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Jorge Luis Borges llegó a escribir que no hay nada más tedioso que una tarde de fútbol. No aceptemos en principio esta propuesta y busquemos algo que puede damos argumentos para contradecirle :
- Afeitarse
- Una comida de antiguos alumnos
- Leer las obras completas de Borges en noruego (excepto para los noruegos)
- Leer los ensayos de Menéndez Pidal, en especial los dedicados a El Cid
- Planchar camisas de algodón
- Un ascensor sin espejo
- Pasear con tu familia una tarde de domingo escuchando el fútbol en la radio.
Estas son algunas de las propuestas posibles para encontrar algo más aburrido que observar durante hora y media a tantas personas adultas, con las piernas desnudas, corriendo desaforadamente tras la vejiga hinchada de una oveja (muerta). Sin embargo, resulta ciertamente contradictorio que sea precisamente un argentino quien siente las bases científicas de esta teoría filosófica sobre el aburrimiento (Borges también escribió que "el pueblo inglés es inteligente, parece increíble que inventaran el fútbol"). La Argentina es un país futbolero, ama el juego de la pelota con una fe inquebrantable; más allá de las crisis económicas y los golpes militares. De hecho, a sus futbolistas los idolatran los pobres y los ricos, los intelectuales y los analfabetos y aquellos futbolistas que son capaces de dar 200 toques seguidos a la pelota sin que caiga al pasto, son tenidos por genios.
El fútbol en el país de Diego ha tenido siempre seguidores ilustres, como Carlos Gardel, hincha del Racing de Avellaneda, los escritores Ernesto Sábato (ya hemos dicho que es hincha del Estudiantes de la Plata e, incluso, llegó a jugar en sus categorías inferiores) y Oswaldo Soriano (autor de hermosos cuentos de fútbol y fanático de San Lorenzo de Almagro), humoristas de la talla de Roberto Fontanarrosa, que no se pierde un partido de Rosario Central y que tiene varios cuentos publicados sobre el fútbol (me gusta mucho su libro El área 18, que un buen día presté a José Luis Garci y nunca me lo devolvió) y muchos otros. Por supuesto, los Presidentes de la Nación: Raúl Alfonsín, que tifa por Independiente, Carlos Menem por Ríver y el actual, Fernando de la Rúa, que es seguidor de Boca Juniors y del Club Atlético Belgrano de Córdoba, equipo del que soy socio honorario desde el 17 de Mayo de 1999.
Por tanto, y tras esta erudición que me deja atónito, puedo llegar a confesar que comparto la filosofía borgiana, pero también la rebato.