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Ya que hemos citado a Sostres, el primer capítulo de su libro está dedicado al periodista imbécil, y ahí nos encontramos con la siguiente descripción: "Un periodista es una albóndiga catapultada a un plato de caviar, un ser al que la profesión le lleva a escenarios que siempre le habrían sido vetados por la vida. Un periodista es el contador que ni sabe contar ni sabe qué cuenta, cuatro años de Facultad no dan para tanto...".
Recomendamos al periodista deportivo en ciernes completar esta lectura con "El ser y la nada", de Sartre, "El arte de amargarse la vida", de Paul Watzlawick (página 28: "Una irrevocable convicción: la razón única es la propia"), "Cien años de gloria del ciclismo cántabro", "Historia de una maestra", de Josefina Aldecoa, "Historia de un idiota contada por él mismo", de Félix de Azúa (página 49: "Repasé mis habilidades pero no encontré ninguna que me condujera rápidamente al robo, la estafa, el timo, el proxenetismo, el juego, la política o el periodismo...") y a "La matemática del espejo", el mejor libro de poemas de Luis Eduardo Aute ("En un bolsillo lleva una mano cerrada, entre los dedos un vidrio roto que aprieta por pura gimnasia cada vez que respira").
Y ver una docena de veces la película Primera plana, del mago Billy Wilder, para saber si quiere ser Jack Lemmon o Walter Matthau.