Parientes y trastos viejos, pocos y lejos
Qué historia más animal, ¿no? Precisamente el animal me había dado la solución. El minino, quiero decir Lohengrin. Si el gato tenía la costumbre de beberse los restos de leche que dejaba la vieja y la leche hubiera estado envenenada como decía el papel, el morrongo la hubiera palmado. De todas maneras, no había posibilidad de culpar a nadie. En este caso todo el mundo estaba muerto. En aquella casa de Vallvidrera corrían malos aires y todo el mundo andaba un poco chiflado.