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Debido a su importancia histórica, en el cuarto libro de El Joven Hitler, el propio Adolf explica qué fue el Putsch de la Cervecería:
—Hace un año, Mussolini hizo una marcha en Roma para salvar a su país del caos —le explicó Hitler a la muchacha—. Ahora Italia descansa en manos del Duce y el país está a punto de comenzar una nueva edad de oro. Yo quería hacer lo mismo en Baviera. Quería evitar que los comunistas tomasen el poder, quería evitar la radicalización de la República. Había miles de hombres que me seguían, decenas de miles que habían acudido a algunos de mis mítines y estaban esperando una orden de mis labios. Me sentía preparado. Pero aún tenía dudas. No sabía si una acción tan directa era lo que necesitaba Alemania.
»Entonces mis enemigos en el gobierno intentaron cerrar mi revista, el Völkischer Beobachter. Aquello fue la gota que colmó el vaso. Querían silenciar la propaganda de mi partido para que no siguiésemos creciendo. Así que marchamos sobre Munich como Mussolini lo había hecho sobre Roma. Para recuperar la dignidad del país. Para tomar Baviera y que, como un castillo de naipes, la República de Weimar se desmoronase en toda la nación.
—Fracasaste —dijo Geli, torciendo el gesto y poniendo carita triste.
—Fracasamos. Aunque contaba con el apoyo de un héroe para el ejército como el general Ludendorff, comandante supremo de las fuerzas de la Triple Alianza durante la Gran Guerra. Pero lo cierto es que en el momento final muchos mandos del ejército tuvieron miedo y se volvieron en nuestra contra. Por eso varios de mis hombres han muerto y por eso estoy en prisión.