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El entrenador argentino Angel Cappa en su libro "La intimad del fútbol" rescata un comentario de su colega César Menotti, quien aseguró que "el 90 % de los periodistas deportivos no saben nada de fútbol". En el libro aparece la acotación del director técnico brasileño Tim, quien redondeó la sentencia: "Menotti dice eso porque es muy generoso".
Aceptemos que las relaciones profesionales entre los distintos grupos de trabajadores en el fútbol se basan, recíprocamente, en esta idea y que, seguramente, todos estos comentarios son ciertos. Ahora bien, en todo el mundo las diferencias entre los periodistas y los profesionales del fútbol son normales y debemos entender que ambos colectivos defienden su territorio: Maradona rebatió las críticas de los periodistas argentinos en el Campeonato del Mundo de 1994 porque uno de ellos no utilizó los pies para devolverle un balón que había salido del campo en un entrenamiento (si me devuelves el balón con las manos es que sólo sabes dar patadas al diccionario). Bien, ese periodista no supo dar un patadón a la pelota, pero los periodistas no tienen porque saber jugar al fútbol, sino saber interpretar el juego así como los críticos de cine no filman películas. Pero las críticas en este deporte no son patrimonio exclusivo de la prensa (recomiendo leer el libro "Entrenadores, un poder inestable", que recoge la opinión que de los entrenadores tienen los periodistas - me gusta el texto de Mabel Galaz sobre Jupp Heynckes "Orden e imaginación") ya que en el fútbol también hay directivos, mánagers, médicos, masajistas, psicólogos, intermediarios, jefes de prensa, directores generales, utilleros, jardineros, jefes de contabilidad, asesores fiscales, abogados, albañiles, constructores, arquitectos, bomberos, fontaneros, arbitros, peritos, informáticos, reventas, secretarias, publicistas, operadores, taquilleras, agentes de seguridad, peluqueros, cocineros, limpiadoras, porteros, camareros, azafatas, iluminadores, inspectores de hacienda, conductores de autobús, gerentes, agentes de turismo, sastres, pedicuros, mecánicos, zapateros, lavanderas, planchadoras, brujos y brujas. Todos ellos, y aún más, tienen el derecho a opinar. Menotti puede tener la razón, los periodistas deportivos desconocemos las entrañas de este deporte; quizás porque cuando hablas con un entrenador escuchas críticas sobre los jugares y, cuando lo haces con un futbolista, críticas de los trenadores. O, tal vez, porque cuando escuchas a dos entrenadores, casi siempre, te hablan del negocio.