Este suceso queda bien explicado en las
novelas de Cosnava:
Aquella niña que parecía condenada a ser precisamente eso, una niña eterna, la estudiante de matrícula, la afiliada a la liga de estudiantes cristianos alemanes, la muchacha brillante que se preparaba para el Abitur y, finalmente, sería una de las primeras mujeres en conseguirlo en el gymnasium de Linz... Esa niña tenía un amante.
Porque ya no es una niña: es una mujer que se ha matriculado en medicina en Munich a pesar de que no está interesada en esa carrera. Hitler debería haberse temido que existía una razón oculta para permanecer en Munich, en elegir una carrera para la que no debía marcharse a otra ciudad. Pero creyó, en su ignorancia de padre cegado por el amor, que Geli quería estar a su lado en la ciudad que era sede del partido nacionalsocialista y donde él residía la mayor parte del año. Pero en realidad ella quería estar cerca de su chofer, de Emil Maurice, un hombre de treinta años, con su coqueta perilla y su verbo relamido.
Ese cerdo se ha llevado a su niña de picnic al lago Chiemsee y quién sabe qué cosas asquerosas habrá hecho con ella.
La Nochebuena del año 1927 la pareja reveló a Hitler su amor. Emil Maurice, que tenía plena confianza en su amigo y patrón, estaba convencido que recibirían la bendición del líder de aquella familia y del partido, pero se equivocaba por completo:
—¡Me has traicionado, Maurizl! —chilló Adolf utilizando a su pesar el apelativo cariñoso con el que solía llamarle cuando eran amigos. Es decir, hasta aquel preciso instante.
Pero pasado el acceso de ira, Hitler no añadió ni una palabra más y comenzó a lanzar objetos, a romper vasijas y fotos de Geli. La pareja abandonó el apartamento de Hitler bajo una lluvia de fragmentos de cerámica y de papel.
Se ha especulado mucho acerca de si Hitler estaba enamorado de Geli. Si era su amante y no un padre putativo. Pero no hay ninguna prueba de ello. Hitler amaba a Geli como a una hija, no quería verla crecer, era manipulador, controlador y mentalmente inestable. Con eso hay de sobras para justificar sus actos sin buscar otras explicaciones.
Al día siguiente, más calmado, Hitler se entrevistó con Geli y le exigió, le ordenó, con toda la amabilidad que le fue posible pero con tono autoritario, que esperase dos años. Si pasado ese tiempo seguía enamorada de Emil, él y toda la familia le darían su bendición. Con toda su familia, por supuesto, incluía a Angela Raubal y a su esposo Leo, los verdaderos padres de la muchacha. Pero a aquellas alturas, Adolf los tenía tan dominados que ellos harían lo que él les dijese.
A continuación:
FOTO 74 Emil Maurice. Novio Geli Raubal/ CC-BY-SA 3.0 /Bundesarchiv, Bild / Hoffmann