
Las tortugas y los peces tienen pocas posibilidades de interactuar y desarrollar afecto por sus amos, pero los niños igual disfrutarán del canto de los peces y las gracias de la tortuga.
Conviene considerar el espacio disponible para el animal. Un perro grande requiere una casa con patio; una jirafa necesita techos altos; para un hipopótamo es imprescindible un bidé más bien amplio.
Si tiene más de una mascota, vigile las combinaciones; evite mezclar águila con paloma, oveja con lobo, orca con foca. Sin embargo, una buena asociación de mascotas puede ser ejemplo de armonía natural para el bebé: un gato es capaz de manejar un computador con el ratón y un ratón podría elevar un camión con ayuda del gato.