Colaboración del futuro padre en el embarazo

La colaboración que pueda prestar el futuro padre en el embarazo de su pareja ha sido poco apreciada en los últimos tiempos. Algunos sectores feministas radicales opinan, incluso, que es indiferente que el padre colabore con el embarazo, pues hay otros métodos que conducen al mismo resultado.

Se refieren, por supuesto, al embarazo artificial o de laboratorio.

Mencionaremos algunas de las técnicas que la ciencia actual ofrece o está a punto de ofrecer:

Inseminación artificial: permite concebir sin perder la virginidad. Hasta ahora, las jóvenes trataban de conseguir lo contrario, perder la virginidad sin concebir, pero los tiempos han cambiado. He aquí algunas de las fabulosas posibilidades que abre dicha inseminación:

• Lesbianas que tienen hijos de donantes anónimos.

• Donantes anónimos que tienen hijas lesbianas.

• Hijos que tienen lesbianas anónimas.

• Anónimos que tienen hijos donantes.

• Hijos que envían anónimos a lesbianas.

Eugenesia: compraventa de semen y óvulos de gente famosa. Es conocido que en Internet se ha puesto en subasta desde hace tiempo el último espermatozoide de Einstein, un einspermatozoide. Tiene tan avanzada edad este sabio espermatozoide, que se ha dejado crecer una larga melena blanca y se parece cada vez más a su creador, salvo en la cola. En el futuro también será posible conseguir uniones genéticas históricas, que permitirán tener hijos de Bolívar y Marlene Dietrich, de Nerón y santa Teresa, de Ortega y Gasset.

Ruletas rusas del siglo XXI: la empresa de casinos Wildshot de Las Vegas ha solicitado permiso para promover un nuevo juego llamado «la ruleta genética», que sorteará semen sin identificar entre las jugadoras que se apunten en el sorteo. De este modo, una campesina rumana podría tener un hijo de Elvis Presley por solo unos pocos dólares.

Hijos por ADN: más adelante bastará con una muestra de ADN (ácido deoxiarchibromoasetilmercurocarbohidroibubonucleico) para producir hijos. Bastará para ello con el hueso de un dedo de la momia de Tutankamón, un calcetín de Lenin o un audífono de Mao Zedong para alargarles la descendencia.

Hijos de la nada: su padre, un donante secreto de semen; su madre, una donante de óvulo sin nombre; su gestadora, un vientre de alquiler; el laboratorio, una sociedad anónima. Problema: ¿quién firmará la libreta de calificaciones del colegio? Respuesta: No sabe/No contesta.

Todas las anteriores son posibilidades reales que nos depara el futuro. En casi todas ellas, sin embargo, hay un hecho irrefutable: la presencia inevitable de un padre, trátese de Elvis Presley, Nerón, Gasset o Mao. Porque ¿y quién creen los sectores ultrafemeninos que colabora con el laboratorio a fin de producir el embarazo artificial, eh?

La respuesta es obvia: un padre. No habría posibilidades de embarazos si los padres se negaran a colaborar con los laboratorios, es decir, si no fueran colaboratorios. Recordemos la rebeldía de Onán, que se negó a cooperar con su cuñada y prefirió colaborar en tierra.

Estamos en condiciones de afirmar, pues, que no conviene menospreciar la capacidad del padre para ayudar en el embarazo de la madre. Aunque suene paradójico, lo decimos sin ningún embarazo.