Teoría y demostración del embarazo

Uno de los primeros síntomas del embarazo es la amenorrea, término que, en el País Vasco, designa la suspensión de la menstruación. Para confirmarlo, muchas mujeres recurren, en un primer momento, a las conocidas pruebas de orina de venta en farmacias. No las recomendamos, porque siempre es preferible la orina propia a la que allí se vende.

Desde 1947 se ha empleado la llamada «prueba del sapo», consistente en inyectar a un batracio una pequeña dosis de orina femenina para saber si la paciente se halla embarazada. Es un experimento sobre el que existen graves confusiones. Algunos creen, equivocadamente, que el examen permitirá saber si el batracio está embarazado. Otros imaginan que es señal de preñez de la paciente si fallece el sapo tras la inoculación. No es así: la reacción del sapo ante la orina de una señora en estado interesante consiste en ofrecer muestras visibles de excitación y pedir nuevas inyecciones con dosis más elevadas de la sustancia.

El examen se basa en el hecho de que los sapos, sin haber estudiado, son capaces de reconocer la gonadotrofina coriónica humana, sustancia que contiene información sobre la condición reproductiva de la mujer. Se trata de una de las maravillas del reino animal que asombran a los científicos, sobre todo porque ni una sola mujer sería capaz de reconocer la gonadotrofina coriónica del sapo. Algunas ni siquiera reconocen a sus antiguas compañeras de colegio.

El inventor del curioso test fue el médico argentino Carlos Galli Mainini, fallecido en 1961. Como ocurre a menudo con los grandes genios, a sus funerales asistieron solo unos pocos amigos y una acongojada delegación de la Federación Internacional de Sapos.

La prueba Galli Mainini ha caído en desuso debido a los modernos métodos científicos, más sencillos y confiables, en particular desde que se extendió en los años sesenta la epidemia de batracios frígidos, que produjo graves confusiones en hospitales de maternidad. Uno de ellos, el Gynecological and Obstetric Hospital de Chimichurri (Bolivia), realizó un exhaustivo estudio que demostró, finalmente, que la única prueba irrebatible de embarazo es el nacimiento del bebé.