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MPS
Iba a dejar la libreta, arrancar el coche y salir de aquí, pero he encendido la radio y se me han quitado las ganas. Ya no están hablando de un vídeo que les hacía hasta gracia, ahora es un asesinato. Y, lo que es peor, empiezan a considerar la posibilidad de que el zombi no sea un zombi, sino un tipo vestido de zombi. Ya ven, qué ocurrencia. Para colmo, la monja argentina de la tele debe de estar plenamente satisfecha porque la delegada del Gobierno ha anunciado una rueda de prensa a las cinco de la tarde. Según los periodistas, para dar información sobre el asesinato de Valdemingómez. Me ha parecido escuchar que el comisario jefe de Madrid va a comparecer con ella. Por otro lado, y seguramente debido a que he aparcado al sol, el muerto ha vuelto a gotear y exhala una peste que podríamos definir como fragancia de zombi. De hecho, mientras estaba en el coche escribiendo en este cuaderno, tres perros con sus tres dueños se han parado a olisquear el maletero. Por suerte, la evolución ha dotado a los perros de un gran olfato pero de una nula capacidad de adivinar qué información nos interesa. Le he dado por ello las gracias a Darwin. Una reacción absurda, pero que les confieso porque les puede dar idea de lo solo y desesperado que empiezo a sentirme. ¿Y si tiro el muerto a la basura?, me ha escupido la cabeza un segundo después del agradecimiento a Darwin. Sí, a un punto limpio, gilipollas, me ha contestado la voz interior, que, conforme avanzan las horas y los problemas, va cobrando protagonismo. Después, me ha llamado mi padre.
—Daniel.
—Hola, papá.
—¿Qué está pasando? —A eso no se puede responder con un ya ves o un aquí, en Madrid. Así que lo he afrontado.
—Nada.
—Hombre, no jodas.
—Creo que es una coña de estos.
—¿De estos, de quiénes?
—De mis amigos.
—He hablado con Portilla, con Nacho, con Luis, con David y con Ángel, y no tienen ni puta idea de qué va el tema.
—Pues yo tampoco, papá.
—Ya. Te voy a dar una pista: los que primero han retuiteado el asunto son todos nazis. —¿Pero de dónde se saca mi padre estos conocimientos de Twitter?
—¿Naaaazis?
—Neonazis. Del Madrid. Y si yo tuviera que adivinar, te están buscando para darte una paliza, porque yo no he procreado tanto como para que todos esos sean de tu familia, como dice en el cartel.
—¿Una paliza? ¿A mí?
—No, igual te quieren robar las tricotosas, no te jode. ¿Te has acostado con la novia de alguno? Que estos son peores que los gitanos.
—No —he respondido.
—Ya.
—¿Ya?
—Mira, afila la peonza donde quieras, pero ten cuidado con María, que ya es lo que le faltaba.
—Bueno, vale. Adiós.
¿Cómo que lo que le faltaba a María? ¿Pero qué está pasando? ¿Mi mujer le cuenta a mi padre que no es feliz, que tenemos sexo monorgásmico una vez a la semana, que no sabemos quién contagió a quién la candidiasis? ¿Qué ocurre, que ahora mi padre no solo es un experto en Twitter, sino que también ha aprendido a hablar de sentimientos, de crisis de pareja y de la desazón de la mujer, que alcanza la plenitud sexual a los 30 años, cuando la costumbre ya ha vencido al apetito de su marido? Pero si es un hombre que cuando le preguntas cómo está te responde que de pie y si le dices cómo lo llevas te contesta que colgando. ¿Qué le han hecho a este soldador seis meses de jubilación?
Después de eso, y seguramente debido a que tenía una decisión por aplazar (ya saben, qué coño hago con el muerto), he escrito en el grupo de los nazis.
Manu (yo):
Muy bueno lo de los carteles, pero me fui anoche de Madrid. Suerte con la búsqueda.
Fran H:
Ya. Solamente has estado esta mañana en el Barrio de Salamanca. Y luego te han visto en el Dekalon de Getafe.
Manu (yo):
No era yo.
Fran H:
Y qué tal el pincho de tortilla del bar?
Manu (yo):
Qué bar?
Fran H:
En el q había un compañero nuestro del Aleti.
Manu (yo):
Del Atlético de Madrid?
Fran H:
Premio para el caballero.
Manu (yo):
Pero no os odiais?
Fran H:
Mala suerte. Hay gente de MPS en todas partes.
Manu (yo):
MPS?
A eso ya no han contestado. Al momento he mirado en internet y he visto que MPS es el acrónimo de Madriz People Sing, una sociedad donde se juntan nazis del Madrid y del Atlético porque comparten una pasión que supera sus odios futbolísticos. ¿Matar judíos? No, en España los judíos son ficción desde hace quinientos años. Su pasión compartida es forrarse sin trabajar. Según he leído en los foros, MPS es un grupo narcoskin. ¿Y qué es un narcoskin? Pues un nazi que vende cosas: bufandas de su equipo de fútbol, banderas y cocaína, siendo esta última su principal fuente de ingresos. ¿Por qué puedo saber yo estas cosas después de diez minutos leyendo en internet y la policía no hace nada? Lo ignoro, pero sus fotos están por todas partes. La mayoría, hechas en el garito en el que se reúnen, sito junto al Bernabéu y de nombre Bransdale. Local que tiene, como yo, página de Facebook y que anuncia que esta noche organiza un certamen de belleza. Sí, yo he pensado lo mismo: los nazis son insensibles al dolor ajeno pero les conmueve la belleza. No se dejen llevar por la emoción, el concurso se llama Miss Novia de Adolf Hitler 2015. En fin. Sus cosas. Tampoco vamos a criticarlos por tratar a la mujer como un objeto sabiendo lo que piensan de los negros.
¿Y qué ha pasado después?, se preguntarán ustedes, que creen que mi vida es una sucesión intrépida de acontecimientos extremos. Pues que he dejado de escribir y he salido de allí. Como hoy ya he firmado un contrato gordo, la policía no tardará en atar cabos, hay un grupo de traficantes de drogas de extrema derecha que quiere torturarme antes de recalificar mi cuerpo en cadáver y tengo un muerto sin pie en el maletero, me he decantado por el absentismo laboral y me he ido a un pueblo. Exactamente, al primero que me ha parecido que estaba suficientemente lejos en el mapa: Miraflores de la Sierra. Les recomiendo que, una vez allí, escojan un menú que rima con el topónimo: chuletón a la piedra. Me he comido un kilo doscientos gramos de buey casi crudo y bebido una botella de vino, todo eso sin acordarme de la peste a carne podrida que tengo en el coche. Si consideramos que hace tres días yo era de los que no ven series de televisión ambientadas en hospitales porque les da dentera, pueden concluir conmigo que estoy evolucionando tremendamente.
Después, he cogido el coche y, como los cántabros no tenemos la sensación de haber conducido si no hemos tomado muchas curvas, he subido el puerto de la Morcuera. Allí, viendo atardecer, he escuchado en directo la rueda de prensa de la delegada del Gobierno y el comisario jefe de Madrid, que ha tenido a bien meterse en uno de esos charcos en los que se meten los cargos públicos cuando empiezan a ser sinceros.
—¿Qué le parece la teoría zombi? —ha preguntado un periodista.
—Una tontería…, bueno, quiero decir que solo consideramos que sea una persona viva. Más, teniendo en cuenta la zona donde se produce el atisbamiento. —Sí, ha dicho atisbamiento.
—¿Qué quiere decir con eso?
—Pues… —el comisario ha empezado a comprender que estaba caminando por una cuerda fina, pero se conoce que ha pensado a mí no me votan, voy a decirles lo que pienso—, que es Valdemingómez, una zona muy conflictiva, que igual parece un zombi pero… si analizamos lo que hay por allí no es tan raro. Vamos, que hay mucho toxicómano.
—¿Cree que lo que aparece en el vídeo es un toxicómano?
—Por cómo se mueve, es lo más probable.
—¿Hay muchos toxicómanos que lleven las tripas colgando?
—Estamos investigando. Es un sitio difícil. Evidentemente, no creemos que haya un zombi en Madrid. Hay que ser sensatos y pensar en dónde se le ha visto: al lado de un poblado gitano en el que se vende droga.
Toma. El comisario no solo le estaba cargando el muerto a los yonquis, sino que ahora metía en el saco a los gitanos. Para no dejarse un odio sin concitar en Twitter ya solo le faltaba añadir que detrás del crimen habría un montón de negros de mierda o un grupo feminista. La delegada del Gobierno ha comprendido que un hombre chapoteando en mierda es un hombre sucio, pero también, y esto es lo que lo hace peligroso, es un hombre que salpica. Así que ha salido al rescate.
—Creo que tenemos que poner en orden la información, que es lo que está intentando explicarles el comisario. El pie, la bota y el calcetín están siendo analizados. El vídeo, también. Estamos buscando un Renault Scenic gris y los forenses y la policía científica tendrán en pocas horas un informe sobre lo que se está encontrando en el terreno. Eso nos permitirá hacer grandes avances en la investigación.
Cojonudo. El pie. La bota. El calcetín. Una Scenic. La policía científica… Me veo protagonizando el caso más tonto al que se han enfrentado nunca. En vez de descubrirme por una huella parcial y un pelo del muerto que se ha quedado en una alfombrilla de mi coche, me van a cazar con 120 kilos de fiambre en el maletero y un vídeo en el que intento hacerme pasar por muerto viviente. En la cárcel no solo voy a ser el matanazis (cosa que presupongo jodida, porque no creo que el sitio sea una reserva espiritual de la izquierda), sino que a ese imán para las hostias se va a añadir que en la tele se refieran a mí como el asesino apático, el tipo que pudo deshacerse del cadáver pero le dio pereza. Un membrillo. Mi única esperanza de sobrevivir allí dentro es que metan a un violador todas las semanas para que los tipos chungos se desfoguen con él. Eso, o deshacerme ya del cuerpo.
Recapacito. Abro un poco la ventanilla del coche, porque entre el muerto y que he comido lo que he comido el ambiente está cargado. Vuelvo a recapacitar. Recapacito más.
Primero, no tengo pala. Podría haberme comprado una en Decathlon esta mañana, pero no se me ha ocurrido. Segundo, con el pedo que llevo no pienso bajar a Madrid a comprar una, porque lo último que me interesa es darme un golpe y que el coche acabe en un taller. Tercero, ¿cuál es el verdadero problema? Ustedes, que no lo han recapacitado tanto como yo, pensarán que es el muerto, pero se equivocan. El muerto es un gran problema, pero está dentro del problema más grande: el coche. Supongamos que oculto al nazi. Da igual, me pillan con el coche y se jodió Triana. Ahora bien, si no ven el coche, tampoco verán al muerto. Yo sé que esta es una solución transitoria, pero es una solución. Y me permite seguir siendo un hombre de 30 años, caucásico y de clase media que camina por la vida sin decisión pero en libertad. Es decir, soy mayoría absoluta.
—¿Y qué va a hacer usted para ocultar el coche? —me preguntarían ahora si yo hubiera convocado una rueda de prensa posterior a la de la delegada del Gobierno para que se escuchase a la otra parte.
—Nombre y medio, por favor —respondería yo.
—Pedro Simón, de El Mundo. —Él.
—Gracias, Pedro. —Aquí, me quito las gafas. Foto. Foto. Pausa dramática y arranco—. Ocultar un vehículo, como supondrán, no es fácil. Más, si piensan que tengo encima a toda la policía de Madrid y a otras organizaciones creadas con ánimo delictivo que no les voy a describir para no entrar en temas personales. Pero le voy a contestar, porque creo que la transparencia es uno de los pilares de la democracia y que los ciudadanos tienen derecho a saber cómo planeo escapar de la justicia. Al fin y al cabo, son ellos con sus impuestos los que están sufragando la investigación que me concierne. Algunos pensarán que podría llevar el coche a un desguace y estrujarlo en una prensa. Pero, les soy sincero, no tengo esa confianza con ningún dueño de desguace. En cuanto a trocearlo en casa…, pues mire usted, no, porque luego hay que deshacerse de las piezas y eso es tan estúpido como descuartizar un cadáver, teoría que ahora mismo no voy a exponerles pero que, como asesino que soy, les digo que es una idiotez. Así que lo que voy a hacer es aparcar aquí en el pueblo, en Miraflores, en un sitio discreto pero normal, y confiar en que tengo uno de los vehículos más vendidos de España. Vamos, que buscarlo es como buscar una paja en un pajar.
—¿No le parece eso un poco simple?
—¿Nombre?
—Fermín Roca, de Cuatro.
—Ya, si te he visto por la tele. Pero es para no hacer distinciones con tus compañeros.
—Le entiendo, pero ¿me puede responder a la pregunta? ¿No es una estrategia de fuga un poco simple?
—Querido Fermín, perdóname si te digo que para simple lo tuyo, que te pusiste a toquetear el pie de un muerto en directo. Pero te voy a responder por respeto a tu audiencia. Lo sencillo a veces es lo más difícil. ¿O no has intentado nunca hacer pis en el mar mientras nadas? Parece fácil, pero no lo es. Hay que tener mucho temple y muchos huevos para aparcar a la vista de todo el mundo con un muerto en el maletero. Además, la temperatura prevista para esta noche aquí, en la sierra, es de diez grados bajo cero, lo que hará que el cuerpo se congele y pueda aguantar fresco todo el día de mañana. Digo yo que tan simple no soy. Ahora, si no hay más preguntas y me disculpan, me tengo que ocultar.
—Espere, espere.
—Una más y me voy.
—Álvaro Rivas, de laSexta. ¿Por qué se disfrazó de zombi? ¿Cómo mató al tipo?
—Comprenderán que, por respeto a la acción de la justicia, no voy a revelar nada que se encuentre bajo secreto de sumario. Hay una investigación en marcha, un trabajo policial muy serio y después serán los jueces quienes decidan cómo maté a esa persona y por qué me disfracé, si es que era yo, de zombi.
—Pero, oiga, ¿cómo tiene usted tanta cara?
—¿Nombre y medio?… Bueno, es igual, no se ponga usted así. Solo les digo que mi intención es dejar trabajar a la policía y que respetaré las decisiones judiciales. Buenas tardes.
Así terminaría yo mi gloriosa rueda de prensa. Es una lástima que, por circunstancias obvias, no se pueda convocar. En lugar de eso, y como ya había anochecido y he decidido seguir cargando con el muerto, he puesto rumbo al pueblo. En concreto, al restaurante donde he comido, que también es posada. Y en ese trayecto, curva va, curva viene puerto abajo, la radio me ha hecho feliz:
Son las siete, las seis en Canarias. Vuelco en la investigación del Caso Lázaro. —El mío, que ya tiene nombre—. Según ha podido saber la Cadena Ser, los forenses afirman que las pruebas están lavadas. Al parecer, el reportero que exhibió el pie, el calcetín y la bota en televisión no solo dejó sus huellas por todas partes, sino que, antes de eso, les echó agua y les pasó un trapo porque, palabras textuales en su declaración a la policía, le daba asco tocarlo lleno de sangre. Ahora mismo, según fuentes del Instituto Anatómico Forense, tratan de rescatar alguna fibra del calcetín, que es lo único que el reportero no limpió porque, afirma, no estaba sucio.
Y ya les digo yo a ustedes que nada, que en el calcetín no hay nada, que ni lo toqué. Me parece a mí que hoy sí voy a poder ver Pasapalabra. Y bien a gusto. Y luego lo mismo me tomo más vinos, para celebrarlo.